🍃El ladrón de palabras
¡Ah del barco! Hoy tenemos bandera negra, porque vamos a maravillarnos con una palabra extranjera y robarla para nosotros, como si fuéramos corsarios de la RAE. Búsqueda y captura en diez minutitos.
Yo creo que ya habrás notado que me gustan las palabras.
Y que, más concretamente, como creo que dijo Pérez-Reverte, si tuviera que quedarme con una patria esa sería la del español, como lengua.
Pero no me gustan los chovinismos (eso de exaltar lo propio frente lo extranjero) y hay veces que tenemos que aceptar que, simplemente, el español no alberga todas las palabras bonitas del mundo (sólo un pobre 99.9% de ellas).
Así que se me ha ocurrido que, cuando se dé la infrecuentísima circunstancia de toparme con ese 0.1% de palabras ajenas al español, traerlas aquí para compartir una sonrisa y maravillarnos juntos de esa bonita artesanía que es el lenguaje humano.
Lo que le falta al español
Hace unos meses empecé a aprender japonés por mi cuenta.
Tiene tres alfabetos, sólo memorizarlos ya es una torneta, y todavía quedaría por aprender vocabulario, fonética, gramática…
Por cierto, «torneta», otra bonita palabra (inventada) que le debo a un amigo, Alberto, y que, por el contexto, ya te imaginas una definición.
La cuestión es que, poco después de empezar con japonés, conseguí la posición de profe en Palestina y tuve que empezar a estudiar árabe.
Ya sólo tenía tiempo para una putada a la vez, así que lo dejé.
Pero hay veces que sigo dándome un paseo por el japonés y encuentro cosas como la que te traigo hoy, una palabra que expresa:
«El acto consciente de detenerse para permitirse saborear el mundo a nuestro alrededor. Desechar la prisa, no hablar siquiera; simplemente absorber nuestro entorno sin otro objetivo que ver».
Y los japos te lo ponen todo en tres sílabas, tracatá:
Yutori
(Que, para practicar mi hiragana, eso sería: ゆとり).
El concepto más próximo que se me ocurre es hygge (que, curiosamente, significa bigote en japonés) del danés y el noruego (y quizá en sueco tengan algo parecido), que lo podemos añadir a las hermosas palabras de hoy:
«Una forma de unión cotidiana, una placentera y muy apreciada experiencia de seguridad, igualdad, plenitud personal y conexión social espontanea. Incluye un estado psicológico agradable, acogedor, seguro y conocido, una atmósfera cálida que propicien el bienestar».
Ma’o’meno, pero no.
El término danés se va más a «estar a gustito» delante de una chimenea tomándote un chocolate caliente. Por algún motivo lo asocio más a una cena de hobbits felices que a una contemplación detenida del mundo, como parece que apunta yutori.
Desnudando palabras
Diría que las claves de yutori que la hacen tan guay son:
Acto consciente: no es algo espontaneo, requiere de la voluntad del sujeto.
Detenimiento, quietud: se rechaza la prisa, se amortigua el tiempo en favor de la observación.
Estar presente: la detención lleva inevitablemente a la presencia consciente en el momento.
Saborear: absorber sin objetivo lo que nos rodea, el mundo, no restrictivo a una atmósfera concreta.
Así que yutori es la voluntad de estar presente para saborear el entorno sin más objetivo que su absorción.
Integrar el mundo dentro de uno, como una meditación desde lo cotidiano.
El saqueo de palabras
La gente suele tener al inglés como modelo de lengua superabierta, que admite muchos extranjerismos, que tiene muchas palabas de diferente origen, que bla.
Bueno, eso lo hacen todas las lenguas.
Pero lo hacen siguiendo diferentes procesos y, por eso, a veces parece que no lo hacen, pero sí.
Cuando una lengua se roba una palabra de los bárbaros extranjeros porque no existe en la suya, puede tomarla directamente, tal cual es en la lengua bárbara, sin disimular ni un pelo (a esto lo llamamos extranjerismo; por ejemplo, software) o puede maquillarla un poquito (y sería un préstamo; por ejemplo, fútbol un poco diferente que football) o puede coserle un traje de flamenca y ponerla a zapatear (y esto es un calco: rascacielos, y no escaiscreiper ni skyscraper)
Por ejemplo, el préstamo de software probablemente habría sido sofuer o, para un hablante más conservador, sofgüer (el grupo -ft- no pinta nada en español, ni una -e muda, ni nada de eso) y el calco: blandículo, o algo así, en oposición a durículo (hardware).
Ojalá los informáticos hablaran así. Blandículo suena a hechizo de Harry Potter.
¿Qué determina que una palabra extranjera se convierta en extranjerismo o préstamo o calco?
Cállate, no preguntes cosas difíciles, enterao.
Bueno, la cosa es que depende de lo que es prestigioso lingüísticamente en el momento en que aparece la palabra (por ejemplo, ahora todo lo anglosajón es prestigioso, a principios del siglo XIX era lo francés), depende también de lo fácil o difícil que sea adaptar esa palabra (por ejemplo, no hay quien coño lea escaiscreiper sin marearse), cómo lo reciben y lo usan los hablantes y tal.
Pero lo interesante es que cada palabra sigue su propio proceso independiente, no se importan en bloques temáticos.
Por ejemplo, escribimos software (extranjerismo), pero decimos disco duro (calco de hard disk).
¿Por qué te he contado esto como si de repente estuviéramos en clase de semántica?
Porque, querido lector, tú y yo vamos a robar a esos putos japoneses su yutori, que me ha gustado pa’mí. ¿Por qué? Porque
Nombrar algo es darte la posibilidad de identificarlo, integrarlo y poseerlo; sacarlo del mundo y ponerlo dentro de ti.
Así que vamos a hacer eso, para poner un poco de yutori en nuestra vida.
Para el préstamo lo tendríamos fácil, la fonética japonesa es prácticamente igual a la española, quedaría tal cual: yutori o llutori.
Pero vamos a jugar con cómo sería el calco, para darle un toque español al asunto. Las piezas que tenemos son:
ゆ (yu) es una sílaba, sin más. No le podemos sacar significado para calcar, pero podríamos entenderla como una forma poética de 故 (yue), que significa razón o causa.
と (to) de aquí sí podemos sacar significado, porque en japonés se usa como conjunción copulativa, o sea, como nuestra «y». Pero, el kanji 戸 se lee igual y significa puerta o entrada.
り (ri) de nuevo, es una sílaba sin más, pero como sufijo verbal (puesta al final de un verbo) expresa acción completada o estado resultante, algo así como nuestro pretérito indefinido: en comió, la acción de comer está terminada.
ゆと (yuto) no significa nada en japonés, pero とり (tori) significa pájaro.
Así que, siguiendo estas ideas, esto es lo que se me ocurre para crear el neologismo (la nueva palabra en nuestra lengua):
Causa + pájaro/ave: causaviar (verbo), causavio (sustantivo) u originaviar, originavio.
También es posible razonaviar o razonavio, pero recuerda en español demasiado a un proceso de razonamiento que no parece estar en yutori.
Igual que motivario recordaría a motivación más que a motivo.
Causa + entrada (+ finalizado): causentrar o causentro (o causentrado); originentrar u originentro (u originentrado).
Causa y fin: causinar o causinal o causinado; originiar u originial u originiado; ¿princinar, princinal, princinado?
Mi favorita es «causavio».
Causentro fonéticamente queda demasiado brusca por esa -tr-. Además, causavio, por la parte aviar recoge ese sema de fluir, volar y tal. Aunque las de «causa y fin» tienen su aquel, también.
Otra forma de calcarla (y ya terminamos por hoy, te lo prometo) podría ser copiar su significado intínseco, no el significado literal de sus caracteres como hemos hecho arriba. Entonces, recapitulemos:
Yutori es la voluntad de estar presente para saborear el entorno sin más objetivo que su absorción. Integrar el mundo dentro de uno, como una meditación desde lo cotidiano.
A mí me viene a al cabeza la contemplación, el ensimismamiento, pero también el sosiego y hasta la parsimonia. Diría también admiración, pero tiene un sema de sorpresa o valoración que despista.
En una locución sería algo así como «contemplación sosegada», pero necesitamos una única palabra, son las reglas que me he inventado justo ahora, así que podría ser:
Sosegozar (verbo), sosegozo (sustantivo)
Me lo he pasado bien escribiendo esto, yo creo que lo haremos con otras palabras más adelante.
Si has creado otro neologismo de yutori diferente de causavio y sosegozo, coméntamelo y la sumamos a la lista.
Y si se te ocurren otras palabas bonitas que robar, dímelo y vemos cómo saquearles el diccionario a esos hijos de la gran chingada.
¡Besitos volados, corsario mío!
Si algún día te quedas sin correo antes que sin café:
Jajaja me puedo imaginar como te estabas riendo con blandiculo (yo lo leí en mi mente con el narrador del señor de los anillos), y de palabra para yutori estudia agozal que se puede parecer a arrozal ya que en Japón mucho arroz ya tu sabe, y gozal que es gozar en japonés/chino jajajaja
Yo voy con el equipo sosegozo, me suena mejor. :)