Hoy he dormido tres horas.
Y no porque estuviera de fiesta, ni probándole la resistencia a los muelles de mi cama, ni siquiera por estar triste o enamoradito de la luna; he dormido tres horas porque he tenido una borrachera de creatividad.
Estoy en un momento en el que voy con muchas cosas en marcha al mismo tiempo, resulta que hay veces que me atropella una explosión de creatividad y quiero resolverlas todas a la vez.
Y funciona.
Lo malo es que eso suele pasar de noche, claro.
En ese maremágnum de cosas en marcha, Miradero es el pezón erizado en la camisa, hay mucha teta debajo que todavía no sabes, y pronto te iré contando, porque está todo muy guay.
Aunque es verdad que el pezón es siempre lo mejor de la teta.
Así que hoy no puedo andarme con rodeos, porque en un rato me voy a mi primerita clase de árabe (después de aquel intento fallido, a distancia, antes de venir a Palestina y ese otro intento superfallido de estudiar árabe por mi cuenta).
Ya te contaré qué tal termina este, porque hoy vengo a hablarte de otros fracasos.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
Tengo el 90% de mi dinero invertido, de alguna manera u otra.
Lo más probable es que, entre los miranderos, haya gente que me dé un auténtico repaso en tema de inversiones y economía, igual que estoy seguro de que habrá gente que no invierte por miedo, por no saber y por esa parálisis estúpida de «llegar tarde»; así que lo aplazas más, para llegar todavía más tarde.
Tranquilo, que no te voy a vender un fondo de inversiones, necesito esto como ejemplo.
Porque pasa algo, siempre que inviertes, y son los números rojos.
Hace unas cuantas semanas los mercados estaban como para que empezaran a echarles paladas de tierra encima y un rezado. Creo que mis cuentas iban a -15% o algo así.
O sea, si tengo el 90% de mi dinero invertido, entonces era como si mis ahorros se hubieran bebido la botellita de Alicia en el País de las Maravillas y hubiesen menguado a un 76.5%.
Mucha gente se caga encima cuando esto pasa, y corre a sacar su dinero antes de que Alicia se amorre más a la pócima de los cojones. Pero suele ser una pésima idea, por eso de no intentar agarrar un cuchillo que está cayendo.
La cosa es que tengo una inversión que requiere aportaciones periódicas; o sea, que miro esa cartera una vez al mes, le pongo más dinero, y me despido hasta la próxima. Normalmente estaba rondando el +10% o +12%, pues la última vez que me asomé a esa cartera la vi con aquel pedazo de -15% que te decía, rojo el hijoputa como el diablo.
Y me salió solo:
—Ole, rebajas.
Ingresé cuatro veces más de lo que normalmente me tocaría ingresar y seguí con mi día.
No puedo explicarte hoy por qué eso tiene sentido, igualmente no es ninguna genialidad ni mucho menos, pero esa misma cartera está ahora a un +2.53%.
Todos felices y comieron perdices.
¿Por qué te cuento esto? Porque
Siempre hay una oportunidad en fracasar
Si crees que es un cliché, estás jodido, porque no hay nada más poderoso que darse cuenta de que, cada vez que las cosas se te estampan en la cara, en realidad, te están marcando con luces de emergencia un trampolín a algo mejor.
El desorden desestabiliza el sistema y crea nuevas realidades, inexistentes hasta ahora, que necesitaban el caos para nacer. Y sólo durante el caos son aprovechables.
La cosa es que, si dejas que se te escape la mierda del culo, sólo vas a pensar en huir, ponerte a salvo, y vas a salir corriendo con ese 76.5% para comprar todo el papel higiénico que puedas meter en tu bunker de los cagones.
Párate ante el fin del mundo y pregúntate:
¿Dónde están las rebajas en esta situación?
Imagínate que, cada vez que se te cae el cielo encima, inconscientemente, sin que tengas que rezarle a nadie ni repetirte un mantra con los ojos muy apretados, lo percibes como el desafío de encontrar una oportunidad oculta.
Vas a conectar placer, emoción, deseo, proactividad y, mucho más importante, diversión a que todo se desmorone a tu alrededor.
Y, cuando eso pasa, eres potencialmente invencible. La vida se convierte en un juego y ya sólo puedes pasártelo bien.
Si eso es un cliché, póngame dos docenas.
Además, a la gente en general el fracaso le pilla por sorpresa, como si lo emboscara en medio de un bosque, y se quedan amamonados, paralizados perdíos con las manos en alto.
Si de verdad te crees la película de que hay una oportunidad en fracasar, vas a estar esperando ese fracaso, no te va a pillar nunca por sorpresa.
Porque tú eres la jodida sorpresa para el fracaso.
Mola, eso me salió muy a lo «I am not in danger, Skyler... I am the danger».
Quedaría matizado el correo si ahora te vendiera la entrada a mi membresía de sorprender fracasos en una selva oscura, pero sólo me apetecía hablar de esto.
O quizá sea todo por las tres horas de sueño.
Cuestión: busca qué no estás viendo a tu alrededor por estar espantado y recreándote en tu desgracia.
Encontrarlo te va a dar algo más valioso que salir de esa situación, te va a dar la habilidad de salir de cualquier otra situación que se te estampe encima.
Porque va a volverte a pasar.
(porque la vida es sufrimiento)
¡Besitos volados!
Buenas y reflexiones Samu, muchas gracias por compartirlas
Qué gran reflexión Samu. Siempre me ha encantado la palabra "caos", además la uso mucho. Es en ese caos donde puedes estirar la mano, abrir los ojos, y decidir el siguiente universo que genera. Irónico que caos y calma deban ser usados conjuntamente. Abracito♥️