đTĂo, Âżseguro que quieres volver a Palestina?
Cuando leas esto, estarĂ© en un Boeing seven-eight-onewinwonwĂșn con destino a los paĂses que se niegan la existencia mutuamente (5 mins)
El correo de hoy viene con sorpresa, porque mi querida Jennifer McNamara, aka , aka la mejor locutora de Substack hispanohablante, se ha pasado por aquĂ para ser la voz en off del textito de hoy.
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Llevo viviendo fuera de mi pequeño terruño lleno de gente bonita desde que tengo veintiĂșn años.
Eso no significa que haya vivido once años ininterrumpidamente sin pisar Canarias. Estoy bastante seguro de que, desde entonces, nunca he pasado un año entero sin volver, al menos, algĂșn dĂa.
Pero da igual si son seis meses o dos dĂas; siempre es temporal, estar es la excepciĂłn.
Vivimos en la Ă©poca de la humanidad en la que cada sentimiento tiene un sĂndrome asociado, porque son las cadenas que se nos han ocurrido para poseer lo que no entendemos.
Los que vinieron antes tuvieron otras.
Ahora, para algunos, los que nos tocĂł esa suerte, estamos en un momento de tantear con la puntita del pie el sĂndrome postvacacional.
Trabajar es una lata, porque a tu cuerpo de mamĂfero gordo podrido le e n c a n t a hibernar quietito, sin hacer nada, y comiendo turrĂłn duro. AsĂ que, cuando toca currar de nuevo, se te pone panza arriba la psique.
Pues, en mi caso, a esa sensaciĂłn se le suma la del desarraigo.
Volver al trabajo después de las vacaciones no es sólo el abandono del ocio absoluto, sino el abandono de la gente que quiero, y eso jode mås que una alarma pronto por la mañana.
En cualquier caso, con el tiempo lo he naturalizado y entiendo que es lo que hay: las consecuencias de lo que he decidido por los motivos que yo me sé.
Y no aceptar tus responsabilidades es el mejor camino para el sufrimiento constante y duradero en la vida âš
AsĂ que esa pregunta del tĂtulo, que me hizo una amiga hace unos dĂas, es una pregunta recurrente, lo Ășnico que cambia es el destino.
Y este destino tiene otros implĂcitos muy concretos.
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(aunque ella no lo diga en el audio)
Un sitio diferente
Te voy a poner los implĂcitos en cursiva:
TĂo, Âżseguro que quieres volver a Palestina? Hay una guerra allĂ.
Ya he explicado alguna vez que no me da miedo Palestina ni lo que me pueda pasar allĂĄ.
No me apetece volver demasiado sobre eso porque me cuesta enfocarlo sin que dé la sensación de que me quisiera hacer el Action Man de la vida.
Pero, la verdad, para mĂ esa pregunta suena como:
TĂo, Âżseguro que quieres volver a Noruega? Hace mucho frĂo allĂ.
Bueno, pues me abrigo.
No sé si es porque estoy completamente loco, soy un temerario o un subnormal, pero tengo otras preocupaciones que colean mås fuerte que morirme.
Los de arriba son los implĂcitos equivocados.
Si alguien quisiera hacerme remover en la silla, tendrĂa que apuntar mĂĄs hacia a estos implĂcitos:
TĂo, Âżseguro que quieres volver a Palestina? Y crear algo bello que tendrĂĄs que volver a dejar atrĂĄs.
Una realidad diferente
Es probable que no lo sepas, los miranderos primigenios quizĂĄ lo intuyan, pero yo tengo una cruzada personal con la realidad. Por muchos motivos, pero el de hoy viene relacionado con las realidades que generas cuando estĂĄs en otros lugares.
La primera vez que me di cuenta fue cuando volvĂ, definitivamente, sin vuelo de regreso, de Argentina.
Nunca habĂa vivido fuera de España y, al volver, me di cuenta de que lo que yo era allĂ, mi vida y las personas que se quedaban, ya no existirĂan conmigo mĂĄs.
Que hubiese conocido a una chica maravillosa allĂ tampoco ayudaba.
Pues claro, siempre hay una chica, pero eso es otra historia
En ese momento yo no sabĂa quĂ© era esa sensaciĂłn de pantomima que, como buen humano del siglo, aprovechamos para acuñar como:
SĂndrome de la Pantomima
SentĂa una interrupciĂłn de lo que yo era, una sensaciĂłn de falsedad hacia mĂ mismo, como si acabara de ver una pelĂcula y esas personas a las que habĂa querido tanto ya sĂłlo pudieran ser actores de mis recuerdos.
Estuvo jodido el asunto.
Mal.
Pero esa misma sensaciĂłn se tuvo que repetir algunas veces mĂĄs, tras dejar otros sitios y otras personas, para entender que la gente se te teje dentro.
Uno no se da cuenta, pero las personas que quieres existen, incluso mĂĄs, contigo, cuando no estĂĄn presentes.
Las personas que quieres te constituyen como ser
Eres lo que eres gracias a ellos, es imposible dejarlos atrĂĄs, aunque no os volvĂĄis a ver nunca, igual que no puedes olvidarte un brazo.
AsĂ que entender eso me ha ayudado, desde entonces, a guardar ese Ășltimo abrazo vivo conmigo y permitirme estirar mi zona de confort, tanto, que ya le he dejado el elĂĄstico todo cedido y me la tengo que poner de pijama en vez de ropa de calle.
Bueno, para algunas cosas. Para otras, y quizĂĄ mĂĄs importantes, sigo siendo el campeĂłn de los cagones.
En fin, que sĂ,
Siempre quiero volver a Australia, a Palestina, a donde sea que toque después, porque yo vivo en mi cuerpo, el mundo es sólo paisaje, y cada fibra de mà tiene la firma de alguien que quise y me quiso lo suficiente como para componerme como soy.
Claro que quiero volver a Palestina, bobilĂn; quĂ© mĂĄs da, si tĂș vas a estar allĂ conmigo.
Si quieres leer mĂĄs de mis batallitas por Palestina estĂĄn todas aquĂ
Y, de regalo, unas tomas falsas de Jennifer leyendo sin querer mis notas de ediciĂłn đ”
El cafĂ© de hoy contigo, dulce con un toque amargo que es lo que le da cuerpo a lo autĂ©ntico como tĂș. Me encanta đ„°
Unas reflexiones muy bonitas e interesantes! Uno ha de estar donde siente que ha de estar, y no hay mĂĄs historia!
Ya sabes, espero que tengas buen viaje! đ