🍃Las pecas de Dios
Hoy hablamos de lo humano y lo divino. He escuchado en estas semanas a TANTA gente rescatar esa frase que quería decirla yo también para ser interesante y guay (7 mins)
Una vez escuché decir a alguien que querer tener hijos y tenerlos es casi lo mismo. Algo así como ser protopadre o progenitor en potencia.
Creo que funciona igual con los dioses.
Yo no tengo religión, no estoy bautizado y mi sistema de creencias es un mosaico intelectocultural de cosas que he leído, me han contado y he visto mientras existo.
¡SIN EMBARGO!
Tengo un vínculo de admiración muy grande con las religiones y sus ideas de dioses, e, íntimamente, desde hace mucho, me gustaría poder creer en alguna, pero no me sale.
El problema es que yo veo a sus dioses como «metáforas de» y no creo que ninguna religión me dejara convertir a su dios en una figura retórica.
Porque cuando hablo de religiones, consciente y voluntariamente, aparto de la mesa la dimensión política y de ordenamiento social, que haya tenido a lo largo de milenios, y me quedo con la parte filosófica.
LECTOR: No, no puedes hacer eso, porque las religiones son unidades que no se entienden sin…
Sí puedo.
Es la delimitación teórica y la condición de alcance que elijo para hablar de ellas y, si se hace constantemente en la investigación académica, lo puedo hacer yo en mi correito mirandero de un sábado por la mañana.
Continuemos,
He leído a algunos autores decir, sin citar, aquello de: si no tienes algo mejor que darles, no le quites la religión a tus hijos.
Me hago una idea de quién es el autor original, pero no estoy seguro, así que sigamos sin citar.
Como hijo con religión quitada, entiendo por qué: porque uno tarda en desarrollar su propio sistema de creencias y, a veces, puede ser demasiado tarde, puede que te alcancen las sombras del mundo antes y que no llegues nunca a crear uno.
Una vez, hablando de las identidades, dije que un gran problema que tienen los artistas, escritores y, también, emprendedores es que te tienes que «nombrar caballero» tú solo.
Un trabajo convencional es ser nombrado caballero por el rey, y es difícil dudar de la palabra del rey, así que te convences de ser eso que te ha nombrado. Pero al nombrarte tú mismo, es muy fácil dudar del poder performativo de tu palabra, y te empiezan a tiritar las patas en cuanto las cosas se ponen feas.
Creo que pasa igual cuando no tienes religión y te montas tu propio sistema de virtudes, valores y creencias: tú eres la mano del rey que te dice que sí, que está bien así, que sigas adelante.
La cuestión es que, si las cosas feas de la vida te pillan antes de que tengas un sistema más o menos definido, te vas al carajo.
Porque es algo que nadie te exige tener así que, cuando el monstruo de la vida venga a por ti, puede que te pille en bragas, con un palito a medio afilar, todavía con una hoja verde colgándole a un lado.
Personalmente, me alegro de que mi madre hubiera decidido no darme explícitamente una religión, aunque soy consciente de que es inevitable —y tampoco tengo necesidad de evitarlo— que muchos de mis valores estén cruzados por la cultura católica en la que siempre se ha vivido en España (sí, hoy con pelos teñidos de verde, también).
Digo que me alegro, porque, hasta el momento, me ha salido bien sacarme mis castañas del espíritu, aunque me da que podría haber salido muy mal.
Tengo la sospecha de que, si la gente siguiera practicando una religión cotidianamente, habría algunos problemas menos de salud mental.
Tampoco sé si eso es bueno: si cierto problema mental viene por el vacío dejado por una religión, quizá enfrentar el vacío sea también una enseñanza valiosa y necesaria con la que enriquecer el pensamiento humano.
Porque las historias, aunque sean siempre las mismas, hay que encontrar nuevas formas de contarlas para que sigan siendo efectivas.
Y esa enseñanza pasaría a llenar el vacío, y constituiría religión tan pronto como esa persona transmitiera su enseñanza.
Estamos en un momento de la humanidad en el que muchas personas occidentales están tratando de llenar ese vacío con lo que sea que se encuentren por ahí y, otros muchos, en vez de llenar, están tapiando.
Y no es lo mismo: al tapiar, el vacío sigue ahí, pero simplemente no lo puedes ver y, a la larga, petas por toda la presión que ejerce esa nada sobre tu vida.
Creo que todas las ideologías políticas son una manera de tapiar.
Voy a precisar y a repetir el todas, para que me puedan linchar en 360 grados: todas las ideologías políticas que carezcan de, o pase inadvertida, una dimensión filosófica profunda que hable de la esencia del ser (o sea, todas), son una manera de tapiar.
Las ideologías políticas hacen una inversión de lo que estoy haciendo yo en este correo: apartan el componente filosófico-trascendental de la religión y se quedan sólo con el mecanismo de control social.
En fin.
La cuestión es que todo esto viene porque tengo un libro con pecas. Un libro con manchas de humedad con el que llevo viajando algunos años, más de cinco, y todavía no me he terminado porque lo leo extremadamente despacio, hasta que duela.
Y es probable que, cuando cierre la última página, vuelva a la primera.
Paradójicamente, hoy estoy en uno de esos días en los que no tengo ganas de compartir demasiado de mi vida personal, así que no te voy a decir el título, porque me apetece que siga siendo mi cosa conmigo, pero es un libro de cierto filósofo occidental que, aunque no era teólogo, habla de los mismos temas que las religiones; de los únicos temas que se puede hablar, si lo piensas.
Y cuenta algo que no es nuevo: la felicidad sólo puede venir de ti.
Pero añade una frase solitaria, al final, para terminar la explicación de alcanzar la felicidad desde ti.
Vivirás feliz. Y nadie podrá impedírtelo.
Me cagué encima.
«Y nadie podrá impedírtelo», es casi un desafío personal al mundo, un reto al Universo a quitarte la felicidad engendrada, no recogida de él.
El humano feliz resistiendo impasible, en paz, el asedio de la vida.
Hay una posibilidad de que ahí esté todo, en llegar a desarrollar un universo interior tan minuciosamente calibrado que pueda igualarse al universo exterior y, de cierto modo, independizarse de él.
Quizá el Universo sea una granja de universos pequeñitos.
Algunas personas han llegado a construir eso desde cualquier religión y, parece, que otras sin ella.
Veremos qué tal.
¡Besitos volados!
Para no marearte la lectura, se me ha ocurrido desplazar al final los enlaces que hubiera insertado en el texto:
⮤ «Una vez, hablando de las identidades, dije que un gran problema que tienen los artistas, escritores y, también, emprendedores es que te tienes que “nombrar caballero” tú solo».
⮤ «Paradójicamente, hoy estoy en uno de esos días en los que no tengo ganas de compartir demasiado de mi vida personal».
Madre mía Samuel, este tema que nos traes hoy... me apasiona. Ya me encantó aquella carta en que contabas que eres "romano" de religión, y la de hoy me ha gustado igual.
Podría aportar algunas cosillas pero es que me quedaría un comentario excesivamente largo, y prefiero resumir diciéndote que me da la sensación de que tienes la sabiduría de un señor de 100 años con el salero de un chaval de 20.
La carcajada de hoy me la has arrancado con lo de "Voy a precisar y a repetir el todas, para que me puedan linchar en 360 grados". 😂😂
Me cuesta mucho no ver las religiones como empresas y herramientas de control social, con la lacra retrógrada que arrastran, al menos las que he conocido de cerca. Pero encuentro bonita la idea de mirarlas con gafas de filósofo, como curiosidad cultural. Tal vez si no tuvieran aún la influencia que tienen me sería más fácil perdonarles lo primero. En fin.
En mi caso, prefiero acostumbrarme a vivir con la incomodidad de mirar el vacío tal y como es que llenarlo de trastos viejos solo para convencerme de que está lleno. O quizá no tengo elección. Ojalá creer que hay alguien a quien echarle las culpas y en quien delegar la responsabilidad sobre mi vida, qué paz daría 😅