🍂Un día normal de Samu en Palestina
Spoiler: mucho más aburrido de lo que esperas (7 mins)
Hay una pregunta obligada de quien me vuelve ver en persona desde que estoy aquí:
—O sea, pero tú, en un día normal, ¿qué haces? Te despiertas y luego… ¿Qué?
Y me he dado cuenta de que es muy probable que tú también te la hagas.
Cuando se habla de Palestina en Occidente, por lo general, se piensa en Gaza. Y tiene sentido, porque está visto que no va a parar la cosa hasta que la dejen llana.
Que se encargue el dios que corresponda de gestionar responsabilidades ahí.
La cosa es que, aun estando en la parte de Cisjordania, hay quien se cree que duermo en una trinchera, abrazado a un fusil, con un ojo abierto y la cara pintada de negro. De hecho, ha habido gente, que sabía que estuve en el ejército, que se pensaba que estoy aquí como militar.
Bueno, pues no.
Así que esta semana me he fijado en mi rutina diaria, he tomado notitas, y hoy te lo traigo para que veas qué anodina puede llegar a ser la vida, incluso en la zona más conflictiva del mundo.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
Creo que nunca te lo dije después de aquel post de No es país para solteros, pero, pese a ser persona non grata en algunos barrios residenciales (por lo de hombre soltero que buscaba casa para él solo, y tramando Dios sabe qué), por fin encontré lugarcito.
Así que, después de once años independizado y compartiendo muchos pisos con mucha gente, me despierto en una completa soledad.
Dulce, como cantada por Billie Holiday.
Y oscura, porque son las cinco de la mañana.
Para ser honesto, sólo llevo una semana despertándome a las cinco de la mañana, pero una de las mejores cosas de despertarse a las-cinco-de-la-mañana es poder decirle a todo el mundo, desde que tienes la mínima oportunidad, que te despiertas a las-cinco-de-la-mañana.
Aunque, aquí, una de las llamadas a la oración es justamente a las cinco y cuarto. Cuando media ciudad se despierta a la misma hora superguay superelonmuskiana que tú, dejas de ser tan especial.
Me hago un café.
En caso de que no tenga el correo del día ya programado, lo escribo.
Si ya está listo, me lo voy bebiendo mientras respondo comentarios y correos del día anterior. Cuando se acaban, sigue quedando café, y me lo suelo terminar leyendo newsletters de gente que no voy a citar porque este correo va de MÍ y de lo IMPORTANTE que soy.
Luego le echo un ojo a las clases del día, qué grupos me tocan y qué les voy a dar, y preparo lo que sea si hay algo que falte.
Hecho eso, vuelvo a escribir para adelantar el correo de mañana, hasta las once, que cruzo los dedos para que siga habiendo gas en la bombona de butano, porque todavía no he averiguado cómo llamar al señor del butano, ni cómo decirle que me traiga una bombona a una calle sin nombre en un edificio sin número a un piso sin letra.
Como comida humana.
Cuando me dedique sólo a escribir, alternaré entre latas de gato y de perro, para no cansarme.
Hay gente que cree que Palestina tiene un clima desértico, pero, que se me erice la piel con lo frío que está el gel de ducha, igual te da una idea de que no.
Así que alargo el baño más de lo normal, por el agua caliente y por el bailecito reglamentario (hoy con Rawayana), y me salgo para encontrarme con la PEOR alfombrilla del mundo que pude haber comprado.
Si pusiera cuatro servilletas en el suelo, sería más efectivo.
Innecesario y curioso: aunque hay de la que te imaginas, aquí la espuma de afeitar viene en tubo, como de pasta de dientes. Detallitos que te lanzo.
Me afeito porque, sí, la gente que se deja barba también se afeita, y me cepillo los dientes mirando por la ventana, porque las redes sociales me tienen la atención follada y necesito ver ✨👁️ c o s a s 👁️✨ siempre, a todas horas.
Dicen que, en los días despejados, desde mi balcón, se ve el Mar Muerto. Pero, eso: recuerda el gel de ducha frío. Antes se ven los Pirineos desde Londres.
Así que me entretengo mirando el minarete de la mezquita, las laderas salpicadas de las piedras claras, que heredarán el mundo, o la universidad, inmensa, que tengo en frente.
Hay algo de sobrecogimiento cuando miro una universidad, la que sea, parecido a cuando entro en una iglesia. Que un montón de gente se haya puesto de acuerdo para levantar una ciudad en miniatura donde enseñar cosas es acojonante.
Partes de la base de la Universidad de Birzeit están cimentadas con bloques grandes, canelos, vagamente regulares, como los de las pirámides, en una colocación medio azarosa que deja huecos y que siempre me recuerda a una barricada gigante.
Echo la pasta de dientes pa’fuera, plancho una camisa, que hay que estar guapo para representar el país de uno por el mundo, y me peleo con el felpudo de la puerta, porque lo más probable es que mi vecina se desplace en un moonwalk perpetuo y lo deja hecho un coño todos los días.
En unos cinco minutos de camino, ya estoy en el campus, entre los que aprenden. El trabajo de escritor es quizá de los más solitarios, pero si hay algo que lo complementa con esa dosis social, necesaria para no volverte loco, es ser profesor.
Me cruzo con alumnos, nos saludamos; hoy, primer día después de vacaciones, con más ganas. A una alumna, al verme, se le sorprende mucho mucho la existencia, y me sonríe mucho mucho después:
—Missed you!
Al final va a resultar que algo estoy haciendo bien.
Me acordaré de comentarles esto en el departamento, cuando me quieran despedir por osar estrecharles la mano a mujeres igual que a hombres.
Y voy para clase, a que colateralmente aprendan español.
Luego, en secreto, cuando no queda ningún alumno en el aula, limpio la pizarra como en una travesura, que aquí los profesores no hacen eso, antes de que llegue mi compañero de derecho.
Un hombre bajito, canoso, con un bigote fino y una manga del traje vacía. El brazo que le falta lo suple con un alumno, joven, cejijunto, que le lleva el maletín a donde quiera que vaya.
Siempre me dice algo, en árabe, y siempre le sonrío y le asiento, por no chafarle la fantasía, a estas alturas, de que entiendo lo que dice.
Y voy para el despacho, a estar encontrable para los alumnos que me quieran encontrar.
En esta época suelo estar corrigiendo exámenes mientras aparece alguno para recordarme que se gradúa este año, que esta es su última asignatura, que sería una desgracia para él que… Otros, lo mismo, pero para que comprenda cuán importante es para ellos tener más de un 9.5 y seguir manteniendo la excelencia académica.
—Estudien, cojones. Está todo bien —digo.
Otros vienen a hacer preguntas; algunos, sólo a saludar o hablar un rato.
A veces aparece M. con dos tés para charlar y sonreírme el día; siempre desde la puerta, como si vigilara la frontera entre los departamentos de Geología y Lenguas desde ahí.
A las cinco, un vigilante me avisa de que van a cerrar la universidad, y lo entiendo más por costumbre que por lo que dice. Creo que les caigo bien, siempre me miran con esa cara de: ¡ah…! El profesor inglés que se va tarde.
Porque, hasta que no se demuestre lo contrario, cualquier extranjero aquí es inglés o estadounidense.
A la vuelta vuelvo a comer comida humana y escribo esos proyectos de tapadillo, fuera de cámara, que no salen en Miradero. Aunque, con la publicación de Caminos de vuelta ya para salir en febrero, ahora estoy más revisando lo que me manda la editorial que escribiendo proyectos nuevos.
Y leo hasta que me quiero morir, que suele pasar antes de las nueve, por lo de despertarse a las cinco de la mañana. Porque no sé si te he dicho ya que me despierto a las cinco de la mañana. ¿Te lo he dicho? Lo de las cinco de la mañana.
…
Cinco de la mañana.
LECTOR: Pues si vas a dormir unas ocho horas igual, ¿por qué no te acuestas a las once y te despiertas a las siete? Qué más da.
Porque parece lo mismo, pero no es lo mismo; citando a Lope, quien lo probó lo sabe.
Y, si no, habla con mi hermano,
, que él es el auténtico adalid de las cinco, yo sólo llevo una semana.Los viernes y domingos cambia la rutina, porque no trabajo, y los sábados, porque voy a Jerusalén a dar clase en el instituto, pero eso es una historia para otro día, que esto va siendo ya muy largo y aburrido.
¡Besitos volados!
Si quieres leer más de mis batallitas por Palestina están todas aquí
Aquí tienes el otro post que he citado al principio:
⮤ «Creo que nunca te lo dije después de aquel post de No es país para solteros, pero, pese a ser persona non grata en algunos barrios residenciales (por lo de hombre soltero que buscaba casa para él solo, y tramando Dios sabe qué), por fin encontré lugarcito».
“Y, si no, habla con mi hermano, David Domínguez, que él es el auténtico adalid de las cinco, yo sólo llevo una semana.”
Es porque tu hermano ganó ese Premio Grande de Microficción, ¿verdad? Mi consejo: despierta diez minutos antes y seguramente le ganarás en algo, al menos lo del club de las 5 de la mañana.
También me gustaría decirte (no para presumir, pero supongo... sí para presumir) pero que he estado en un club de las 4 de la mañana últimamente. No porque quiera... pongo mi reloj a las 6 y me despierto a las 4 de la mañana en punto la mayoría de los días. Y no por ansiedad, así que lo llamo una victoria. En general, no me importaría, ya que golpear a los pájaros a la llamada de atención a veces es agradable... Me gusta escucharlos cuando comienzan a chirriar.
Pero el problema es que no estoy durmiendo mis 6-7 horas debido a todos estos españoles medio día por delante publicando sus Substacks a las 10 p. m. cuando se supone que debo irme a la cama. "Una lectura más, puedo hacerlo, ¡solo cuatro minutos de lectura dice el reloj del artículo! "O eso creo, excepto que tengo que leerlos dos veces (debido a este Programa de Mejora del Idioma en el que estoy)... Así que son 8 minutos, pero luego viene otro...). No te lo diré cuando finalmente lo detenga porque es vergonzoso. No puedo estar en el Quemando el Aceite de Medianoche Club y el club de las 4 de la Mañana al mismo tiempo. La buena noticia es que el Programa de Mejora del Idioma está progresando bien. Estoy recopilando muchas palabras bonitas y brillantes. 😊
¿Por qué nos gustarán tanto este tipo de posts en los que la peña cuenta sus rutinas diarias? ¿Será por cotilleo, o por vernos reflejados en el otro?
Por cierto, por aquí otra acólita del club de las 5 am. 😊 Choca! 🖐️