🍃La primera vez que (no) me pagaron por escribir
Llevamos días con correos intensitos: que si dioses, ficción de realidad, análisis de poema y la madre que les parió a todos. Así que vamos a jugar a no pensar y contar una anécdota sin más ✨ (7 mins)
🍄 Seta-informativa: hoy tocaría capítulo de Antes de rendir el alma,
¡PERO!
Ha sucedido algo y necesitamos tu ayuda: hemos terminado el Primer Acto de la historia y hay una votación CRUCIAL antes de seguir.
Podemos continuar con uno de los protagonistas o crear uno nuevo entre todos. Queda muy poquito para que termine el plazo de la votación, así que pásate por aquí.
Repito lo de ¡¡CRUCIAL!! ☠️⛈️
Ahora te voy a dejar esta barra de suscripción por aquí para que hagas con ella lo que tú veas.
Y, si en vez de eso, ves un lindo «Suscrito», es tu señal para reenviar este correo a la tercera persona de tu lista de contactos, porque está enamorada de ti, anoche soñó contigo y pertenece a la realeza de un país africano que, si la ayudas con no sé qué historia de un pago, te va a dar parte de su fortuna.
Hola, soy Samuel y escribo gratis
L.E.A.: hoooooolaaaa, saaaaamuueeeeel
(Lectores y Escritores Anónimos; si esto no existe, debería)
Como muchos, he escrito, peor o mejor, toda la vida; como otros tantos, me escudé hasta hace no demasiado en que «escribir era mi hobby» para no echarle cojones y evitarme un posible fracaso en lo único que profundamente movía mi vida; y, como algunos, llegó un momento en el que me dejé de bobadas y fui honesto con lo que de verdad quiero, sin pensar en las consecuencias.
O, pensándolas, sin que me importaran.
En unos meses, D.V., se publicará mi primera novela, Caminos de vuelta, y empezaré a cobrar por lo que he escrito.
¡PERO!
Te voy a contar una historia del Samu algunos años más joven, cuando empezaba a restregarse de los ojos esa mentira del «hobby» para tantear la codiciada etiqueta de escritor profesional.
Si me esfuerzo, te puedo decir fecha de cuándo paso (porque soy un loquito que apunta cosas, como todos por aquí sabemos).
Va, me voy a esforzar.
Fue en octubre de 2021 y, por algún motivo, en ese mes tuve la necesidad de demostrarme a mí mismo una cosa: que podía ganar dinero escribiendo.
La gente generalmente considera que eres profesional en una disciplina cuando te pagan por ejercerla.
Esto que, en el mundo general, provoca encogida de hombros y sin más; en el mundo artístico hay veces que duele.
Creo que esa concepción de «profesional» es un error, y hasta un error perezoso, sin siquiera ganas de ser un error con fundamento, porque imagínate que mañana decides renunciar a tu sueldo, pero sigues yendo a trabajar en las mismas condiciones que ahora.
No me cuadra que, de pronto, pases a ser otra cosa o «voluntario», que significa que haces algo por voluntad, sin más especificación de bien, mal o regular.
Profesión, realmente, es aquello que uno profesa; o sea, en lo que se ocupa.
Que sea definida por recibir o no una compensación económica me da que viene más por el modelo CAPITALISTA ⛈️⛈️ (pausa para sonido de cánticos maoístas y botas en desfile), que no que venga por la consideración a la enorme cantidad de tiempo que uno invierte o ha invertido en ello para alcanzar un manejo muy eficaz.
Así que por eso no tenemos una palabra que signifique «es tu ocupación principal y la haces del carajo» sin meter el tema dinero de por medio.
Sólo se me ocurre «practicante», pero decir que eres escritor practicante suena a que le vas a clavar un verso en el culo a alguien.
Así que voy a crear una nueva que sustituya profesión:
Profesar + filia + grafía: dedicación amorosa a la escritura.
Y si lo quieres usar en general, tipo en vez de soy pintor profesional 🡪 soy pintor profiliar.
Si te suena a profiláctico, es porque el que con hambre se acuesta, con pan sueña. No puedo hacer nada contra eso, cochinito 🐵
Pues eso, que en aquel momento era un profilógrafo (o profiliógrafo, están las dos aceptadas en el Diccionario de Samusismos) que sentía la presión de considerarse profesional y, para ello, por los estándares universales, tenían que pagarme.
(pues todo esto, hasta aquí, ha sido sólo la introducción, tú me dirás si no es el de hoy un diseño textual maravillosamente hermoso y aleatorio ✨)
Hay veces que la gente, cuando va a escribir ficción, se pone un seudónimo, como para taparse el rubor de los mofletes. Yo, orgulloso escritor de frikismos, me puse un seudónimo para escribir copys: Eduardo Dartés.
Eduardo es mi segundo nombre y Dartés una mezcla rara de Domínguez y Martín, que tiene más sentido de lo que parece, pero ya me he fumado mucho tiempo con lo de profilografía como para explicar esta piedra también.
Así que me hice un perfil en uno de esos portales de freelancers —que yo me los imagino como esa máquina de aliens de peluche en Toy Story, mirando eeeeeelgaaaancho— y me puse a echar solicitudes en ofertas hasta que una me contactó.
Era para hacer uno de estos artículos comparativos, había que enfrentar las características de dos smartwatches y, lo típico, decir cuál era mejor para quién y tal.
Yo soy un tío bastante simplón, me entretengo fácil, así que, como era la primera vez que hacía algo así, me lo pasé bien. Recuerdo que le metí un tono relajado, medio divertidillo, que al gaaancho de la máquina de Toy Story le gustó mucho.
Si me esfuerzo, yo creo que puedo encontrar el chat.
Edu el Ameno, me dicen en el barrio.
Cuestión, que estrechamos manos virtualmente y seguimos adelante, porque la oferta era para ser el redactor de su página, y el texto que le había pasado era sólo una prueba, que pagarían en caso de que fuera buena.
Me he esforzado un poquito más y he conseguido el artículo, te pongo el primer párrafo, para que te hagas una idea:
Dicen que no se debe juzgar un libro por su portada, pero cuando tienes el libro 24/7 en la muñeca, la portada termina ganando importancia. El diseño en los smartwatches puede terminar resultando ese contrapeso que decante la decisión de compra hacia uno u otro, pero este no va a ser el caso para elegir entre el Fitbit Versa 3 y el Fitbit Sense, porque sus diseños son completamente idénticos.
Así que llegamos a la parte wena, a la parte del parné, la plata, los cuartos, pero, iluso y pequeño Samu, el tipo me pedía factura y yo no tenía ni idea de cómo expedirla.
Me puse a mirar tema de autónomos, lo de actividad económica no habitual y todo ese rollo y, al final, números arriba, números abajo, pasé de cobrar el artículo.
Nunca llegué a tener esos veinte euros, pero no me hacían falta, porque el joven profilógrafo había ganado algo más valioso: saber que escribía cosas que costaban dinero.
EMPRESARIO: Jajajja, pringado.
No te digo yo que no. Hijo de puta.
Dudo que ese haya sido el momento clic en mi pasado que me hizo confiar en mi escritura, pero algo ayudó, así que, más allá del recuerdo entre ridículo y bisoño, la considero una memoria alegre.
Recuerdo que como por 2022 hice una búsqueda de un fragmento del texto y habían terminado usándolo en su página (ya no está). Espero que les haya ido bien… a esos cerdos explotadores de la PATRONAL (sonido de botas en desfile y fanfarrias comunistas).
Es bromita, sólo por el chistecillo.
Como con la mayoría de cosas, me dan igual lo mismo los de rojo que los de corbata. Que sean felices con lo suyo y me dejen en paz.
Igual que te dejo a ti ya, que es tarde, ¡besitos voladowws!
P. D.: Acuérdate de votar en Antes de rendir el alma, coño.
Cobarde!! Jajaja
Joder! Cómo voy a votar, si lo acabo de descubrir y tengo que empezar por el primero??? Detén la historia.
(Marta se pone a buscar el curso de lectura rápida que nunca acabó de leer)