Como hago con desconocidos en la calle, hay veces que también le robo lo que dice algún amigo y te lo pongo aquí, como el título de hoy.
Hace unas semanas pasamos un par de días de fiesta en una casa en mitad de la nada, aquí, en Gran Canaria. Después de la primera noche, nos despertamos, tarde, y fuera seguía un amigo totalmente solo con la música puesta y una copa en la mano.
Le preguntamos si no se había ido a dormir:
—El que afloja, pierde.
Y se rio como el trastornado que es.
Llevamos algo más de un mes de Miradero diario y cada tanto alguien me escribe o me pregunta en persona si no descanso nunca de escribirlo, si escribo todos los días, si escribo varios posts y luego descanso algún día, si voy a hacer esto a diario para siempre, si no me estreso…
La verdad es que me gusta esto y, mientras me queden cosas por contar, no necesito un descanso. Ni siquiera lo pienso.
Esto para mí no es ir a la oficina a fichar, y sé que cuando alguno llega al final del correo y no ve un enlace de compra al pie, cortocircuita, porque es inexplicable que alguien dé tanto a cambio de nada.
A cambio de tu atención, sí, pero seamos justos, en el mundo que hemos creado regalamos nuestra atención a cosas como el tiktok de un gato maullando raro, y lo ves tres veces seguidas.
Pero suave, no hay que avergonzarse de ello (y si te avergüenza, cámbialo).
Ayer, Selvar Sunfo describió Miradero como el golpe de suerte de encontrarse dinero tirado en la calle.
Y sí, algún día tendrá que llegar el enlace de compra, pero lo cierto es que escribo mucho porque de verdad amo escribir y, para mí, y afortunadamente para algunos lectores,
Esto es algo así como una relación
No sé si tienes pareja (imagina que sí) o si vives con ella (imagina que no), pero figúrate que le dices:
Amor, a partir de ahora te voy a escribir tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes.
El finde no, porque libro.
No hace falta que te diga lo que te iba a pasar después.
Escribo muchos correos porque me apetece, porque disfruto con esto, porque hay gente que disfruta con ellos y, si no es tu caso, no los leas.
No lo digo con prepotencia, sino con una comprensión profundísima. Hay veces que no estamos para leer, sino para ver gatos maullando raro.
No te rayes.
Imagínate estos correos como una cita para un café conmigo. Todos los días voy a estar aquí soltando algún cuento, como mi amigo Jorge con su copa, y si no te puedes pasar una mañana, tampoco pasa nada.
Tienes mi permiso para pegarle un tortazo con el dedo a la notificación y quitarla del medio cuando te llegue.
Y, cuando estés para leer, vuelve.
Nosotros vamos a seguir aquí, porque el que afloja, pierde.
Bueno, ahí queda el mensaje para los miraderíes más díscolos.
Lo que es a ti, te dejo con Un resumen de la vida, un texto que escribí en una nota del móvil a dos días de volverme de Australia y que explica un poco por qué para mí, con escribir, ya estoy cobrando:
Un resumen de la vida
Es, entonces, la salud, las vías y sus travesaños, que dan oportunidad al caminar de máquinas, carretas y vagones; y han de ser estos últimos el amor, vehículo de la vida, hogar rodante de tibia discordia compartida por este o aquel traqueteo que, pese a todo, abraza al viajero en una llama fatua, e inapelable, de sentido.
Será, a su vez, de ese hipnótico olor con el que sólo lo tóxico es capaz de embaucar, el dinero, dorado combustible que espolea el gemir de ruedas hacia adelante, hacia el horizonte corredizo que hoy llamo Literatura, tistemente confundida con su hermano —del mismo modo que la Muerte lo es del Sueño— y bautizado Renombre. A él lo verás flanqueando las vías, encarnado en adornos florales, lápidas y exclamaciones pétreas de angustia: «SISTE VIATOR». ¡Detente! dicen al que pasa, para que recuerde su nombre y celebren el hito que marcaron con su último paso, como si de una escatológica competición de salto de vida se hubiera tratado todo.
Digo yo, viajero: líbrate de este mal con la ayuda del dios que prefieras, así como del beber del combustible, así como del dormir enroscado frente a la amantísima estufa, así como del atornillado de travesaños. Lo que es yo, le rezo a Palabra que se dibuja allá en las nubes, volátil no por capricho, sino por natura.
Hacia ella traqueteo, e incluso remo, cuando se me para el maquinar.
Lo sé, lo sé.
Me salió un poco intenso, qué le vamos a hacer.
¡Besitos volados!
P. D.: Tienes todavía un par de días (hasta el 11 de agosto) para jugar con nosotros a la primera entrega de la partida de rol que hemos empezado en Miradero.
Y si te has quedado sin correo antes que sin café:
De tantas formas que hay para satisfacer la sensibilidad que nos hace humanos, escribir es las más etérea y al mismo tiempo práctica de todas.
Cuando la pruebas a fondo es difícil aflojar.
A veces aflojar también es ganar 😃