🍃Guía para perder la cabeza
Sólo tienes que hacerte una newsletter diaria y ya estarás en la autopista de las panderetas mentales. Te cuento más en siete minutillos.
Justamente este es el correo número cien de Miradero 🎉
Pero no vengo a hablarte otra vez de la historia de Cherokee y su método de la práctica compulsiva, ni vamos a celebrar el (casi) segundo aniversario mirandero.
Sólo te voy a contar una cosa que me pasó anoche.
Si acabas de llegar, quizá no sepas que vivo en Palestina, pero bastante gente, después de aquella carrera de misiles en la noche, me preguntó que cómo me sentí al ver algo así, en vivo, sobrevolándote.
Les digo eso que conté en el correo, que, en conjunto, fue como un terminar de despertar a la magnitud que tiene vivir aquí y, en específico en ese momento, sentí algo así como si se me erizara el estómago. No lo llamaría impotencia, porque creo que la impotencia implica un querer hacer y no poder; viendo aquello en el cielo, sin saber a dónde apuntaba, creo que sentí más bien un suspenso expectante, un «y si cae aquí» flojo, como la lotería de Navidad.
Algo que está totalmente fuera de tu control y que no hay nada que puedas hacer para evitarlo.
Supongo que en ese punto sólo te queda paniquear o entenderlo como una liberación de responsabilidades, un ya no estás a los mandos de lo que pueda pasar, así que ya qué.
Eso les digo.
Lo que no le cuento a la gente que pregunta esto es que, ahí, en el balcón, en cuanto vi que los misiles seguían hacia Jerusalén, pensé:
Mierda, se me va a llenar la casa de mosquitos.
Y corrí a cerrar la puerta del balcón.
El primer día, hace ya casi un mes, al llegar a mi casa, hacía un calor demencial y cometí el terribilísimo error que me acompaña hasta hoy: abrir la puerta del balcón a todo lo que da y todas las ventanas. Toda la tarde hasta ya entrada la noche.
Entonces, sentado en el escritorio, cuando escuché el primer mosquito, pensé:
Oh, Dios, qué he hecho.
Y tú me dirás:
—Bueno, Samu, mi niño… Compra uno de esos enchufes mata mosquitos y ya está, no seas dramas.
¡Pero no pueeeeedo! ☠️⛈️
Porque tengo una madre hippie, hereje, enciende-inciensos que de pequeño me enseñó que no debía matar cosas vivas, así que la consecuencia ha sido un mes de ir a dormir con tapones y abandonándome al destino de que media población de mosquitos palestinos me cenen y desayunen todas las noches.
Y a la mañana siguiente los veo gordos y torpes, reposando sin cuidado contra el blanco de cualquier pared, porque hasta ellos saben que les ha tocado un humano imbécil que no los va a matar.
Bueno, todo este tiempo llevo pensando, claro, que debería buscar un tutorial para hacer un repelente natural o algo de eso, pero, como estoy liado con cosas, se me olvida, y siempre llego a la noche como una vaca pintada a un sacrificio romano.
Lo que nos lleva a lo que pasó anoche.
Me fui a la cama con el optimismo de siempre, pensando eso de: bueno, quizá sólo es uno y se ha ido durante el día a otra habitación, quizá, esta noche…
Y un carajo.
No había ni apagado la lamparita de lectura que ya escuché al primero. Si lo piensas, un mosquito es como un personaje de anime japonés que, antes de golpearte, te grita el nombre del ataque a todo lo que le da la voz. Y es ese zumbido insolente lo que jode tanto.
Pues nada, me dije, otra noche de ponerme y quitarme los tapones, descansando a medias…
Pero se ve que anoche me pillaron justo en uno de esos momentos de la madrugada en el que estás a medio drogar, entre la vigilia y el sueño, y, mientras me merendaban gritando sus ataques definitivos, empecé a redactar en mi cabeza un correo sobre aquello.
Inconscientemente, me puse a pensar en metáforas que podía utilizar y recordé la niña de un vídeo que se había hecho un traje con flores para que los colibrís se acercaran a ella y, tras una de esas pantallas transparente en la cara, como las que algunos alucinados usaban durante el COVID, poder mirarlos muy de cerca.
Y me escribía a mí mismo como esa niña, pero para mosquitos.
Me escribía, literalmente, podía ver cada párrafo en mi mente y pensaba que tenía que pasarlo a una nota del móvil, que era buenísimo, pero estaba zombi perdido y no podía hacer otra cosa que ser devorado y resignarme a escribirlo en la cabeza.
Luego pensé en ese cuadro del Romanticismo, El caminante sobre el mar de nubes, ese en el que se ve a un hombre decimonónico de espaldas con un bastón y en lo alto de una montaña, contemplando un paisaje gris revuelto de nubes.
Y me escribí como ese alpinista en traje que observaba indolente un mar de mosquitos que le rondaba.
El texto crecía y una angustia suave me intentaba forzar a despertar del todo, a echar mano al móvil y anotar aquella ocurrencia. Al fin, al borde del knockout, pude alcanzar a mover el brazo y escribir, exactamente:
Mosquitos
Niña vestida de flor
El caminante sobre el paissje
No me dio tiempo para más.
Aunque había otros símiles más todavía en ese texto fantasma, caí de nuevo y seguí maleando párrafos inexistentes.
Sólo cuando me desperté terminé de ser consciente de la fumada, y de la necesidad de librarme de los mosquitos. Así que recuperé una de las ideas que tuve en aquel delirio nocturno y que recordaba todavía como un salvavidas:
Si cogiera un vaso y un papel, los podría cazar para echarlos fuera.
Así que me he pasado la mañana capturando mosquitos gordos (o gordas, creo que son las hembras las que beben sangre) y lanzándolos al mundo. En total, voy ocho puestos en libertad y dos que han sido más listos que yo y los he dejado estar…
¡DE MOMENTO!
La moraleja de esto: si quieres quedarte sopita, ten una newsletter diaria, tu cabeza va a aprovechar el mínimo desliz para convertirse en una grabadora de palabras rara.
Si no, quedate por aquí para descubrir, desde la seguridad, qué más le puede hacer un Miradero a un pobre Samu.
¡Besitos volados!
P. D.: Diez.
Mientras corregía esto, he pillado a los dos último y los he lanzado al mundo.
Probablemente sea una habilidad que deba poner en mi currículum.
P. D. 2: Once.
Tal vez debería dejar lo de las clases y hacerme mosquitero.
Me encantó tu texto, lo disfruté mil, camino al trabajo desde el otro extremo del mundo 🌍 éxito en tu casa de mosquitos 🦟 un abrazo 💘
Siempre sacas una sonrisa con tu "Miradero". Lo de mosquitero, lo patento jaja