🍂Hoy me comí una fruta
Te traigo la historia (en aparieeeencia) más intrascendente de estos cinco meses de Miradero, porque, hoy, me he comido una fruta (5 mins)
El de hoy va a ser un correíto corto.
Te podría vender la moto y decirte que es para que te de tiempo a pasarte por Antes de rendir el alma, que es el último día para participar en el segundo capítulo, pero la verdad es que voy con prisas porque hoy me mudo (finalmente~) de piso, pese a ser un hombre soltero-raro-putero-gay.
Vale, si no has leído el último post sobre Palestina, eso último te ha tenido que sonar extremadamente loco.
¡CUESTIÓN!
Que me despistas con tus cosas.
Céntrate.
Decía que hoy me comí una fruta.
Pasa algo en Palestina y, en general, en cualquier país desde que te empiezas a meter en Asia, que tienen frutas que parecen sacadas de una novela de fantasía. Así que, cada vez que voy a la frutería, tengo un juego conmigo mismo que tiene dos pasos:
Compro una bolsa de frutas que sé que son casita, que me van a gustar.
Compro una bolsa de frutas ✨👁️sorpresa👁️✨, por probar, y puede resultar un acierto o una caca.
La cuestión es que me he dado cuenta de que mi procedimiento después es: me como TODAS las frutas casita y, cuando no me queda más remedio, me la juego con las frutas sorpresa.
Una estrategia pésima, porque, si resultan ser de las caca, no puedo alternarlas con frutas casita.
-Fin de la introducción, rebobinamos hasta el doloroso presente-
Pues ha vuelto a pasar.
Me mudo hoy y tengo el frutero lleno, exclusivamente, de frutas sorpresa. Cuando las compré pensaba que eran como tunos.
Me ha dado un derrape mental y no sé cómo cuán dialectal es la palabra tuno, pero es la fruta roja que le sale a esos cactus con forma de raqueta de tenis.
El caso, que no eran.
Y, cuando me pongo a pelarle la cáscara, empieza a soltar un líquido viscoso, como aloe de vera, y digo: vale, tiene pinta de que esto no se come así. Así que lo corté en dos y me di cuenta de que era una dragon fruit.
(lo siento, se me hace raro llamarla «fruta del dragón»; espero que los señores de la RAE sepan perdonarme)
Nunca la había probado, pero la había visto en fotos y tal; con esa corteza roja, como con pinchitos, y con un centro blanco y moteado en negro. Que estas no tuvieran pinchitos me despistó.
Así que nada, pillo una cuchara, la pruebo y me arrugo to.
No porque estuviera mala, sino porque sabía exactamente igual que olía un jabón que utilicé durante mucho tiempo.
Y cuando te digo exacto, es: e x a c t o. Que daba la sensación de que si hacía una O con la boca iba a sacar pompas. Hasta pensé si sería una reacción alérgica o algo.
Es como para mandarle una felicitación a la empresa por clavar tanto el olor.
Pero el daño ya estaba hecho.
Esa fantasía de niño de beberte el detergente de tu madre, cuando al fin puedes, no mola tanto como prometía.
-Fin del nudo, empezamos a remar hacia la revelación-
Entonces, masticando aquella pastilla de jabón caída de un árbol, me di cuenta de cómo me había follado la mente el CAPITALISMO.
Esa sí que no te la veías venir.
Me explico.
O sea, igual te parece una tontería, pero a mí me dejó un poco tararí darme cuenta de que mi mente relacionaba primero el gusto de una fruta a un producto artificial antes que a lo natural.
A ver cómo lo explico mejor.
Es como si un día abrieras un kiwi y supiera a coche recién comprado o a libro nuevo. Y descubrieras, en ese preciso momento, que eres un tolete que había relacionado esos olores a construcciones humanas cuando estaban libres en la naturaleza.
Un producto que suplanta, en la percepción de la gente, su referente natural auténtico. Una inversión de dependencia que yo tenía muy tranquilamente aceptada.
Imagínate un extraterrestre que lleva toda la vida viajando por el espacio con una IA y, cuando llega a la Tierra y habla con un humano, dice:
—¡Coño, qué raro! Es igualito que mi IA.
Con cuántas cosas más nos pasará esto, y cosas inmateriales, como creer conocer un período histórico por un libro o una cultura por un documental.
-Fin del desenlace, vamos dando saltitos de puntillas hacia el final-
Te dejo con eso en la cabeza un ratito.
Un ratito más.
Otro poquito.
Vale, suficiente.
Ahora ve al segundo capítulo de Antes de rendir el alma, porque la fantasía es lo única mentira que no miente; bueno, y porque la historia se está poniendo interesante, o eso dicen nueve de cada diez miranderos.
El décimo eres tú, que no la lees, y todos te odian por malaje.
¡Besitos volados!
Si quieres leer más de mis batallitas por Palestina están todas aquí
P. D.: Buee, tan corto, tan corto no fue al final ✨
Me encantó lo de "las frutas que son casita" 🥰
Mira que me cansé de ver frutas del Dragón en Tailandia y no me animé a probar ninguna, del mango no pasé, me queda como asignatura pendiente para cuando vuelva, esa y el Durian que huele tan rico que está prohibido en todos los sitios públicos! Y no dejes de hacer lo de las frutas sorpresas, es lo más parecido a una cita a ciegas con una fruta que he visto nunca y a mí me parece magistral.