Anteriormente en Antes de rendir el alma…
(Resumen de la historia para nuevos lectores)
Tienes el anterior movimiento de Luna aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes un resumen en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la partida y leer desde donde te quedaste.
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Segundo Acto, XXII
«Colisiones»
—Vamos —dice.
Bajas la cabeza para guardar la esquirla en la riñonera y ganar algo de tiempo más para pensar. Realmente… Beni no va a estar mejor conmigo o sin mí, piensas. Además, cuando lo fueron a llevar a boxes, te dijo que ya te podías ir, o algo así, pero con ese tono extraño que había tomado después de despertar. Al final, os acabáis de conocer, puede que quiera estar solo, que no quiera tener a una desconocida viendo cómo le hacen pruebas y lo manosean de aquí para allá.
Cierras la cremallera de la riñonera:
—Vamos.
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Te vas con Alma
(63% de votos)
De camino al aparcamiento, pasáis sobre ese breve campo de esquirlas. Desde aquella condensación hasta ahora, no habrán pasado ni cinco minutos, pero ya los restos que quedaron abandonados están casi desechos, confundidos aquí y allá con la gravilla y el cemento. Tanteas la riñonera, pero tu esquirla sigue firme como cuando la recogiste.
Miras a Alma. Pese al vacío de conversación y este silencio que os ronda, no sientes esa tensión social estúpida, quizá sea porque la notes tranquila, o porque estar a su lado, de algún modo, te tranquiliza a ti.
Saca un mando del bolso, los indicadores de un coche parpadean y subís. No sabes de coches, mucho menos vas a saber el nombre de este, pero es un coche normal: azul oscuro con algún toque de azul brillante, más nuevo que viejo, pero tampoco demasiado. Eso, un coche normal.
En cuanto cierras la puerta y empiezas a buscar el cinturón, te dice:
—¿Estás preparada para lo que te tengo que contar?
—No lo sé, ¿lo estoy? O sea, tú misma me has querido meter el miedo con lo de «Ellos», no querer ser encontrado, no confiar, y eso…
—Pero estás aquí —Gira la llave y el coche ronronea—, está claro que no se me da bien meter miedo.
Sonríe, aun mirando al retrovisor para salir del aparcamiento, y le sonríes a la nada, a ese alejarse de la pared al otro lado del parabrisas y aparecer en el carril de salida.
—Si has estado buscando a tu hermano, ya sabrás que desaparecimos…
—El veintiséis de agosto —completas.
—Eso es. Y hasta ahí llega lo previsible, porque todo lo que te voy a contar ahora te va a sonar a película de Hollywood. No nos secuestró nadie, al menos no al principio. Yo estaba de baja, en mi casa, y escuché fuera ruidos: era tu hermano —Algo se te eriza dentro—. Estaba peleándose con un murciélago, raro, verde, con cuernos y sangre azul… En fin, lo matamos y me dijo que lo había encontrado en su apartamento, así que fuimos, siguiendo a una luciérnaga… —Te mira un momento—. ¿Estoy sonando muy loca?
—No, o sea, normal. Sigue, sigue.
—Bueno, seguimos esa luciérnaga hacia su apartamento y lo vimos vuelto del revés, como si alguien hubiera entrado a robar, pero, de pronto, la luciérnaga desapareció. Así, de la nada, se esfumó. Cuando me acerqué, vi como una bruma, una distorsión en medio del salón y, al tocarla, caí dentro… —Te mira de reojo, como poniéndote y quitándote un termómetro de credulidad—. Aparecí en un bosque, nada que hubiera visto en mi vida, ni en documentales. Árboles con hojas incandescentes, murciélagos como aquel entre las ramas, cuatro lunas en el cielo… Cuando me recompuse, seguí a la luciérnaga y resultó que esa luz no era parte de su cuerpo, sino una especie de orbe, una canica como de este tamaño, así. Cuando la tomé, sentí como una cosa rara dentro, algo que me conducía a cierta parte del bosque. Fui —Ya no te mira, está muy concentrada en la carretera, como si estuviera viendo lo que cuenta ante sí—. Llegué a un claro con un altar, puse ahí el orbe y… El bosque me habló. Me habló en unos términos que… Perdona, es la primera vez que le cuento esto a alguien, pero me cuesta escucharme a mí misma, me está dando hasta vergüenza. Lo siento.
—No, no, tranquila…
Aunque, la verdad, un poco raro sí que empieza a ser todo. No es que dudes de su palabra, por cómo lo cuenta, se nota que ella cree en lo que está diciendo. La cosa es si lo que está diciendo pasó de verdad o sólo en su cabeza. En cualquier caso, prefieres no insistir, que sea ella la que retome la historia, pero esa tensión, que no existía antes durante el camino hasta el coche, se os derrama encima para hacer incómodo hasta el respirar. Apartas la vista hacia la ventanilla, por no coincidir sin querer con la suya. Justo estáis bajando a la M-30, esa parte que es subterránea.
Te distraes un poco viendo las paredes del túnel correr, las luces, los carteles…
—Tu hermano me salvó la vida allí. Yo debería haber muerto allí —La miras—. Un hombre, aunque era azul, con los ojos totalmen… Da igual, un hombre buscaba ese orbe, yo me interpuse en su camino, y me cortó el cuello con una espada.
Dentro del coche, ya sin bufanda, le miras el cuello instintivamente. Tiene una cicatriz, todavía rosada, en forma de media luna. Y cambias de postura para prestarle atención:
—El hombre se llevó el orbe, pero tu hermano me sacó del camino, sin que nos viera, y me trató la herida. Fue entonces cuando Lila, el espíritu del bosque, se alojó en mi cuerpo. Ella también me salvó, a su manera. Me sigue salvando.
Te mira y un brillo violáceo le recorre los iris, y esta vez sabes que no se trata de un reflejo de el sol, un juego de luces o tu imaginación.
—¿Mi hermano sigue en ese mundo? —consigues decir.
—No. Después de que Lila compartiera mi cuerpo, los recuerdos se me atropellan. Sé que fuimos a unas ruinas, que había unas armaduras allí… Pero lo único que recuerdo bien es al suturador, uno de esos «Ellos» a los que me refiero. Según lo que he entendido en este tiempo, esos puentes o agujeros entre mundos son más comunes de lo que creemos, pero nadie lo sabe. Nadie lo sabe porque ellos nos lo ocultan. Un suturador parece ser alguien que se dedica a cruzar esos mismos puentes, en este caso, lo había cruzado para traernos de vuelta. Lila peleó contra él, no te puedes… No te haces una idea del dolor que suponía para ella abandonar el orbe. Pero perdió, el suturador la sometió y nos trajo de vuelta. Desde entonces está retraída, no ha vuelto a salir.
—¿Está… entre nosotros ahora? —Tal cual lo dices, te arrepientes de lo estúpido que lo has hecho sonar.
—Sí, desde entonces está siempre conmigo. Siento lo mismo que ella como si fuera parte de mí —y calla, como si quisiera y a la vez se resistiera a continuar hablando de ello.
—¿Qué pasó entonces? Durante estos tres meses.
—Parte de esos tres meses, los pasamos dentro de aquel mundo. Aunque nosotros no completamos ni un día allí, el tiempo parece estar dislocado entre dimensiones. Al volver, me llevaron a un hospital para tratarme la herida del cuello. He pasado mucho tiempo entre hospitales por las operaciones, la prótesis… Créeme, no he visto nada igual. No creo ni que el rey pueda tener mejor atención. Durante ese tiempo me hicieron muchas preguntas, algunas que no entendí en absoluto, otras que me asustaron más de lo que ya estaba, pero al final simplemente me dieron el alta, me dijeron que, hasta que arreglaran todo, podía vivir en cierto apartamento que ellos me daban, que en mi edificio dirían que estaban arreglando la instalación del gas en mi casa y que, por favor, tratara de no comentar esto con nadie.
—¿Y ya está?
—Ya está. Por la clase de cosas que me preguntaban en el hospital… Creía que me matarían al terminar el proceso o que me encerrarían, a lo poco, pero no: me dieron las llaves de un piso, una dirección y ya está. Nunca fui a ese piso, reservé una habitación de hotel mientras me dejaba entender todo lo que me había pasado, hacia allí estamos yendo ahora.
Vuelve el silencio y salís de nuevo a la superficie de la ciudad. La vista se te pierde en el cielo. Dicho rápido: estás flipando. Podías haber gestionado, internamente, una mafia de secuestradores, terroristas, fanáticos… Pero una organización de viajeros interdimensionales se te quedaba bastante fuera de tu horizonte de expectativas. Y, aun así, hay algo que no te cuadra:
—Si, al final, no te hicieron nada, ¿por qué me dijiste que Cándido no quiere ser encontrado?
Tarda un poco en responder. Mira a un lado y a otro, como si cotejara calles con su mapa mental, aunque te da la impresión de que sólo está ganando tiempo.
—Coincidimos una vez en aquel hospital, muy brevemente; nos mantenían en habitaciones separadas. Alguien nos iba a entrevistar. Por cómo se comportaba todo el personal, alguien importante, y creo que se descuidaron y nos dejaron solos, juntos —Tarda otro poco en continuar—. Tu hermano estaba raro, Luna. Piensa en todo lo que te he contado, me han pasado cosas muy raras en este tiempo, pero tu hermano estaba raro de verdad. No sé si lo vi yo o lo sintió Lila, pero había una oscuridad que… Me asustaba estar a solas con él, Luna.
Te ríes sola:
—No puede ser. Mi hermano es la mejor persona que he conocido jamás.
—Lo sé, lo sé. Escúchame, yo no estaría aquí de no ser por él, pero no sé si le pasó algo allá, no sé si… No puedo explicarte bien lo que sentí, pero no era la misma persona.
Hay demasiadas piezas volando y tratando de conectar una con otra en tu cabeza, pero pareciera que sólo consiguiesen colisionar y hacerlo todo más confuso. En medio de esa vorágine, Alma baja al aparcamiento de un hotel, cruza la barrera y para el coche.
—Sé que es muy apresurado —dice—. Yo he tenido semanas, meses, para digerir esto y para pensar en mi siguiente movimiento; para pensar en qué papel quiero tener en esta historia. Pero necesito saber qué quieres hacer tú, para comprobar si nuestro camino tiene que seguir junto o es mejor que nos separemos.
📜Diario: ¿Qué quiero realmente?
🎒Inventario de Luna: Anillo de Cándido. Esquirla extraña.
🗣️Charla de entretiempo (pendiente): Nada de qué charlar.
Muchas cosas confuciosas para Luna hoy.
Tienes hasta el domingo 23 de febrero (6:30 AM, GMT) para decidir qué quieres hacer a partir de ahora y, si votas la opción de «Diálogo abierto💬», recuerda que tienes que proponer en comentarios qué quieres que diga Luna. El comentario más votado (si es esa la opción más votada también en la encuesta) será lo que responda Luna en el próximo movimiento.
¡POR CIERTO!
Este es un gran momento para proponer charla de entretiempo 🗣️ Cosas que, independientemente de las votaciones, le quieres preguntar o decir a Alma.
Me voy corriendo, que hoy también es tarde. Parezco el conejo blanco del País de las Maravillas.
¡Besitos volados!