🍃Samu: mentiras sobre el humano que hay detrás
Convalida por un audio de wasap largo (5 mins)
Cuando tienes una newsletter, o cualquier otra cosa pública, idealmente ha de llegar un momento en el que hay más lectores sin acceso privado a ti que con capacidad de mandarte un wasap, llamarte y preguntarte cosas.
En mi caso, supongo que técnicamente eso pasó en septiembre del año pasado, cuando rebasé los cien suscriptores, pero ahora es mucho más evidente.
La cosa es que estos días he estado charlando con algunos amigos con los que hacía tiempo que no hablaba, contándonos cómo iba la vida, y me he dado cuenta de que quizá tú te haces esas mismas preguntas.
Y, como cada vez que te digo que me escribas al correo para decirme holita y abrir esa vía de doble sentido, dices:
LECTOR: ¡Ay, no! Qué vergüenza, ¿y qué te digo? ¡Qué vas a pensar!
Se me ha ocurrido escribirte uno de esos resúmenes, como si hiciera mucho que no habláramos, para que veas que no pasa nada por hablar de uno.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
Es mentira que no tenga tiempo
Me lo digo yo para darme una excusa por las cosas que me fallan, por descuidar mis relaciones, no leer esos mensajes acumulados y ese audio largo que me dejó alguien en espera.
Por no escribir eso que dije que escribiría, y que sería bueno que escribiera.
Si te cuento sobre mis días laborables, se parecen a una apisonadora especializada en escachar Samus muy finitos contra el suelo, sin parar de perseguirme los talones hasta bien entrada la noche.
Pero mira mis fines de semana.
Recuerdan demasiado a una reparación de la Estación Espacial. Todo envuelto en un silencio eterno, lento, sin gravedad, y con el mundo mediado por un guante grueso y desteñido.
Se me concentra la vida entresemanas, luego me dejo morir un poco, los ojos como perdidos, buscando algo que no está. Y me recuerdo eso que me dije una vez, un descubrimiento profundo y accidental de la vida:
«Eres lo que haces cuando no tienes nada que hacer»
Así que yo, en verdad, soy ausencia.
Es mentira este equilibrio
Digo que haría mi trabajo mejor si no escribiera, que escribiría mejor si no trabajara, y me mantengo en ese equilibrio del «si me pusiera de puntillas de verdad llegaría al bote de las galletas», pero hay veces que dudo de que me apetezcan más galletas.
Porque lo cierto es que llevo meses dedicando más tiempo a descubrir cómo ganar lectores que a cómo hacer mejor literatura.
Y tengo un pensamiento intrusivo, que es más una fantasía intrusiva, de bajarme del miradero sin avisar, meterme debajo de una mesa y volver a rodearme de libros y de papeles desordenados por el suelo.
Aunque eso no es más que la romantización de algo que no existe, porque sé que funciono por anclas.
Anclas en mi rutina de las que puedo colgar otras cosas que quiera hacer. El trabajo es una y Miradero es otra; sin ellas, mis días serían una corriente salobre, pesada, que me llevarían en un río lento, curvándose sobre sí mismo hasta desaparecerme.
Lo que seguro que después de desaparecer, viene lo bueno, y quizá esas anclas son en verdad distracciones del resto, pero eso ya para otro día.
Es mentira que me sienta solo
La gente me quiere y me lo demuestra, no creo que haya muchas personas en el mundo más afortunadas que yo en este estar rodeado por tanto amor.
Lo que pasa es que tengo la costumbre de hacer mi cama sobre un balancín y necesito meter una mujer desnuda dentro para balancearlo.
Hace poco he empezado a creer que este país desprende una energía sexual reprimida que me estoy bebiendo por los poros. Aunque esta sólo puede ser otra excusa más, porque esto no es nuevo.
Desde hace años que ando buscando a esa persona con mayúsculas para construir una vida, pero quizá he hecho esas mayúsculas demasiado pesadas para la espalda de nadie. Quizá es mentira, también, que la vida tenga que construirse y que las premisas estuvieran equivocadas desde el principio: que el balancín no está en mi cama, sino en lo que me queda de corazón.
Y nadie quiere vivir manteniendo el equilibrio para siempre.
Es mentira que viva solo
Porque han vuelto los mosquitos.
Pero han evolucionado durante el invierno para no hacer ruido al volar, así que tienen mi bienvenida.
Vivo también con una casa que se desordena, una terraza que se llena de polvo, una nevera que se vacía y unos platos que se mueren por jugar al Twister en cuanto me despisto.
Creo que en verdad son pequeños duendes que quieren hacerme compañía, pero no saben cómo relacionarse con humanos. No fueron a la primaria duendil, sino que los educaron en casa; no tienen muchas habilidades sociales, así que los pobres hacen lo que pueden.
Hay veces que alguno asoma el gorrito rojo por el borde del bote de sal y me mira con cara de: «seguro que haberme acabado el agua caliente lo pone muy contento hoy».
Es mentira que tenga planes para el futuro
Sigo con mi proyecto de vivir mil vidas.
Sigo con ganas de viajar más y de asentarme, con ganas de investigar académicamente y de escribir en exclusiva, con ganas de dar clases y de pasar a dirección, con ganas de explorar otras formas de contar y de centrarme sólo en la literatura, con ganas de tener una familia y de morirme bien, con ganas de regresarme y de volverme.
Pero vamos a dejarlo aquí, que si no este también va a ser otro de esos correos que acumules por ser demasiado largo.
Si te apetece preguntarme algo más o continuar la conversación, ya depende de ti: samuel@sdominguez.com
¡Besitos volados!
Te dejo aquí el enlace a la referencia que dejé arriba:
⮤ «Porque han vuelto los mosquitos»
Me gusta como escribes cuando nos pones a todos al día del tirón. Mi pregunta y la hago pública en vez de por correo para que nos enteremos todos los miranderos es ¿en serio te pones tan literario vía audio?
PD: Espero que no dejes de escribir Miradero, pero si lo haces, seguiré leyéndote en papel 😊
PPD: me encanta leerte en papel 🙃
“La cosa es que estos días he estado charlando con algunos amigos con los que hacía tiempo que no hablaba, contándonos cómo iba la vida, y me he dado cuenta de que quizá tú te haces esas mismas preguntas.”
Disfruté de la actualización de hoy. Y aunque de alguna manera siento que no me contengo en mis respuestas, la culpa de tomar demasiado tiempo de otra persona sigue siendo un miedo persistente (aunque quizás infundado). Porque los que no estén interesados se irán, y tú sabrás que no debes intentarlo de nuevo.
Realmente echo de menos mis días de escribir cartas. Las conversaciones fluyen de manera diferente a las del teléfono y 100% diferentes a las de texto.
Así que me trajiste un poco de eso hoy. Y eso me hace feliz.