🍃Este personaje no figura en el reparto
El texto dramático tiene su propia tramoya que, a veces, te trae sorpresas interesantes que no son fáciles de explicar. Seis minutitos y medio para ver de qué sorpresa hablo, hoy te sale barato.
Estoy leyendo Bodas de sangre en un libro que se me deshace en las manos.
Y no es de extrañar.
No marca año de impresión, pero ha de ser de las primeras de la Editorial Losada: pone en la contraportada «$1.50 m/arg» así que será de cuando la divisa argentina era el Peso moneda nacional.
Acabo de mirar mejor, sí pone año de impresión: 1944.
Igualmente, me daba una pista un tal José Álvarez Sánchez-Herédez (o Hernández) que firmó en cuatro páginas antes de que empiece el drama junto a: «La Coruña, 1946».
Uno de tantos gallegos que fue a Argentina, y culpable de que ahora los argentinos nos llamen a todos gallegos.
La cuestión es que, de algún modo, este libro llegó a manos de una señora italiana y, esa señora italiana, se lo dio a su nieto y, su nieto, Gianfranco, me lo ha dado a mí.
Y aquí estoy, tratando de no ser yo el que se cargue esta cadena de pases de balón al libro de Federico García superautografiado por José.
Hacía tiempo que no leía teatro y siempre hay algo morboso en leerlo.
Es como si estuvieras leyendo el manuscrito con las correcciones de una novela; o, mejor, con notas del autor al lado de cada párrafo explicando los efectos que pretende: «aquí el uso de frases cortas acelera la expectación», «se cambia la focalización a ella para verlo como un ser extraño»…
Pero hay veces que aparecen cosas en las didascalias que me dejan pensando, mira esto:
([La Luna] Desaparece entre los troncos, y vuelve la escena a su luz oscura. Sale una anciana totalmente cubierta por tenues paños verdeoscuro. Lleva los pies descalzos. Apenas si se le verá el rostro entre los pliegues. Este personaje no figura en el reparto.)
Este personaje no figura en el reparto.
El personaje en cuestión es la Mendiga, una alegoría de la muerte, pero Lorca le dice al futuro director que no lo incluya en el reparto.
(A Editorial Losada no sólo le importa un carajo lo que dice el dramaturgo, sino que la mete directamente en el índice de personajes como «La Muerte (como mendiga).», y olé)
¿Por qué querría Lorca eso?
Tanto la ausencia o presencia de «Mendiga» en el reparto pasaría inadvertida para el espectador. Entendería la ausencia de «Muerte», para evitar condicionar al público (aunque la obra se llame Bodas de sangre, ejem), pero Lorca llama al personaje «Mendiga» en todos sus parlamentos.
No es esta una edición crítica, esas con un prólogo filológico donde uno pueda consultar este tipo de cosas, pero me gusta pensar que Lorca no quería sorprender al espectador con la aparición de la Muerte, sino a los actores.
Imagínate que eres la Novia y estás repasando tu texto con Leonardo para la siguiente escena, el gran clímax de la obra: los dos perseguidos de noche en el bosque y declarándose ese amor descarnado, insano y contradictorio.
Sabes que toca el parlamento de la Luna, pero de pronto aparece por ahí una vieja descalza que se cuela en el escenario y empieza a declamar:
Esa luna se va, y ellos se acercan.
De aquí no pasan. El rumor del río
apagará con el rumor de troncos
el desgarrado vuelo de los gritos.
Aquí ha de ser, y pronto. Estoy cansada.
Abren los cofres, y los blancos hilos
aguardan por el suelo de la alcoba
cuerpos pesados con el cuello herido.
No se despierte un pájaro y la brisa,
recogiendo en su falda los gemidos,
huya con ellos por las negras copas
o los entierre por el blanco limo.
Te tiene que recorrer un no sé qué por todo el cuerpo. Un nosequé que tendría efecto sólo en la primera representación de la obra, en el estreno, pero quizá eso era suficiente para Lorca.
Leonardo sabe que va a morir, tanto el actor como el personaje, pero tú, la Novia, sobrevives, ¿o quizá ya no? Tal vez Federico cambió el final en el último momento, quizá ahora mueres, quizá tendrás que improvisar una escena nueva después de ese:
¡Huye!
Es justo que yo aquí muera
con los pies dentro del agua,
espinas en la cabeza.
Y que me lloren las hojas,
mujer perdida y doncella.
Puede que ahora aparezca el Novio en escena y te mate.
¿Qué espera Federico que digas? ¡Encima este acto es en verso! No puedes arruinarlo todo justo en ese momento, precisamente en este momento.
Así que hace mutis la Luna y os toca salir, y sales cagada de miedo sin saber qué carajo ha preparado en último momento el granadino.
Y ese miedo te acerca más que nada a la incertidumbre mortal de la Novia, y lo bordas.
Probablemente esto no fuera así, pero hubiera estado guay que sí lo fuera. Lo que está claro es que Lorca quería conseguir algo con ese «Este personaje no figura en el reparto», y quizá nunca sepamos el qué.
Y eso tiene su gracia, también.
¡Besitos volados!
P. D.: Mañana (el 4 de agosto) es el último día para que puedas participar en la siguiente serie que va a empezar en Miradero.
Te llevo avisando una casi una semana, luego no llores.
Ay, por favor, hoy café con Lorca!!!! Me has ganado de mano. Voy a releer Bodas de Sangre, que hace mucho que no le echo una buena legañada. Gracias por traerme a Federico un día como hoy. Feliz día.