🍃Merece la pena recordar
Los nuevos lectores se van a pensar que esta es una newsletter de poesía, pero no, señores, esta es una news de mamarrachadas, no nos olvidemos, sólo que hay momentos y momentos (5 mins) ó (∞ mins)
Hace una semana te conté las virtudes maravillosísimas de memorizar poesía.
Si no leíste ese post, te lo dejo citado al final, porque hoy lo que te he traído es la recopilación de los poemas que algunos miranderos eligieron para memorizar.
Esto es interesante porque:
De entre todas las posibilidades literarias del mundo, estas personas eligieron precisamente estos poemas. Algo han de tener, y es interesante tratar de descubrir el qué.
Puede que me equivoque, pero es bastante probable, por estadística, que no leas demasiada poesía comparado con otros géneros, así que esta es una forma de picarte el gusto y que descubras textos nuevos.
Llevo tres días seguidos cediendo mi voz a otras personas, y no es casualidad.
Así que vamos al tema, de más corto a más largo, para que no saltes de la olla como la rana 🐵
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
I’m nobody, who are you?
Emily Dickinson
I’m Nobody! Who are you? Are you – Nobody – too? Then there’s a pair of us! Don’t tell! they’d advertise – you know! How dreary – to be – Somebody! How public – like a Frog – To tell one’s name – the livelong June – To an admiring Bog!
Poema 4: Es la mañana llena de tempestad
Pablo Neruda
Es la mañana llena de tempestad en el corazón del verano. Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, el viento las sacude con sus viajeras manos. Innumerable corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio enamorado. Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, como una lengua llena de guerras y de cantos. Viento que lleva en rápido robo la hojarasca y desvía las flechas latientes de los pájaros. Viento que la derriba en ola sin espuma y sustancia sin peso, y fuegos inclinados. Se rompe y se sumerge su volumen de besos combatido en la puerta del viento del verano.
Soneto de la dulce queja
Federico García Lorca
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas; y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío, no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado.
Walt Whitman
Rubén Darío
En su país de hierro vive el gran viejo, bello como un patriarca, sereno y santo. Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo algo que impera y vence con noble encanto. Su alma del infinito parece espejo; son sus cansados hombros dignos del manto; y con arpa labrada de un roble añejo como un profeta nuevo canta su canto. Sacerdote, que alienta soplo divino, anuncia en el futuro, tiempo mejor. Dice el águila: «¡Vuela!», «¡Boga!», al marino, y «¡Trabaja!», al robusto trabajador. ¡Así va ese poeta por su camino con su soberbio rostro de emperador!
Déjame ser el lobo
Alberto Ruy Sánchez
Desde el lado obscuro de tu piel me iluminas. Déjame ser el lobo —sombra de sed y perro y hambre— que entra en la noche de tu cuerpo con pasos húmedos, titubeantes, por tu bosque incierto —tu olor a mar me guía hacia tu oleaje— para tocar adentro la luna creciente de tu sonrisa. Déjame conocer —con lengua incluso— la obscuridad más honda, la más callada, e invocar con movimientos repetidos, rituales como aullidos, la luna llena de tu cuerpo, la que me lleva a ti como si fuera yo, en tus manos, agua que conviertes en marea iluminada.
Mi ojo tiene sus razones
José Watanabe Varas
Creo que mi ojo tiene un arbitrario criterio de selección. Obviamente hubo más paisaje alrededor, imposible que sólo fuéramos ella y yo en el rompeolas. Soy de repeticiones, como todos. Entonces puedo suponer que si hubo niebla le dije: botes en la bruma pueden ser sólo reflejos, espejismos, y le mencioné el antiguo haiku de Harumi: "Entre la niebla toco el esfumado bote. Luego me embarco". Si hubo sol le tomé fotografías con el hueco de la mano y acaso la azoré diciéndole: posa con los senos hacia el viento. Si pasaron gaviotas y ella las admiró, le recordé que eran aves carniceras y que únicamente su feo canto es honesto. Mi ojo todo lo veía, no descartaba nada. Entramos en el mar por el rompeolas de rocas cortadas. Sobre una roca saliente ella recogió su falda y deslizó sus pies hacia el agua. Sus muslos desnudos hallaron comodidad en la piedra. Era particularmente raro el contraste de su muslo blanco contra la roca gris: su muslo era viviente como un animal dormido en el invierno, la roca era demasiado corpórea y definitiva. Hubiera querido inscribir mi poema en todo el paisaje, pero mi ojo, arbitrariamente, lo ha excluido y sólo vuelve con obsesiva precisión a aquel bello y extremo problema de texturas: el muslo contra la roca.
🌈👆 Escucha, escucha👆🪅
Te dejo aquí el enlace al texto que cité arriba:
⮤ «Hace una semana te conté las virtudes maravillosísimas de memorizar poesía»
La poesía la tenemos muy olvidada, quizás porque no se muestra bien, quizás porque parezca cursi.
Yo tengo tres memorizadas: de Lorca,Alberti y el del romance de A derraman. Entre primero y segundo de primaria, ese libro taaan chulo
Vaale acabo de darme cuenta de que te la mandé tarde 😶🌫️