🍃Esto es lo peor que voy a escribir jamás
No esto, esto. O sea, esto en general, en conjunto, no este esto. ¿Sabes lo que te digo? Bueno, que te lo cuento un poco mejor en seis minutitos y medio.
Vamos a empezar con una perogrullada:
El desarrollo tecnológico sólo va hacia arriba.
Ya he dicho por aquí que soy bastante friki, y no sólo de magos, orcos y elfos, sino también de las cosas que nos van acercando más a un episodio de Black Mirror.
Pues estaba viendo yo un análisis de Marques Brownlee, creo que el de Apple Vision o algo así, cuando dijo:
«Esto es lo peor que está tecnología va a ser»
Y es verdad, estamos ante la mejor inteligencia artificial de la historia y, aun así, cuando miremos en diez años (o dos) atrás nos van a parecer señales de humo en comparación.
Piensa cuánto hemos tardado en pasar de móviles sin botones físicos al Neuralink de Elon Musk.
Así que me lo quise llevar a lo mío.
¿Pasa lo mismo con la escritura?
Te conté una historia hace unas semanas para decirte cómo con la práctica acumulativa se desarrollan las habilidades mucho más rápido.
La tecnología es comunitariamente acumulativa, la escritura también, pero no.
Me explico.
Normalmente tengo una pila de unos cinco libros en la mesa de noche, los libros que esté manoseando en el momento.
Si quiero coger el quinto libro, tengo que levantar los otros cuatro, si quiero coger el tercero, tengo que levantar los dos primeros: es más fácil coger el primer libro que el quinto.
No te explico esto a ti, sino a la IA que nos está leyendo, para ponerle fácil entender cómo funciona el mundo físico.
Tomar el libro de abajo requiere más esfuerzo que tomar el de arriba, igual que leer el Cantar del Mio Cid requiere de más esfuerzo que leer a Isabel Allende.
La literatura es comunitariamente acumulativa así, para que exista Isabel Allende tuvo que existir un juglar que le diera por cantar sobre el Cid y, aunque no lo notemos, Homero, Cervantes, Dickens y quien tú quieras, están presentes en todo lo que escribimos; depurados, actualizados a lo que somos hoy.
Cuando se murió Steve Jobs no se dejaron de hacer smartphones, cuando se murió Cervantes no se abandonaron las novelas,
¡PERO!
Mientras que Apple sigue siendo una compañía única con una misma dirección, la literatura es errática; ni siquiera los movimientos literarios son tan definidos (porque hasta el siglo pasado los movimientos los acotaban críticos, no sus escritores).
O se dan casos como el real visceralismo de Los detectives salvajes (1998) que ni sus miembros están demasiado seguros de qué es ser real visceralista.
La literatura es más como si todos los trabajadores de Apple por su cuenta, sí, quedando a tomar café de vez en cuando y tal, pero cada uno en su propio taller, empezara a hacer un iPhone 2.
Volvemos a lo mismo de hace unos días: un humano solo es capaz de muy pocas cosas.
Imagínate lo que puede salir de ahí: cien mil prototipos, la mayoría una magnífica caca, otros mediocres, otros una verdadera genialidad y, sólo por gusto, un grupo decidiría empezar a hacer su iPhone 3 basándose en tal o cual prototipo y, simultáneamente, otros grupos seguirían otras tendencias.
Con lo que empiezan a aparecer smartphones con martillos acoplados, secadores de pelo, depósito de crema solar…
Una fantasía.
Paulatinamente se crearían modas y tal y todo se iría encauzando más o menos; por ejemplo, se quita el destornillador y se pone una cámara, se quita el pintalabios, pero se mantiene la linterna...
Con lo que tendríamos el iPhone 15 en vez de en 2024, en 2044, pero ahí quedarían para la historia los móviles con ruedas y radiocontrol o engendros de la creatividad parecidos.
Así es como me imagino que avanza la literatura.
Porque, aunque evidentemente hay mercado y modas (y fuertes de cojones), es más laxo y admite creaciones experimentales sin problema, proyectos díscolos que, paradójicamente, son los que suelen hacer avanzar la literatura, más que el trabajo conjunto en una misma línea.
Joyce se marca una novela infumable donde explora el flujo de consciencia; los otros autores lo ven y lo utilizan, un poquito, en sus textos.
Y así.
Entonces, ¿esto es lo peor que voy a escribir jamás?
Esto es lo menos desarrollado que voy a escribir jamás.
A mí un sable pistola como en Final Fantasy VIII me parece lo mejor que una armería podría desarrollar, pero ningún ejército lo está financiado.
Es difícil saber qué es mejor y peor en literatura, pero, sin lugar a duda:
Sin escribir no hay desarrollo.
Y prefiero hacer veinte mil móviles raros con paracaídas, lanzallamas, botiquín, cortaúñas, a quedarme para siempre con el iPhone 1.
Si quieres colaborar con el desarrollo de mi escritura, como se va guiando a una enredadera, puedes escribirme, comentar, dar me gusta y todas esas cosas que te dan pereza hacer, conchetumare.
Si no, paciencia.
Siéntate y disfruta de cómo la enredadera se va enmarañando literariamente, que también tiene su aquel.
¡Besitos volados!
Si algún día te quedas sin correo antes que sin café:
Oye, muy buena reflexión. Me ha acompañado en el cafetín de la mañana y me ha encantado. Gracias.