🍃Y que una mano salte libre sus hogueras
Hace tiempo alguien muy querido me obligó a escribir teatro y, como me encantan los textos dramáticos, lo hice. A mi manera. Por lo menos es corto, así que no tendrás que sufrir mucho.
UN JUEGO MUY SERIO
ACTO PRIMERO
Interior, segundo o tercer piso, marcas de muebles arrastrados. Una butaca, una ventana y una puerta.
ACTOR: (Sentado.) La partitura de los cuerpos. Cuadros en movimiento. Raro.
Un hombre mira por la ventana, desde fuera.
ACTOR: ¡Vete! Que te quiero, ¡vete! Señor mío. Perseverante. Vamos, ya no es usted un niño, podría morir. ¡Caramba! Y qué sería de mí solo en este mundo de tanta cercanía. Sería tan decepcionante... (Se levanta.) Teoría y forma del drama, dos puntos: si en el primer acto hay un hombre en la ventana, en el tercero tiene que volar.
ACTO SEGUNDO
ACTO TERCERO
ACTOR: Nada. Pero sigamos atentos a las palabras, ¡divinas palabras! No lo niego, va ganando usted. ¿Acaso no es usted un actor lo mismo que yo? (Triste.) Detesto el teatro por las acotaciones, uno debería saber cuándo estar triste. Ahora nadie nos va a tomar en serio. Uno tiene que saber cuándo ser vulgar, se puede hacer toda clase de cosas cuando la gente evita mirarte.
Aparece levitando una esfera de la convención.
ACTOR: ¿Qué hace esta esfera en la mustia soledad de mi cuarto? ¿Qué pasaría si esto se apagase? Terrible. Mi texto envarado, inmóvil, el gran yo del artista, ese «invertebrado prehistórico». Palabras aisladas, sumergidas. (A la esfera.) ¿Eres tú mi texto? Enigma. No es claro, pero es bueno que sea así, como la m… (Voltea al hombre.) ¡Lo voy a decir, caballero! ¡Como la muerte! Pero no caiga todavía, señor, afuera queda el mundo, dentro el arte. Si solo pudiera abrir esta ventana le dejaría pasar, pero es usted tan mundo… Una vez escribí un poema al que se le caían las letras, tal vez lo tenga por algún lado. (Busca en los bolsillos.) La trampa de la literatura, pero qué le voy a contar a usted. (Deja de buscar.) Un momento, eso es lo que, esa es otra, no puedes tener siempre lo que quieres. (Saca la mano y se muerde los dedos.) Tengo un demonio tatuado en el pecho y no se lo dejaré ver así como así, etcétera. Alguien diría en esta época: técnicamente, esto es una metáfora. Materializada, reflejada en el juego, ilegal, problemática. Pensemos como en 1921, cien años cobardes, prefacio de orinarnos encima escuchándonos a nosotros solos, en libertad, sin disculpas. Y la última desgracia; campana muda, inválida. Los jesuitas me hicieron erigirme como un artista, como un artista degenerado. Sí, porque él nunca habría hecho tal cosa como pedir el desayuno en la cama. Mucho que hablar, mucho que hablar sobre las sensaciones corporales de las relaciones con los patronos, pero la segunda parte es mejor, hay burros resbalando, toros y un viejo castillo.
ACTO CONVERGIDO SEGUNDO
ACTOR: Todas las asociaciones anteriores son esa serie de imágenes articuladas en mí. Dos historias. Una es una parodia. En otra se dice sí quiero, sí. La carne afirmada, el éxito de acabar con la forma, aunque sea muy discutido, en donde cada una de mis palabras se corresponde con una parte del cuerpo humano. (Acercándose a la ventana.) Despierta mi pupila de estrella azul, Mr. Outside. Dáñame. Estoy muy triste por no ir al faro, ya no habrá más días para ir. No lo sé.
Comienza una iluminación intermitente que no permite la atención humana.
ACTOR: Encuentra mi personalidad exacta, estoy pintando mi retrato. Acciones, rasgos de una manera discontinua. Yo te ofrezco un destino en el faro donde desnaturalizarnos. Nunca llegaremos a vernos nuestros contornos de la personalidad ni con el paso del tiempo. Años, guerra cotidiana de conocernos, Mr. Outside, ocultando la verdad. No puedo detenerme mucho en esto, estoy cosido a hábitos y costumbres como un puré de guisantes. Estoy enganchado a una inteligencia extraordinaria, lo exterior es mínimo, ¡consuela a tu hijo! (Le da un beso a través cristal. Paran las luces). Una madre con su hijo debajo de una ventana probándole un calcetín, despertando toda su consciencia interna. Las voces despertando dentro, ¿cuáles han sido los antecedentes? Hasta el momento tiene ocho hijos cangrejos vestidos de cachemir. (El hombre tiembla.) Quieto, deja de moverte tan exteriormente, ¿qué demonios se ha apoderado de usted? Recuerda las dedicatorias de los libros felices de nuestros tiempos, cuyos deseos son órdenes. Recuerda que la conciencia no es solo una y siempre está la posibilidad de la muerte o, peor, del cáncer de garganta. Brillo de acero, púrpura que detiene el tiempo por la necesidad de lenguaje. Necesito una voz distinta entre la belleza y la muerte. Quieto, deja de moverte, ¿qué estás mirando con semejante expresión de tristeza? (Brotan lágrimas del techo.) ¿Dónde está la alarma? Cosa absurda, pies múltiples, sujeto plural o nada; nadie sabe exactamente quién es, ni el que lo sabe todo sin haber estudiado. Sólo habladurías confundidas en el plomo del silencio del espíritu. Quizá falsamente duda. Yo soy amigo de Mr. Outside, pero no sé quién es ni de qué barro sale. Tenía esa capacidad de mezclar turbación con severidad con reconciliación con ofrendas de amor. (Mr. Outside besa el cristal y el agua cesa de caer.) Es que no me puedo callar. Sí, sí, nos vamos a pelear. Insoportable, soy un espasmo de maravilla, un aburrimiento egoísta, atravesado. Todo pierde importancia al alimentar las interpretaciones y las verdades omniscientes. Brillante. Demiurgo seleccionador de voces de duda negándose a sí mismo, iluminado a ratos. Miserablemente insuficiente, raquítico como Carmen Sotillo, con ojos de letra cursiva. Sin embargo, tú… difícilmente los animales y las bestias serían ridículos y mírate ahora, el cráneo deformado por asimilar el habla viva. Perorata, homilía o sermón, la vida es otra cosa, desconocida, guerra invisible, discreta, dirigiendo el coro de la vejez. Prodigio de encaje. Solo nos queda sepultarnos en libros y olvidar la voz atrapada en el horror y ordenar por escrito lo que no se dice con el morbo del desastre nuclear, del vértice del sufrimiento y del mal humano. (Se sienta.) No sé si habrá alguna pregunta.
No hay telón.