🍃Una historia épica te ha hecho posible, a ti, hijo de la gran puta
Un correo para los ombligos del mundo y sus circunstancias (5 mins)
Por movidas laborales, hace poco tuve que reenviar el currículum de alguien muy importante en el ámbito político a alguien muy importante en el ámbito académico. Los dos de diferentes países.
Es curioso este marear dignidades, porque los dos sabían que el otro alguien era importante, pero tenían que calibrar como cuánto. Para elegir bien la corbata, imagino. Por eso el intercambio de currículums antes del encuentro.
Como iba a estar en la reunión, leí también ese currículum y, después de una página llena de logros, distinciones, honores recibidos y defendidos por medio mundo, la última línea, como contrapeso a todo eso era:
He is married and has one daughter.
Está casado y tiene una hija.
Alguien me dijo hace una semana, cuando le comenté que no estaba bautizado ni tenía religión:
—Hostias, pues pensaba que eras supercatólico.
Y me reí, porque, cuando envío correos como este, tiene sentido que alguien crea que soy un meapilas.
Si lo piensas, hasta soy un poco como un cura: hablo del amor, sin tener pareja; de familia, sin tener hijos. De hecho, incluso peor que un cura, porque encima hablo de religión sin rezarle a nadie.
LECTOR: Esú, fuerte hipocresía, Samué.
Pero la verdad es que, más que en cualquier otra cosa, noto la edad en cómo filtro a mis parejas potenciales. No, no es justo decir la edad, lo que noto es ese instinto paternal latiendo.
Así que hoy te voy a hablar de eso, aun sin ser padre.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
Un día, en Jerusalén, una mujer israelí me dijo que yo no podía hablar de Gaza, porque no había estado allí. Cada uno se protege de la lluvia donde puede, supongo.
Le dije que una polla y que yo podía hablar de lo que me saliera de los cojones, por aquello de ser humano y que nada de lo humano me es ajeno.
Más o menos con estas palabras, pero en inglés.
Así que, desde ahí, voy a hablar de otro algo que me han dicho hace poco. Una de las declaraciones que más consiguen que me quiera sacar la piel a tiras finas, hacer un arpa y tocar el acompañamiento de un aria apocalíptica.
«Yo no elegí nacer»
Es profundamente triste.
Y no porque esa persona se sienta perdida o lo que sea; eso me da igual, perdidos estamos todos, que se busque ser especial en otra cosa. Digo que es triste porque, como te digo en el título: una historia épica te hizo posible.
Piénsalo,
Desde el inicio de los tiempos ha habido una batalla legendaria por matar a cada uno de tus ancestros, sin éxito.
Durante cientos de miles de millones de años, el mundo y el universo han tratado de matar a tu familia día tras día. Sin tregua. Antes incluso de ponerse sobre dos piernas y caminar; antes incluso de tener ojos en la cara. Toda la historia de tu dinastía vital ha sido enfrentarse a supervolcanes, meteoritos, glaciaciones y que le muerdan el culo mientras duermen o le metan una apuñalada para robarle el pan.
Y llega alguien, con toda la cara de Carlos II el Hechizado, mira para atrás y dice:
—Ay, pero yo no elegí nacer… UwU
Cállate la boca, hijo de puta. Un castell de dos mil millones de humanos sosteniéndote en lo alto y vienes tú a cagarte encima de todos ellos.
Imagínate estar mirando a la cara a tus antepasados que sobrevivieron a la guerra, a la peste, a invasiones mongolas, a la esclavitud, a las manadas de lobos hambrientos, a traiciones de clanes, a levantamientos, desastres naturales imposibles, a ser constantemente el pez más pequeño…
Si puedes mirarlos y decir polladas así sin que se te caiga la cara de vergüenza, es porque no te queda ninguna.
Vivir es una responsabilidad, no un lujo.
Un pacto sagrado con el que se peló los huevos y se cargó los ovarios a la espalda como si fuera el gran peso del mundo, que, de hecho, lo es: porque la vida no va de ti, egocéntrico comemierda, va de nosotros, como especie.
El ego se cura agachando la cabeza: tú, que ya no tienes religión, humilla la frente ante tus antepasados. Si quieres algo real en lo que creer, no hay nadie más real que ellos, nadie más real que los que te hicieron posible.
Porque, es verdad, nadie eligió nacer: nacer es la dignidad de pertenecer a la estirpe de los vivos. La vida no se elige, se ejecuta.
Claro que el mundo es terrible, y así seguirá. Claro que traer hijos a este mundo es traerlos al sufrimiento, pero es traerlos para que sean partícipes en ese camino hacia el fin del sufrimiento.
Tus hijos sufrirán la vida lo mismo que la sufres tu, pero serán un peldaño, indispensable, para que alguien, que no conoces ni conocerás nunca, pero que llevará tu sangre, conozca la vida plena y un mundo en paz.
Aprieta los dientes, no lo tienes más difícil que ese humano al que, como se le apagase el fuego por la noche, se moría, porque no sabía cómo coño encender uno nuevo.
Y ese humano también se sentía solo y perdido, y conocía la tristeza.
Ten hijos o no los tengas, pero échate el peso de la humanidad a la espalda y haz algo bueno por ella; ella lo ha hecho todo por que tú puedas decidir qué hacer con nuestro futuro.
Y eso es lo único que importa, el contrapeso real a todas esas otras minucias que hayas conseguido en la vida.
¡Besitos volados!
Grande Samu. Directo a la yugular.
Gracias por el golpe.
Y, aunque es costumbre, después de putear a diestra y siniestra, cerrar con "Besitos volados" me hizo reír mucho.
Somos el orgasmo de nuestro primer ancestro, que al dejarse
llevar por algo más que su instinto, ha dado a luz a la humanidad.
Somos instantes conscientes en el abismo que emana vida
y muerte al unísono, somos el universo inventándose a sí mismo.
❤️🔥😌