🍃Lo que pasa cuando memorizas poesía
Déjame hablarte de este superpoder olvidado por la sociedad que le pregunta hasta la hora al ChatGPT (6 mins)
Cuando vivía en Australia se me ocurrió algo.
Me propuse cada semana memorizar un poema que me gustara. Bueno, me duró tres semanas el empeño,
¡PERO!
Ahora, dos años después, me sé tres poemas de memoria, así que no salió tan mal el asunto.
Si eres un mirandero primigenio, ya sabes que uno de mis pactos conmigo mismo para permitirme exponer tanto de mi vida en intehné, es que, de vez en cuando, siguiendo un patrón bastante arbitrario que a veces ni yo entiendo, decido guardarme algo sólo para mí.
Los nombres de esos tres poemas van a ser uno de esos algos.
Pero eso no es importante, lo importante es que, a raíz de una conversación con
, recordé aquello y pensé: tengo que hablar un día de lo que aprendí memorizando poemas.Rose, por cierto, escribe poesía en Substack y es de esas personas a las que guardo un especial respeto porque, teniendo el inglés por lengua materna —algo por lo que muchos escritores españoles, con alma de rata mendiga literaria, matarían a su descendencia y se cortarían los huevos después a cambio de tener—, digo que, aun teniendo la lengua del César contemporáneo por materna, deciden hacer del español su lengua literaria.
Y eso es admirable.
Así que, si le quieres devolver el gesto con la gratitud de suscribirte, seguro que le das una alegría, a ella y al Parnaso español.
¡PERO!
Recuerda que aquí hemos venido a hablar de MÍ, de lo listo que soy y de todo lo que te voy a contar fruto de mi cerebro grande y poderoso.
Agárrate el aparato de mear, porque
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El ✨👁️ v a l o r 👁️✨
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
Mi amigo invisible
Una parte de mi vida en Australia me la pasé cabreado.
Muy concretamente: la parte de bajar de mi casa y tomar el tram hasta llegar a la estación de trenes para ir al trabajo.
A partir de ahí, todo se relajaba, pero esos diez o doce minutos de trayecto me los pasaba de auténtica mala hostia, porque se daba, todos los días, una de esas situaciones de sálvese quien pueda al entrar al tram.
Ese egoísmo barato de querer entrar primero porque los trams venían llenísimos. Ver y participar en esa indigencia social me dejaba... Luego a la tarde me iba al gimnasio, le pegaba un par de patadas al saco, me llevaba unas cuantas piñas y ya reseteaba los nervios hasta el día siguiente.
¡SIN EMBARGO!
Empecé a memorizar poesía y, sin querer, gané un acompañante secreto.
Además, no es lo mismo ver a un tipo que se cuela entre la gente, con esa mirada de alimaña rastrera, para asegurarse de que no espera dos minutos al siguiente tram, y rechinarle los dientes, que verlo y suene en tu cabeza algo como: «¡Oh, mundo en que nací! ¡Oh mundo, ahora triste morada mía!» o que alguien salta al asiento que se queda libre como a por un salvavidas y: «Los que quedan no son locos: son malos, tontos o ruines».
Cuestión,
Que memorizar poesía te permite tener literatura contigo allá donde estés, en cualquier situación. No para que te contenga los nervios, sino imagínate que estas esperando, conduciendo, caminando… En vez de ponerte un audiolibro y que la literatura venga para irse, tienes la literatura contigo, para siempre, la puedes rebobinar, ir a la estrofa que te apetezca y leerla en manos libres.
Si estás en Miradero es porque, a lo poquitisisimo, tienes una inquietud creciente hacia la literatura, a lo mucho, sacrificas recién nacidos a Nisaba y escribes poemas con su sangre.
En ese espectro se mueven los miranderos, por si eres nuevo y no sabías dónde te has metido.
A lo que iba, que me despistas con tus cosas,
Memorizar poemas te estrecha de un modo casi místico con la literatura: de verdad la haces formar parte de ti, es complicado de explicar, pero da alguno momentos de felicidad muy intensa.
Un filtro que ponerle a la vida
Una vez estaba en la playa de las Canteras, de noche con una amiga, Mine, y mirábamos el mar charlando. En algún momento, me fijé en esas deformaciones que hacen las farolas en el mar, esos reflejos alargados que se adentran paralelos hacia la noche.
El de Lucian Blaga no es uno de los poemas que me sé, pero, si me lo hubiera sabido, me podría haber recitado dentro esas: «Viñas rojas, / viñas verdes ahogan las casas bajo salvajes tallos / poderosos, como pólipos / que apretasen en sus brazos una víctima».
Memorizar poesía te da la posibilidad de ponerle banda sonora a la vida, banda sonora poética, imagínate viendo un amanecer y poder decirle, desde tu cabeza, sin quitarle la mirada:
Bermejazo platero de las cumbres
a cuya luz se espulga la canalla:
la ninfa Dafne, que se afufa y calla,
si la quieres gozar, paga y no alumbres.
Estoy seguro de que tu día va a empezar muy diferente.
Una mente maravillosa, pero versión palabritas
Igual que te llevas el poema contigo para sofocarte una espera o ponerle el Hans Zimmer literario a la vida, te lo puedes llevar para analizarlo.
De vez en cuando traemos por aquí poemas y los analizamos, pero nunca vas a entender tanto un texto como si lo memorizas, por mucho que lo subrayes con muchos colores. Es simplemente otro nivel de profundidad.
Un poema es una obra de retorno, necesita el regreso y la renovación de la lectura: si una novela es un camino, un poema es una planta. Y puedes darle ese retorno sin siquiera desbloquear la pantalla del móvil.
Mientras esperas, en vez de estar scrolleando, estás analizando un poema. Imagínate lo tremendamente poderoso que es, no para que escribas un correo haciéndote el gafapasta como yo, sino porque acostumbras a tu cerebro a esa «frecuencia», digamos.
A malear palabras sin más mesa de trabajo que sí mismo.
Si escribes, no creo que haga falta que insista más en lo crema que es esto.
Fast literature, slow literature
Hay muchas aplicaciones para contar cuántos libros te has leído, cuántos vas al mes, cuántos quieres leer en un año.
La rapidez de consumo también llega a la literatura, por muy guays que queramos parecer paseando un libro por el metro, en verdad hemos caído en lo mismo: cuanto más, mejor; cuanto más rápido, aun mejor.
Memorizar un poema es un compromiso, lento, frágil al principio, pero que puede durar para toda la vida, como los buenos matrimonios. Es una manera de detenerte, casi meditativamente, y guardarte un tiempo para no avanzar, no consumir novedad, sino explorar lo conocido.
Un ejercicio de paciencia y contemplación.
En fin,
Evidentemente, ahora te voy a pedir que elijas un poema, pequeñito, y te lo aprendas durante la semana.
Yo lo voy a hacer, así que no estarás solo.
Me cuentas la próxima semana.
¡Besitos volados!
P. D.: ¡Se requiere tu presencia en esta votación! 🚨🚨
Estamos eligiendo la voz del narrador para empezar a convertir Antes de rendir el alma en audiolibro.
Si no, también puedes memorizar la serie y contarla por las calles como los recitadores de la Divina comedia en Venecia.
Te dejo aquí el enlace a los textos que cité arriba:
⮤ «Si eres un mirandero primigenio, ya sabes que uno de mis pactos conmigo mismo para permitirme exponer tanto de mi vida en intehné»
⮤ «De vez en cuando traemos por aquí poemas y los analizamos, pero nunca vas a entender tanto un texto como si lo memorizas, por mucho que lo subrayes con muchos colores»
¿Vale memorizar un haiku? Mi memoria no da para más.
De verdad que qué volado estás hombre! Cuántas perlas de sabiduría poética!!
Mis momentos "guaooo" durante la lectura:
"Memorizar poemas te estrecha de un modo casi místico con la literatura..."
"Memorizar poesía te da la posibilidad de ponerle banda sonora a la vida..."
"Un poema es una planta".
"Un ejercicio de paciencia y contemplación".
Lo más interesante es que hace unos días estaba pensando en lo mucho que me gusta la poesía y coqueteando con la posibilidad de retomar escribirla.
Pocas veces he memorizado poemas, la verdad, me acabas de despertar el interés por un nuevo y muy interesante pasatiempo (memorizar poesía)❤️🔥