🍃Haría bien en callarme la boca
Este correo tiene un desafío público, una mordida de relato y una escritora con el pelo rosa que me ha OBLIGADO a trabajar. Así que no te puedes quejar con la extensión, que te traigo de tó (8 mins)
Pues estaba yo, tranquilo, un día, tranquilo el día también, leyendo, tranquilamente, cuando caí en un post de
que hablaba de uno de los clichés de la literatura romántica, eso de deslocalizar la trama siempre al típico EEUU, Londres y tal.Le dije, muy tranquilo, que en fantasía también pasaba mucho y me dijo algo que no recuerdo, así que le dije en broma:
Y Samu hace mutis por el foro, en silencio, esperando que la pelirrosa se olvidara de aquello. Pero es verdad eso que dicen de que las pelirrosas nunca olvidan, porque a los tres días subió esto:
Así que, como tengo una imagen pública que defender, he escrito la segunda parte del relato.
Qué remedio.
Y lo suyo es que, antes de seguir leyendo, vayas a leer la primera.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
También te puedes suscribir a la newsletter de la pelirrosa, pero tampooco es que haga taaaanta falta. Yo que tú pasaba, la verdad.
El arquero celestial la miró, y Altan sintió que el tiempo mismo se le detenía. Luego, la figura sonrió, un gesto sorprendentemente humano.
—El corazón que se atreve a enfrentarme merece respeto —dijo—. Pero dime, ¿por qué arriesgaste tanto por algo que no era tuyo?
Khosbayar alzó el mentón, la voz firme:
—Porque no podría vivir sabiendo que algo tan hermoso estuviera perdido.
La figura asintió lentamente, su brillo atenuándose hasta volverse casi humano, y echó una última mirada a la piedra mágica, devuelta a la orilla del lago, su lago. Sólo entonces, reparó en Altan:
—Y tú, guerrero, ¿cuál es tu papel en esta historia?
Altan tragó saliva, buscando las palabras.
—La sigo porque… —empezó, pero se detuvo, mirando a Khosbayar.
Ella le devolvió la mirada, serena, como si siguieran en el calor de su yurta y el temible Erkhii Mergen fuera tan solo un invitado casual. Porque ahí estaba: alto, regio, con su arco legendario y los ojos brillantes, igual que aquellos soles de las historias. No se atrevió a mirarle las manos.
Había escuchado la leyenda muchas veces, tantas como jinetes la cantaran en aquel khöömei que hacía vibrar en sus gargantas una versión más terrible que la anterior. Aunque él siempre había conservado la de Khosbayar como la auténtica; el resto, pobres imitaciones deformadas por el tiempo y la desmemoria.
Bajó la vista al fin a las manos del arquero. Las leyendas eran ciertas: tenía los pulgares cercenados.
—La sigo porque… —Volvió a mirar a Khosbayar y la verdad se le formó en el pecho para llegarle a los labios—. Porque sin ella, yo estaría perdido.
El silencio cayó sobre ellos, roto sólo por el suave movimiento del agua. Y unas sombras emergieron, reptando desde el lago, para enroscarse en los tobillos Erkhii Mergen. En su ascenso por las piernas, aquel aura divina brotaba de nuevo, pero oscura, borrando el aspecto humano que había cobrado durante la conversación.
El arquero celestial chasqueó la lengua, y un lejano fastidio le torció los labios:
—Por supuesto… Demuéstrame entonces cómo te pierdes.
De su índice y corazón surgió una flecha de sombras y la tensó en el arco.
—¡No!
Aulló Altan, y hasta le dio tiempo a que un impulso lo hiciera adelantar la mano, dar un salto, interponerse en la trayectoria… Pero Erkhii Mergen no puede errar un objetivo. La flecha en sombras atravesó la mano del guerrero y siguió, definitiva, hasta clavarse en el corazón de Khosbayar.
Altan se llevó la mano sana al pecho, creyendo que el dolor le venía de otra flecha gemela y no de verla a ella, suspendida del tiempo, palideciendo en la sorpresa, con una flecha del tamaño de una balista partiéndola en dos.
Por fin, cayó de rodillas y la cola de la flecha, al tocar tierra, la mantuvo en aquella posición de macabra exhibición de muerte; los ojos viendo mucho más allá de la arena húmeda.
—Qué has hecho… —dijo Altan, rompiendo el silencio de su gotear de sangre.
—Te he hecho un favor. Ella ya estaba muerta para ti, nada ha cambiado.
—¡No! ¡Tú la has matado!
Las sombras ya habían cubierto la totalidad de su cuerpo, tenía el arquero ahora un aspecto espectral, demoníaco, con aquellos terribles ojos en llamas en medio de la noche como faros de la perdición:
—Tu corazón no era digno del suyo, era inalcanzable para el corazón de un cobarde majagranzas como tú. Ya estaba muerta para ti. Busca esposa entre tus cabras.
—Miserable… —le rechina en los dientes.
—¿Cómo has dicho?
El cielo nocturno se oscureció en un manto de pesadilla y Erkhii Mergen parecía crecer sin fin, doblándosele la espalda contra la bóveda celeste, arremolinada por nubarrones negros, creando un acecho infinito sobre la insignificante presa que era Altan. En el cielo, sus ojos ya eran auténticos soles airados.
La voz resonó entre las nubes y la tormenta se hizo eco de sus palabras:
—¡Le estás hablando a un dios!
Con un temblor violento de manos, el guerrero apretó la vieja lanza de su abuelo y sintió la sangre correr por el asta. «Siempre tengo miedo», había dicho Khosbayar, «Pero el miedo no es razón suficiente para detenerse».
Así, levantó la mirada a las dos esferas infernales del cielo:
—Le estoy hablando a un… ¡A un miserable! ¡Al dios de la soberbia y la vanidad!
El calambre de dolor de la herida contra la madera, antes de restarle fuerzas, se las multiplicaba, le encendió el corazón y, con un grito de furia abisal, arrojó la lanza contra el cielo, contra el pecho del demonio divino.
La lanza voló, cubierta de sangre, y al estallar contra las sombras despertó un viento gélido con la respuesta de mil truenos en el mundo; dos mil, cien mil, y el zud más horrible que había visto en su vida, una auténtica tormenta de nieve, barrió la estepa y, de no haberse agachado, lo habría barrido también.
A gatas, buscó a Khosbayar, y no le costó encontrarla, encogida, sin rastro de la flecha de sombras. Con el vendaval azotándolo y los truenos ensordeciéndolo, cargó a la muchacha hasta su montura, que zapateaba y se encabritaba, luchando por liberarse las riendas para huir de allí.
Cabalgó a favor del viento y no parecía sino que montura y jinetes fueran un águila real de hielo; enorme, furiosa y nacida de la tormenta.
Cuando llegaron a la yurta, el rebaño que no había quedado sepultado por la nieve entró tras Altan y se arremolinó en el lado opuesto de la cabaña a donde el pastor encendía un fuego junto a Khosbayar.
El aroma de la madera quemada y las hierbas secas colgadas en racimos, el olor a hogar, era obsceno ahora con la joven tendida en tierra, el pecho hecho un cráter de hielo y la mirada vacía. En cuanto la hoguera hubo prendido, Altan acudió a su lado y se atrevió a hacerle reposar la cabeza sobre sus muslos arrodillados.
La miraba ahí, ausente, llamada de otro mundo, pero él sólo podía verla como aquel día, tan remoto ya, cuando poco más que una niña le contaba aquella historia.
—No, no, no —le había dicho entre risas—. ¡La versión del toro celestial es demasiado nueva! La más antigua habla de la edad de los Siete Soles —la escuchaba un jovencísimo Altan, en silencio—. Habiendo tantos en el cielo, la Tierra era un despoblado donde era casi imposible vivir, pero un día, los ancianos de todas las aldeas acudieron a Erkhii Mergen, de quien decían ser el mejor arquero del mundo, capaz de tumbar cualquier presa sin importar cuán lejos estuviera, y le pidieron que cazara a los soles antes de que terminaran por carbonizar la vida.
»Y dijo Erkhii Mergen: «No sólo los cazaré, sino que utilizaré únicamente siete flechas: una para derribar a cada sol», pero alguien se atrevió a reírse de tamaña bravuconería y el arquero añadió: «Si no sucede tal y como lo he dicho: yo, maestro entre todos los arqueros humanos, me cortaré los pulgares a la vista de todos».
»Así, Erkhii Mergen subió a la montaña más alta de Mongolia, el Juiten, cargó el arco y, uno tras otro, fue derribando todos los soles hasta que, tensando la séptima flecha, aquel último sol, el mayor de todos, le dijo: «Bravo arquero, has derribado seis soles para descanso de tus semejantes. Créeme cuando te digo que harás bien en dejarme en el cielo para que no sucumbáis al frío».
»Pero el maestro de los arqueros no quiso escuchar, disparó su última flecha y hasta hirió con un rojo atardecer al Sol, pero aquel, más rápido que el vuelo del proyectil, pudo oultarse tras la montaña, creando la primera noche del mundo —El joven Altan dibujó una sorpresa callada—. La flecha, rebotada, se perdió en la estepa y, viéndolo sin munición, el Sol amaneció a su encuentro, aún derramando sangre, y le dijo: «Pues tu soberbia te ha llevado a tanto más que querer vencernos con siete flechas, mutílate los pulgares como prometiste y recibirás el castigo de los humanos, pero aún has de sufrir el castigo de los astros: las seis sombras de los seis soles que has matado caerán sobre ti, te perseguirán durante toda la eternidad, no te darán reposo en ningún lugar del mundo al que pretendas huir para que pagues por tu soberbia».
»Al bajar de la montaña, Erkhii Mergen cumplió su promesa a los ancianos y se cortó los pulgares, y el Sol cumplió la suya. Las seis sombras lo consumieron desde ese momento hasta hoy, cuando todavía sigue recorriendo el mundo, buscando esa séptima flecha perdida, besada por el sol, para poder terminar su venganza.
Altan se sobresaltó al recordarlo y hasta se atrevió a la esperanza mirando la herida helada de Khosbayar:
—Eso es… ¡La flecha perdida!
¡Corten, corten!
(Aplauso del equipo de rodaje y trajín de operarios)
Bueno, esto ya va quedando demasiado largo, mejor lo empaquetamos ya y se lo devolvemos a la pelirrosa para que lo termine, que, al final, esta es su historia.
Tranquilo, que yo te aviso cuando publique la última parte.
Aunque también te puedes suscribir a su newsletter y descubrirlo tú solo, no vaya a ser que se me pase y…
¡NUNCA SEPAS QUÉ PASÓ! ⛈️⛈️
Eso,
Aunque la moraleja real de todo esto es que no debes retar a alguien con una newsletter diaria, como Vanessa o yo. Donde alguien podría ver un reto, nosotros vemos el regalo de no tener que pensar qué cojones escribir mañana 🐵
¡Besitos volados!
Señor pedante y detestable es usted… 🤓jodidamente bueno!
Me he asustado durante un momento creyendo que me matabas a la muchacha, menos mal que has dejado una puerta a la esperanza! 💖
Le has dado al relato enormidad y relevancia… joder, te odio 😝 un poco, que lo sepas!
Pero ahora tengo muchas ganas de continuarlo! 👏👏👏👏
Increíble... No esperaba nada de esto 👏👏