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Hay expresiones y términos que me van rondando a cada tanto, como las estaciones.
La última vez me pasó con el síndrome del impostor síndrome del impostor síndrome del impostor, y escribí un post de los de tener que encenderte un fasito para pillar cobertura.
Ahora le toca a la marca personal.
Te prometo que este no va a ser tan intenso, porque el conflicto con la identidad lo tenía bastante desgranado antes de escribir aquel post, el tema con la marca personal me pilla sin reflexión previa.
Esta vez va más de mí aclarándome las ideas en una charla contigo;
Así,
En confiancita.
Si alguien te ha reenviado esto, es porque tengo bots que se hacen pasar por tus amigos para convencerte de que a ellos les gusta Miradero, pero no es así, uso sus cuentas en contra de su voluntad y les pago por su silencio con el dinero que ha empezado a darme la gente; gente previamente engañada por un bot, como tú.
Pero tenemos café y pastas, vente ✨
¿Qué es una Marca Personal?
Según la RAE, «marca»…
Es bromita, nunca me verás empezando un primer párrafo con la cita fácil de la RAE para embragar.
Tú ya sabes lo que es una marca sin necesitar que un heraldo te lea el real diccionario.
La cuestión es cómo hemos normalizado tan fácil convertir a las personas en marcas, porque, una marca, más allá de su entrada de diccionario, es una ficción.
LECTOR: ¿Ya estamos de vuelta con que todo es una ficción?
Estamos.
Los miranderos primigenios ya sabrán que creo (yo y mucha más gente, esto no es invento mío) que la humanidad ha podido ser la macro civilización que conocemos gracias al poder de la ficción.
Cuando sumo ficción + civilización tal vez te vengan a la mente los mitos y, sí, en parte por ahí también van los tiros, pero ahora estoy hablando del concepto de ficción más nuclear; o sea, la imaginación colectiva.
Cosas que no existen más allá de la historia que las cuenta.
Y eso no significa que esas cosas sean mentira.
Un mito no existe, pero cuenta verdades de la naturaleza humana; una marca no existe, pero funciona como paraguas, que acoge individualidades que sí existen, para agruparlas en algo mayor y nominable.
Mayor incluso que la suma física de las individualidades, porque el resultado es un concepto, y el concepto siempre desborda a la materia.
¿De momento me sigues? Vale, porque yo me he perdido.
LECTOR: Es que con un ejemplo se entienden mejor las personas.
Tirma.
Tirma es una empresa canaria que hace chocolates.
Hace unas semanas estaba comprando en una tiendita de pueblo, aquí, en Palestina, y me vi una puta caja de ambrosías Tirma. Un aplauso para ellos, me cago en los diablos.
Pero ¿Tirma SA existe?
Bueno, tendrá unos doscientos empleados. Esas personas existen, y producen chocolates que también existen, pero Tirma no es sus empleados o sus chocolates. No puedes tomar a un carretillero del almacén, levantarlo como a Simba y decir:
—He aquí… ¡Tirma!
La empresa no está en ninguna de sus partes.
Tampoco sirve si señalas los papeles en el registro mercantil o una oficina o una fábrica y dices: esta es la empresa. Realmente no. Esa es una fábrica de la empresa, pero la empresa como tal sólo existe en la imaginación de las personas: es ese paraguas abstracto, conceptual, que engloba a todos los que trabajan hacia un mismo propósito.
Pero el paraguas en sí es una ficción: la marca es una ficción, no existe.
El caso,
Que a mí me han dicho que tengo una marca personal y me han metido en un problema.
Tiene sentido que, para coordinar a un grupo grande de personas como una empresa, una ciudad, un país, una cultura utilices una ficción que les sirva de flecha hacia dónde remar juntos.
Pero, mierda, ¿necesitamos eso para coordinar a una sola persona?
¿Cómo de grande y compartimentado tienes el ego, hijo de puta? Si necesitas presentarte como un mito para poder coordinarte a ti mismo.
Creo que los marketeros a los que se les ocurrió el nombre no lo pensaron bien…
O quizá lo pensaron muuuy bien.
Cuando alguien dice «marca personal» lo primero que me viene a la cabeza es un influencer. Ese tío es una ficción de sí mismo, no cabe duda.
Y no es una crítica, porque tú también eres una ficción de ti mismo.
¿O te comportas igual con un amigo que con tu hijo que con tu jefe que con un completo desconocido? Probablemente no. A cada uno de ellos le muestras una fracción de lo que eres o de lo que eres capaz de ser: le muestras una ficción de ti mismo que actúa por el conjunto, una proyección que sale del núcleo oculto de tu ser.
Todos, sin excepción, en la sociedad, somos marcas personales. Todos somos ficciones de nosotros mismos.
La diferencia es que «ahora» hay gente que ha empezado a profesionalizar y monetizar eso: cómo crear la proyección más proyectosamente irresistible para que te pongas en pompa cuando cuente tres.
Si lo piensas, es una fumada: una persona ficcionalizándose a sí misma para conseguir equis; una persona desdibujando su existencia a propósito para alcanzar un objetivo económico o social.
Da para relato de ciencia ficción.
Nadie quiere ser actor, todos quieren ser actor estrella.
Fernando Fernán Gómez
Estamos, quizá, en la única época de la humanidad donde todos tenemos la posibilidad de ser actor estrella, aunque sea cinco minutos; menos, aunque sea en un tuit o en un tiktok viral.
Vamos a flipar con lo que se viene.
Pero ahora déjame citarte el que es fácilmente uno de los diez mejores textos de la literatura universal:
將鴨胸用廚房紙巾先擦乾,鴨胸皮的部分斜切出格紋(注意不要切到肉)
再將兩面灑上一些鹽和黑胡椒
準備平底鍋,先上一點橄欖油,然後將鴨胸皮放上平底鍋煎六分鐘
再翻面煎六分鐘,中間過程都需用廚房紙巾將多餘的油擦掉,若喜歡吃熟一點就再煎久一點
最後將鴨胸用鋁箔紙包住保溫
橙汁製作,用約十五毫升的橙汁加熱,並加上蜂蜜,煮至有點濃稠度即可
Bueno, vale, eso era una receta de pato a la naranja, este es el de verdad:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
La vida es sueño no porque sea mentira, sino porque es imposible que sea real, porque todos estamos proyectando e interpretando versiones incompletas de nosotros, los otros y el mundo.
Tal vez por eso es tan poderoso el amor, no el enamoramiento: el amor, porque quizá sea lo único que apela al ser, lo único que consigue franquear las ficciones del mundo para dejarte ver la realidad.
El amor es el reconocimiento mutuo de existir, a pesar de todo.
Así que di si quieres que tienes una marca personal, si te quieres hacer el cool, pero asegúrate de que detrás siga habiendo alguien capaz de amar, si no, lo vas a pudrir todo.
Y te vas a terminar matando.
¡Besitos volados!
¿Te ha dejado con mal cuerpo eso último? Pues aquí tienes el otro post, que he citado al principio, para que te remate:
⮤ «La última vez me pasó con el síndrome del impostor síndrome del impostor síndrome del impostor, y escribí un post de los de tener que encenderte un fasito para pillar cobertura.».
Y, hablando de sueño, si te apetece despejarte de esto, estamos escribiendo un relato conjunto, cada autor un capítulo, en unos días escribiré mi parte, ¡así que ve poniéndote al día!
P.D.: La de hoy es una reflexión profundamente inacabada; si te apetece, bájate a los comentarios a dar un poco de luz a todo esto.
Si tienes una newsletter y te has quedado con la magua, mójate y reflexiona sobre las marcas personales en tu espacio, te leeré con ganas.
(y magua significa desconsuelo por las tierras de Tirma)
P.D. 2: Substack me sigue metiendo banners de ¡Actualiza a la versión de pago!, si ves alguno en un sitio raro, avísame para ver si lo puedo desactivar.
“La vida es sueño no porque sea mentira, sino porque es imposible que sea real, porque todos estamos proyectando e interpretando versiones incompletas de nosotros, los otros y el mundo.”
Es muy interesante pensar en ello.
¡Pero! Pregunta:
¿Tienemos que ser una ficción solo porque estamos mostrando versiones incompletas de nosotros mismos en varios entornos?
¿Qué pasa si en lugar de ser ficción, somos un millón de verdades fractalizadas de nosotros mismos siendo amplificadas de manera diferente?
Mostrar un vistazo o ángulo de un lado de mí no es ficcionar la parte de mí que no se ve actualmente, sino que es igual de cierta.
Es un yo soy yo y mis versiones. Al igual que mi realidad no es la realidad. Y a veces lo que creemos que somos y proyectamos hacia fuera no tiene nada que ver con cómo nos perciben. Puedes creerte muy cool, como tú dices, pero quien te mira piensa... Pardillo, más que pardillo.
Lo que no sé es si actúamos siempre ante los demás y sólo somos nuestra marca personal cuando estamos en soledad. Sinceramente nos da miedo mostrarnos al mundo.
No sé. Da qué pensar... De buena mañana no me va bien!
Saludos!