🍃Como un ruiseñor con dolor de muelas
Te traigo siete minutos de quejarme de una cosa que me molesta en las series y que no va a cambiar, porque la vida es sufrimiento, pero yo me desahogo por aquí contigo, que para eso están los amigos.
Llevo tiempo sin ver series.
No es una posición ideológica, no es como si fuera vegano de lo audiovisual, es que cada vez que empiezo una serie, por mala suerte, supongo que ningún director o guionista lo hace a propósito, la serie me termina pareciendo una mierda.
El topping suele ser de diez, llamativo, dulce a lo tentación del demonio. Hay veces que de verdad me quedo maravillado calculando cuánto dinero se habrán pulido en todo lo que se ve: un vestuario para cuatro pasarelas, decoraciones geniales, efectos visuales que te hacen pensar en las representaciones del Siglo de Oro, cuando un actor sólo necesitaba subirse a una caja para que los espectadores vieran que había coronado un monte…
Pero ese es otro tema, la cuestión es que en cuanto uno hunde la cuchara en estas series que tan mala suerte tengo de toparme, más mierda o menos mierda, pero un inconfundible sabor a culo de otro me termina en la boca.
Como decía no recuerdo qué rapero en no sé qué canción, quizá sólo sea que, para mí «el rap las historias son como la mierda, todas apestan menos la tuya», la mía, en este caso. Porque no creo que exista una conspiración a nivel global de hacer series malas y previsibles.
Quizá ya estoy en ese momento vital en el que sólo me gusta lo que se hizo hace más de diez o veinte años, u otros quizaces que no nos interesan ahora, porque esto sólo ha sido una introducción muy caótica para hablarte de otra cosa que tiene muy poco que ver.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también poniendo tu email aquí para llevarte más de un millón de correos vitalicios si resulta que nos aguanta la vida a los dos:
El otro día empecé una serie
Hasta aquí sí tiene que ver con lo de arriba.
Me suelen llamar las series, libros, películas con títulos deliberadamente descriptivos (aunque luego me lleve un chasco como con A orillas del río Piedra me senté y lloré). El caso es que a esta le pusieron: The bastard son and the devil himself.
Creo que la clave está en ese himself.
La serie es de fantasía, y me he dado cuenta de que todo lo que sea fantástico, aunque sea malo, lo tolero mejor, porque al menos veo cómo construyen mundos otros, y eso siempre interesa.
La serie no es mala, en palabras de Santi, ese amigo mío con el que me tiro sillas a la cabeza de vez en cuando: «diez minutos de serie y no me importaría seguir viéndola».
Así estamos, el éxito ya no es que te guste una serie, sino que toleres seguir viéndola. Pues seguimos viéndola, a cinco mil kilómetros el uno del otro, pero eso, seguimos.
Intento ver lo audiovisual siempre que puedo en versión original y, si es en inglés, con subtítulos en inglés. La cuestión (y aquí viene el tema auténtico del correo) es que la mayoría de veces los únicos subtítulos para el mismo idioma del audio son SDH; o sea, por las siglas, para «sordos y con problemas de audición».
Y, como mi nivel de inglés todavía me coloca en ese segundo grupo de los duros de oído, pues es lo que toca, empiezo la serie con esos [tose], [se ríe], [carraspea] salpicando los diálogos, que, bien visto, tienen su encanto, como si estuvieras leyendo teatro.
Pero claro. En cuanto empiezan a poner música de fondo aparecen cosas como:
Energetic music playing, Demon by Mooncjild Sanell and Saf Night Dynamite playing, Emotional music playing, Classical piano music playing…
Y yo me imagino a un tipo en su casa, que me apetece llamarle Ramón, sordo de nacimiento, rascándose la cabeza y preguntándose cómo sonará un piano clásico o cómo será una música emocional o energética o qué coño hacer con esa superdetallada información de una canción que no puede reproducir porque está sordo como una tapia.
Sería interesante que alguien sordo de nacimiento interpretara, tarareando o lo que sea, cómo se imagina que suena una música emocional, por ejemplo. Nosotros, por exposición cultural, probablemente lo relacionamos con violines o qué sé yo, pero ¿cómo sería para Ramón, que viene sin condicionar auditivamente?
No conozco a nadie con discapacidad auditiva total al que pueda preguntarle, pero tengo la sospecha de que esas acotaciones son espectacularmente inútiles para alguien así.
¡EN CAMBIO!
Se me ocurrió algo muy guay.
Hubo un compositor, Erik Satie, bastante bueno para ser francés (cállate, es broma), que hacía una cosa genial en sus partituras y es que, en vez de los típicos allegro, fortissimo, vibrato… escribía otras como eso que tienes en el título:
«Como un ruiseñor con dolor de muelas», «desde la punta del pensamiento», «como un perro que huele una presa», «pensándolo dos veces, «con gran indiferencia», «no coma demasiado»…
No me digas que no es genial (…para ser francés). Vale, ya paro.
Imagínate ese intérprete que en vez de sostenuto se encuentra en la partitura con «Cante para sus adentros».
Aparte de las risas, tiene todo el sentido del mundo, porque es jodido transmitir con palabras el carácter de una pieza musical; así, en vez de hacerlo todavía más difícl utilizando elementos de un solo dominio de los sentidos o dándote adjetivación más o menos neutra tipo fuerte, delicado, te da varios: «sobre terciopelo amarillento».
Es verdad que depende de tu sensibilidad entender qué significa ese «amarillento» o por qué no sólo «amarillo», pero tienes ya tres dimensiones diferentes para interpretar la pieza donde antes tenías una, superneutral y «seca como un hueso», como diría el propio Erik Satie.
Creo que los subtítulos SDH pecan de querer utilizar descripción auditiva para describir audio. Piénsalo, ¿cómo coño se te ocurre poner «Suena un piano clásico»? Tío, que le estás hablando a un sordo.
Es como si a ti te digo «La camiseta es del color de las piedras de los montes del sur de un exoplaneta que no hemos fotografiado aún y que nunca lo vamos a hacer, jaja, saludos».
Poner «suena un piano clásico» es lo mismo que poner «suena algo», y búscate la vida. Es hasta mejor ponerles «suena tirititití».
Si, en cambio, pusieran algo tipo «suena como gotas de lluvia rebotando contra una hoja de arce en primavera», pues al menos el señor o señora sordos de nacimiento tendrían algo con lo que trabajar, no iban a llegar a crear en sus cabezas el sonido preciso de ese piano clásico en concreto, pero al menos tienen una sensación de la atmósfera que se está creando.
De la otra forma, la que tenemos en todas las series hoy, es lo mismo que si estuvieran leyendo un cartel que pusiera:
[Es usted sordo, mámela]
Con ese subtitulado creativo intentas describirles algo que no conocen, ni podrán conocer, desde realidades que les son familiares, con la opción tradicional les estás pidiendo algo que requiere de un esfuerzo de imaginación imposible, porque nunca han escuchado nada.
Eso, que las palabras sirven para cosas guays.
Úsenlas, señores del audiovisual.
¡Besitos volados!
Yo soy muy fan de los subtítulos y a su cuenta me he echado algunas risas. Pero tienes razón en el caso de que el sordo que los lea sea sordo de nacimiento. No tiene una referencia válida, por lo que el subtítulo sirve para hacer poesía muda. Pobre Ramón, Samu. Una buenísima reflexión a la que llego con la lengua fuera. Voy poniéndome al día. Abrazos.
Alguna vez lo he pensado, pero hasta ahora no me había reído de ello 😂