Cosas que pasan un sábado al amanecer en Palestina:
Las cajas de agua y mercancía siguen fuera de las tiendas desde ayer, porque aquí, parecido a la película La invención de la mentira, todavía no se ha inventado el robar.
Los niños van a clase cargados con esas mochilas tamaño armario, porque los días libres son el viernes y el domingo.
Samu va a Jerusalén, por lo que te cuento abajo.
Así que en esa ando, antes de las siete de la mañana, ya en un guaxi.
—Tienes coraje para venir aquí después de la guerra.
Me dice S. sin sonrisa entre la barba, espesa como la mía, pero castaña. Lo de aprender árabe por mi cuenta va despacio, así que cuando le hablé en inglés al conductor, S. me preguntó de dónde era.
Quizá es sólo cosa mía, pero creo que a algunos palestinos no les caen demasiado bien los estadounidenses, así que siempre agradezco esa pregunta y, si no, la busco para poder decir que soy español. Los españoles les caemos bien.
Así que hablo con S. todo el trayecto hasta Ramallah, cambiamos teléfonos, yo me voy hacia Jerusalén y él hacia Al Bireh.
Luego, alterno memorizar flashcards en el móvil con una Palestina que se va desperezando al otro lado del cristal de la guagua. Checkpoint, otra guagua y vuelvo a estar ante la puerta de Damasco de la Ciudad Antigua.
Bajo las escaleras y ahí, sentada, hay una mujer con un niqab, ese velo negro que cubre todo el cuerpo excepto una fina línea para los ojos (muy infrecuente por aquí), pero la mujer tiene puestas gafas de pasta granate para leer de cerca, y las tiene puestas sobre el velo, y sólo parece que las gafas estuvieran volando en la noche. Aparto la vista antes de que a ese algo con nariz roja que llevo dentro se le ocurra reírse.
Aparte de antigua, la Ciudad Antigua es, la casualidad, una ciudad, así que entre templos y lugares milenarios la hostia de sagrados, hay, todo muy apretado como para llevárselo en una maleta de Ryanair, estancos, clínicas, restaurantes, gatos (muchos), colegios… Y hay uno, un colegio, administrado por monjas, pequeñito y con una bandera de España en la azotea, donde entro a hablar con otros profesores cosas de profesores.
Voy a empezar a dar clases también ahí los sábados, pero a partir del siguiente, aunque acepto la invitación de la madre superiora para comer con las hermanas luego, antes de que tenga la clase de la tarde con las monjas.
Sí, como se me acerque mucho uno de los gatos callejeros le enseño español también.
Así que tengo dos horas de dejarme perder por las callejuelas, claro que yo todavía no sospecho cuántas cosas le pueden pasar a un pobre Samu en dos horas.
Pienso pasar media o una hora en el Santo Sepulcro, una iglesia construida donde Jesucristo fue crucificado y enterrado, un rato, hasta que luego ya no. Si el otro día estaba en el lugar más sagrado del judaísmo ahora la cosa va del cristianismo.
Más o menos.
La Ciudad Antigua está dividida en quarters, una por cada religión que estuvo rompiéndose la madre bajo y sobre los muros, alternativamente y a veces al mismo tiempo. Ni siquiera estoy bautizado, pero hay algo que pasa cuando, entre estrellas de David y medias lunas, de pronto aparece una cruz, y otra, y te das cuenta de que estás en el quarter cristiano. Y yo soy el primer sorprendido con ese algo. Es como un reconocimiento, como cuando estás en un país extraño y escuchas a alguien hablar tu lengua.
Es un símbolo que me lleva a casa, aunque en mi casa nunca haya habido cruces.
Dos hombres mantienen la cabeza contra las columnas desgastadas de la iglesia, construidas en la época de las Cruzadas. ¿De cuál? De alguna, no quieras saberlo todo. Dentro: oscuridad y, spoileándome la visita, el Santo Sepulcro ahí mismo, con otros dos hombres tirados en el suelo con la frente contra la piedra.
Tres mujeres, a lo lejos, con el pelo cubierto con un pañuelo que las tapa enteras, largo y blanquísimo, cantan algo bonito en alguna lengua.
Camino despacio.
Más que una iglesia es una gruta abovedada, una excavación arqueológica con algún ejemplar especialmente acotado, como el Sepulcro o ese basamento de columna que…
—Hola, perdona, ¿hablas inglés?
Un señor mayor me hace darme la vuelta. Es canoso, de barba y pelo, y tiene gafas y nariz rechoncha. El inglés no es su primera lengua. Después de los de dónde eres y a dónde vas, llegamos a lo que vino:
—Estoy escribiendo un libro sobre cómo siente la gente la religión aquí en Jerusalén.
No me esperaba yo esto.
Le cuento lo de ser romano de religión, muy por encima, porque, en cuanto me callo, por aquello de airear la conversación, darle algo de toma y daca, y tal; el señor, imagino que con toda la buena intención del mundo, agarró el cetro de hablar para fusionarse con él:
—Yo he leído la Biblia la Torá y el Corán y te puedo decir que todos los libros son compatibles y que en esencia todos están hablando de lo mismo es más están hablando de un solo dios porque Jesucristo nunca se llama a sí mismo Dios yo he hablado con mucha gente que cree esto pero realmente no es así porque en la Biblia no aparece escrito ninguno de los apóstoles lo dice que se considere a Jesucristo como Dios es algo que empieza en el trescientos veintitrés con Constantino que era un pagano pero…
La gente pasa a su espalda como un paisaje en tren. Primero uno o dos árboles solitarios, como pretendía serlo yo; con el tiempo, grupos largos de arboledas con guías turísticos a la cabeza. Una adolescente, sin frenar el paso y desde la cadera como Rambo, pega un disparo del flash que ilumina esa columna importante a mi espalda.
—…Sólo hay un Dios y los musulmanes yo soy musulmán por cierto están obligados a creer en todos los profetas y creemos en Jesucristo como lo que es y como lo que él decía ser un profeta el Corán la primera palabra del Corán es «leer» hay que leer hay que acercarse a los textos sagrados limpio para poder entender lo que verdaderamente quieren decir los musulmanes en los tiempos antiguos fuimos punta de lanza en la ciencia y ahora tristemente nos desbalanceamos «Islam» significa sumisión a Dios pero Dios nos dio dos alas como a un águila un ala es la fe y la otra ha de ser la ciencia tenemos que volver a ganar ese equilibrio para poder volar…
Me doy cuenta de que no me acuerdo de su nombre. Me doy cuenta también de que tiene el olor de alguien, un olor seco, quizá el que tenía mi abuelo. Una chica se pone de rodillas frente a la columna, palmas hacia el cielo, y su amiga le saca fotos. La mira, baja las palmas, un par de indicaciones, palmas arriba. Vuelven las fotos.
—Nuestro origen está en el Paraíso; esto, la vida, es una prueba. Dios nos dio la inteligencia para elegir: el camino del bien va hacia él, a reunirnos con él; el otro es un camino que nos devuelve aquí, a la tierra… Oh, ha pasado mucho tiempo. Te tienes que ir, ¿verdad? Mi consejo para ti es: lee. ¿Cuál es tu consejo para mí?
—Escribe.
Nos reímos, me toma de la cabeza y me besa la frente. Lo abrazo antes de irme de la iglesia, sin ver la iglesia. Pero bueno.
«Europeans are good with maps».
Me dijo una vez mi jefa de departamento cuando hablamos sobre el mapa del campus universitario, y quizá sea verdad, porque me propuse ir a una tal Christ Church, para no quedarme con la magua de no ver una iglesia antes de ir al almuerzo y, si mis cálculos europeos son correctos, la iglesia tiene que estar doblando la esquina, al final de esta callejuela larga, abandonada, sólo con una chica parada con el móvil muy cerca de la cara.
Pienso que se ha perdido, pero da dos pasos, en medio círculo, y se le agita el vestido negro, como si estuviera conteniéndose bailar y ya casi no aguantara más. Cuanto más me acerco, más evidente es la música y, para cuando puedo verla sonreír, ensimismada con la pantalla, ya entiendo la letra. Es un bolero.
Me mira, arrastrándome su sonrisa.
Pienso que probablemente sea hispanohablante, que este es uno de esos momentos de: «hey, ¿hablas español?». Pero no digo nada, porque mi coraje, ese del que hablaba S., no vale nada contra sonrisas.
Nos cruzamos, un paso, dos y miro para atrás, por eso de las películas…
Y ella mira para atrás.
Nah, sí que existieron esas miradas teatreras, pero no pasó nada con la chica. La cosa es que ayer estuve escribiendo Tierra en las uñas y tengo la mano aún calibrada para los cliffhangers.
En verdad me di cuenta de que, si contase todo el día, esto iba a quedar larguísimo, y nadie quiere eso para un domingo.
Así que si eso ya cuento el resto otro día ✨
Hay canciones en hebreo, un mercader armenio y un misil balístico.
¡Besitos volados!
P. D.: El título de hoy no es ingenio mío, sino de algo que me escribió
en un comentario,Y me lo robé 🐵
Samuel, me encanta viajar contigo por los caminos que pisas. Eres muy buen contador de historias, además de las reales 🤎 muy bello.
Abrazo grande 🌼
Esa capacidad tuya de meter diez minutos de lectura en dos...🫶.