🍃Un año de Miradero
Vale, me has pillado. Te voy a contar en 7 mins lo mismo que cuando cumplimos «dos meses». La diferencia es que ahora (casi) hemos cumplido de verdad los dos meses que, en cómputo miraderí, es un año.
Tengo un amigo de toda la vida, Pedro, que nunca sabe qué edad tengo.
Cuando era pequeño se me ocurrió que tenía más sentido contar los años diferente a lo que hace la mayoría de gente.
Por ejemplo, imagínate un bebé que tiene cero años.
En su primer cumpleaños cumple un año, es decir, ya ha completado el año y, al día siguiente, ya tiene 1,1 años; o sea, que para mí ya ha terminado el ciclo de un año y empieza a tener dos inmediatamente después de su cumpleaños.
Sí, lo sé.
Así explicado puede ser raro (ahora entiendes a Pedro), pero estuve gran parte de mi vida contando los años así.
Pues eso, que no te extrañe que Miradero cumpla años de forma diferente al resto de newsletters.
Cuando cumplimos dos meses miraderíes te conté la historia de Cherokee y su fórmula mágica para acelerar el tiempo a tu favor.
Si no la has leído, léela, es una revisión a la La parábola de la alfarería que me divertí mucho escribiendo (y si no sabes qué es esa parábola de la que te hablo, con más motivo tienes que leerla).
La cuestión es que, si esta fuera una newsletter semanal, te diría que eso te lo conté seis correos atrás, pero te tengo que decir que eso pasó cuarenta y cuatro correos atrás.
Flipa.
Por eso Miradero tiene hoy un año sin haber cumplido todavía dos meses, porque este es el correo cincuenta y dos (y si calculas cuántas semanas tiene un año, pillas el truco).
Así que para celebrar el año miraderí se me ha ocurrido darte más lore de la newsletter, igual que hice en el correo inaugural. Porque, seguro que te has fijado en…
🍃Esas hojas del título🍃
Cuando estaba planeando empezar la newsletter —después de que mi hermano, David Domínguez, estuviera insistiéndome con eso dos años, de los reales, no como los que contamos nosotros aquí (gracias, Dave 😘)— me pareció guay la idea de que cada correo tuviera un icono diferenciador en el asunto.
Llevo quizá algo más de un año siguiendo la newsletter de International Intrigue y, cuando quería dar con su boletín de noticias entre el maremágnum de mi bandeja de entrada, sólo tenía que buscar el icono del mundo que ponen en todos sus asuntos y ya estaba.
Así que quería algo así, eminentemente práctico, pero que a la vez fuera significativo y que tuviera algo que ver con mi newsletter.
Y tú te preguntarás, lícitamente:
—¿Qué carajo tienen que ver unas hojas con un mirador, Samu?
Vale, nada.
¡PERO!
Sí tienen que ver con algo, llamémoslo la filosofía, que subyace detrás de Miradero.
O al menos una de sus filosofías, y, para entenderla, tenemos que volver otra vez a mi querido Cyrano de Bergerac, a mi parlamento favorito tanto de la obra como de la película:
[…] mas… cantar,
soñar, reír, caminar, estar solo, ser libre,
tener ojo avizor, la voz que vibre,
ponerme, si me place, el sombrero al trasverso,
por un sí, por un no: batirme, ¡o hacer un verso!
Trabajar sin inquietarme la gloria o la fortuna,
¡en un viaje, aunque imaginado, a la Luna!
No escribir jamás nada que de mí no haya salido
Y, modestamente, además decirme: «Pequeño mío,
conténtate con flores, frutos, o incluso hojas,
¡cuando en tu propio jardín las siembres y recojas!».
Pues, si se aviene un pequeño triunfo por azar,
no estar obligado a devolver nada al César,
cara a cara conmigo, guardarme el mérito;
en fin, desdeñar ser como la hiedra, parásito,
y, pues tampoco soy roble, tilo ni olmo,
no subir demasiado alto, tal vez, ¡pero subir solo!1
Te rescato la parte que me interesa para la explicación, por si te has quedado prendadito con lo bello del monólogo (como yo siempre):
«Pequeño mío, conténtate con flores, frutos, o incluso hojas, ¡cuando en tu propio jardín las siembres y recojas!».
Así que de ahí vienen las hojas del título.
Son un recordatorio para mí mismo de que, al tener que escribir tanto, muchas veces lo que escriba aquí será normalito, pero que, como diría también Herman Hesse, «hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos».
Y, sumaría yo, que, la constancia en escribir versos malos terminará llevándote a escribir alguno bello, por pura tozudez; o azar, como un burro que toca la flauta.
Así que por aquí seguiré soplando, a ver si te levanto algún do re mi sin querer.
Entonces, a raíz del monólogo de Cyrano, y siguiendo la metáfora del jardín, surgió el resto de iconos que acompañan las series:
«🌱» Para los relatos largos por entregas como Tierra en las uñas. Como si esas hojas, al caer, hubieran enraizado y crecido.
«🌾» Para la partida de rol comunitaria de Antes de rendir el alma, porque es la única historia que no hago yo solo, sino con vuestra colaboración, y por eso las dos espigas.
«🌿» Para esas hojas caídas que tienen más de una parte, como Qué es escribir a mano.
Esas son las variedades que tenemos en nuestro jardín de momento, pero, como cada vez que c*go, pienso, seguro que aparecerán más pronto.
Hasta entonces, ¡besitos volados!
P. D.: el tercer movimiento de Alma es ya la entrega de la serie con más participación en la encuesta.
🎊 Salud por eso, y bienvenidos los nuevos jugadores 🎉
Recuerda que en esta entrega tienes la posibilidad de sumar rasgos de personaje, si quieres colaborar con el futuro permanente de la serie, ¡tienes hasta el domingo para escribirme!
La traducción es libre y es mía, así que si hay algo que te suene mal, es mi culpa; si hay algo que te gusta, es de Edmond Rostand.
Son 5 minutos, creo