🍃Me quedo en la orilla
Te traigo algo más de cuatro minutos de hablar de cosas sin demasiado orden y con sólo un poquito de sentido
El otro día pasé por la playa y el mundo me dio una segunda oportunidad.
El mar estaba plano, algo para nada habitual por aquí, pero el sol flojo y la luna fuerte les sacaban unas pinceladas de cuadro impresionista a las ondas, azul oscuro contra blanco sucio, más desgarrado que mezclado.
A un lado, una barca abandonada a la buena fe de la ciudad; por allá, niños sin camisa con la piel oscurecida por la casi noche.
De pequeños, en unas vacaciones con nuestros padres, mi hermano y yo conocimos a otros niños en la piscina del apartamento y, siempre en el agua, terminamos cantando a la noche aquello de «no nos moverán». Ningún padre nos había reclamado, pero lo cantábamos no menos orgullosos que en una trinchera del Ebro, una formación de Rocroi o bajo un pabellón agujereado de Trafalgar.
Quizá aquellos niños de la playa cantaban sus propias marchas contra el fantasma del verano, que se les escapa.
Y bueno,
Escribiendo esto me he acordado un poco de un poema de Lucian Blaga, te lo copio, para que no te canses buscándolo:
Orilla del Mar
Viñas rojas,
viñas verdes ahogan las casas bajo salvajes tallos
poderosos, como pólipos
que apretasen en sus brazos una víctima.
El sol saliendo limpia de sangre en el mar
las lanzas con que mató rápido a la noche
como una fiera.
Yo
me quedo en la orilla —mi alma está lejos de su
casa.
Se ha perdido por un sendero sin fin y no encuentra
el camino para volver.
Alguien me dijo una vez, como una burla a medias, que la poesía le parecía una adivinanza, pero en verdad sí que lo es y, en ese adivinar, la poesía te eleva el alma.
¿Suena cursi?
Y tanto que sí. Al decir eso en una conversación habría apartado la vista un momento o habría aprovechado para tomar el vaso para beber, pero quizá no sé explicarlo de otra forma; o sí sé, pero no me da la gana.
Probablemente no hayas entendido del todo el texto que acabas de leer y eso es porque un poema, mínimo, se lee dos veces. Además, no siempre tienes que tratar de entenderlo, porque algunos poetas no quieren que entiendas nada, sólo enseñarte algunas imágenes significativas.
¿Qué te quiere decir el sol cuando amanece?
Nada. Pues lo mismo puede hacer un poeta.
Ahora podrías probar a leer de nuevo el texto pensando también que el título pocas veces es arbitrario, que suele ser la puerta al poema.
Quizás sabes, o quizás no, de mi cruzada por verle lo bello al mundo.
Te lo resumo: en general me es más fácil ver belleza en el arte humano que en el mundo natural.
La cuestión es que, tal vez, deba ver al mundo como se ve un poema; y yo tardé varios años de leer poesía hasta que empecé a entender cómo se lee (el momento clic fue con un poema de Neruda del que me acuerdo, pero no sé el título), quizá sólo tenga que darme un par de años de mirar atardeceres.
¡Besitos volados!
P. D.: A Miradero le quedan TRES suscriptores para llegar a las cien personas que reciben todos los días, sin falta, mis majaderías.
Este sería un momento boniiito para darle arriba a Invita a un amigo y llegar a esos primeros cien señoras y señores miranderos.