Anteriormente en «Antes de rendir el alma»…
(Introducción a la historia para nuevos lectores)
El anterior movimiento de Nora aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes una introducción en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la historia y leer desde donde te quedaste.
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- Tercer Acto -
IV
«Eso no se dice»
Llevan monos de obra, pero, al contrario que el del chico, los suyos están manchados y con las botas llenas de polvo. Uno tiene una sierra circular; el otro, una caja de herramientas y una bolsa grande del Mercadona, demasiado geométrica como para que lleve dentro otra cosa que cacharros de obra.
De los dos, te habla el blanco con un acento tirante del este:
―¿Qué hace ahí subida, señorita?
Una vez te preguntaron eso mismo, también encaramada, igual que estás ahora al lateral del andamio, pero a esos bambús trenzados de tu balcón, que suben hasta el piso de tu vecina. Nunca te habría dejado ponerlo, si no fuera porque vio esos jazmines trepadores en flor y se enamoró de ellos.
Por un reflejo de memoria, respondes lo mismo que le dijiste a tu vecina entonces:
―Es que se me ha escapado el gato de casa.
Y te paras un segundo, porque te das cuenta, ahí, con los dos obreros levantando la barbilla para verte los ojos, esperando que continúes, que esta mañana se te ha olvidado regar las plantas.
Haces un esfuerzo por olvidarte de eso y terminas, muy agarrada ahora al andamio, como si eso te hiciera menos visible:
―Vivo ahí arriba y… He subido al andamio por si la veía.
El mismo obrero te agita la mano en un gesto brusco, como si estuviera ayudando a aparcar un camión:
―Pues baje, baje. Que después cai y nos dan a nosotros la culpa.
¿Cómo se te ha podido olvidar regar las plantas? Antes se te habría olvidado comer. Bajas con cuidado.
―Nosotros îl buscamos, no preocupe. ¿Cómo se llama?
―Nora ―dices al llegar a su lado.
El obrero canturrea, las manos haciéndose bocina hacia el andamio:
―Nora, nora, nora…
―¡No, no! ―ríes―. Nora soy yo. La gata se llama Bona, de Carbona, porque es negra.
«Y porque es una cabrona», habría sumado tu marido, dueño del carbón peludo y artífice del nombre. Y de golpe se te derrumba la sonrisa, porque recuerdas que es verdad, que hubo un tiempo en el que tu marido era divertido. Que era divertido estar juntos.
―Bona, bona, bona…
Sigue el obrero y, risueño, el obrero negro, tan alto que podría ahorrarse el andamio, deja las cosas en el suelo para imitar a su compañero:
―Bona, bona, bona…
Viéndose relevado, el otro se gira hacia ti. Tiene los ojos tan azules como los tuyos, pero diferentes: si los tuyos son un mar revuelto, los suyos son un vacío frío, la caída a un acantilado. Se rasca la sombra de barba al pensar, más como un perro que como un filósofo:
―¿La gata está en calores? ―dice.
―Bona, bona, bona… ―por allí el otro.
―¿Cómo…?
―Que si busca gato la gata.
―Ah, no, no. Está esterilizada.
El otro obrero se ha entregado de verdad a la tarea y ya busca dando zancadas de cigüeña bajo el andamio, entre macetas, en el rincón de una ventana…
―Bona, bona, bona…
―¡Eh! ¡Arriba!
Se te hiela la sangre al ver que el obrero grita hacia el mismo balcón que espiabas y ves asomarse al otro, ese que debía tener la voz grave, con el mismo mono azul impoluto y una lata de Red Bull en la mano. Le lanza un «qué» con un cabeceo, el entrecejo tan fruncido que las arrugas le llegan a la calva.
Y te mira.
Te sientes descubierta, como si te estuvieran apuntado con un foco mientras robas algo, y lo único que se te ocurre es llevarte las manos a la boca en bocina y:
―Bona, bona, bona…
―¿Tú has visto un gato negro pe aillí?
―No ―se le escupe, seco, y desaparece igual de rápido.
Si te lo pidieran, podrías hacer un retrato robot: mirada dura, barba de un par de días, cerrada, nariz ancha, calvo, aunque con sombra de pelo a los lados. Cuello ancho, mentón partido. Intentas guardarte la imagen, por si de verdad terminan por pedirte ese retrato.
Entonces, ves que el obrero te está mirando el brazo.
Al subir las manos para llamar a la Bona ficticia, el uniforme se te ha remangado un poco y la cicatriz del rayo es visible. Sonríes, siempre hay una sorpresa bonita cuando la gente la descubre. Te habla mirándola:
―En Rumanía decimos los rayos tienen alma. Decimos caen sobre las brujas, los strigoi y los poseídos por el diablo.
Silencio.
Al devolverte la mirada a los ojos, y ver la cara que has puesto, dice:
―Perdón ―y busca a su compañero―. Allez, nanu dem!
El obrero largo chasquea la lengua con fastidio, perdiéndose la oportunidad de encontrar al gato, y vuelve a por sus cosas.
Antes de irte, el obrero rumano te pregunta en qué piso vives. Le dices 3ºA, y luego cuentas, con disimulo, los pisos del edificio, temiendo que no llegue a los tres pisos, pero justo son los que tiene.
Con una sonrisa amarga, se aparta rápido de tu lado y sube al andamio.
Estiras la manga para tapar la cicatriz. Eso ha sido raro. Es la primera vez en tu vida que alguien te dice algo así de tu cicatriz, ya llevabas años sin siquiera pensar en ella. La gente, en general, te dice que es bonita, con esa forma azarosa de raíz profunda que naciera de tu hombro.
Al levantar la vista, ves que el agente calvo vuelve al balcón, y te das la vuelta para que no te vea. Caminas hacia la puerta de chapa del patio, sin rumbo, sólo para no parecer más sospechosa de lo que ya eres.
Recapitulas: dos «agentes de clase dos» de un tal «Gremio», armados, espian a Kiko por si aparece por allí un niño con un mendigo.
Justo lo que pensabas. Nada de esto tiene ningún sentido.
*Recuerda que Óliver es tu amigo de la infancia, ese con el que tuviste una experiencia paranormal de pequeños, y tu único amigo de confianza.
*Si tienes problemas para votar en las encuestas, dímelo.
📜Diario: Tengo hambre. Un extraño me ha llamado bruja
🎒Inventario de Nora: Nada.
🗣️Charla de entretiempo (pendiente): Nada de qué charlar.
¡Mirá vos! Hoy tenemos dos encuestas.
Mismo sistema, votas, pero por dos. Y, en caso de que salga la opción «Dejarlo todo e ir a regarlas», se anularía la encuesta anterior.
🗣️: En caso de que termine saliendo ir a hablar con Kiko u Óliver, este sería un buen momento para escribir en comentarios cosas que te gustaría decirles o preguntarles a esos personajes (esto no necesita votación, tal cual lo comentas, Nora lo dirá en algún momento).
Tienes hasta el martes 8 de julio (6:02 AM, GMT) para votar.
¡Besitos volados!
Este movimiento continúa en:
· Esta es una historia del universo de «Caminos de vuelta» ·
Sin saber que excluiría la anterior... (soy una nerviosa y no he seguido leyendo), he votado regar las plantas, creo que cuadra más con ella tal y como es hoy.
Me reservaría para preguntarle a Kiko, ¿Quiénes son ese niño y ese mendigo con los que hablas tanto?
No es del todo excluyente. Por lo que entiendo no es que ella vaya a dejar ir las ideas con facilidad puede y a regarlas y volver con Kiko. El turno en el trabajo es lo que más peligra aquí. Por lo que puedo recordar de la descripción de como es ella. Ahora que le diría a Kiko? Preguntar por información. Si ha visto recientemente a un a un niño con un mendigo y que hicieron (en caso de una respuesta positiva)