Tienes el anterior movimiento de Alma aquí:
Si no sabes de qué va esto, o te has quedado más atrás, puedes buscar en el índice de la partida y empezar a leer desde el principio.
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Te afianzas sobre tus pies para golpear
(89% de votos)
Agarras la muleta con ambas manos, concentras la fuerza sobre el hombro y descargas un golpe descendente que impacta de lleno en la cabeza de la criatura.
Sus huesos, tan ligeros para permitirle volar, crujen en un estrépito grotesco y sientes cómo se hacen añicos bajo tu fuerza con tanta claridad como si los hubieras aplastado con la mano.
Su piel centellea en verde por última vez mientras cae al suelo y, allí, el cráneo deformado, el cuello roto, queda de un rosa triste con la mandíbula temblándole y la mirada perdida, apagando lentamente su brillo, en algún lugar del techo.
Pese a la sangre azul oscura que le vacía la vida sobre el suelo, levanta una de aquellas garras hacia tu vecino. El chico está mirando a la criatura con el mismo sofoco que tú; el gesto curvo en una imposible mezcla de asco y pena.
Entonces, de la espalda del hombre, sale en vuelo algo brillante, pequeño y errático, como una luciérnaga del tamaño de un gorrión. Planea sobre vuestras cabezas y, el murciélago, desde el suelo, pierde el interés en el hombre y la sigue con la vista, y aun con la mano huesuda, como con una añoranza lejana, hasta que sus ojos quedan negros y su garra cae a un lado sin vida.
Bajo la mirada de los que quedáis de pie, aquella luciérnaga se aleja aleteando por el pasillo en dirección a la puerta entreabierta de tu vecino: 3º C.
—Gracias por abrir, no zé qué me podría haber hecho zi…
Devuelves la mirada a tu vecino, ese joven pelirrojo con el que has coincidido alguna vez entrando o saliendo del portal. Sea por el forcejeo o por el bochorno, tiene la piel tan blanca que se le trasluce en toda la cara un rubor violento. Tal vez por eso, o por ese ceceo nervioso que tiene, te empieza a transmitir una ternura tibia.
Te cierras un poco el cuello de la bata, de pronto has recordado que estás en el rellano prácticamente desnuda:
—Esta cosa… —dices sin querer mirar a la criatura del suelo—. ¿Qué es?
—No lo zé… He llegado a caza y me la he encontrado toda revuelta. Penzaba que me habían entrado, pero, cuando encendí la luz, zalió volando de la nada a por mí. Llamé al tercero be, pero nadie conteztó…
—Normal, don Ernesto no le abriría la puerta ni a los bomberos en un incendio.
Tu vecino hace algo como sonreír y mira a la muleta que sostienes. Pese a lo brutal del golpe, no se ha dañado ni un poco, sólo está manchada de esa sangre espesa donde el impacto. Parece que un bolígrafo azul hubiera estallado cerca de ella, nada más.
Notas que el chico te mira la pierna prostética que asoma bajo la bata, pero no dice nada. Sólo cuando te vuelve a mirar, dices:
—Bueno…
Como me he dado cuenta de que la mayoría de gente vota en los primeros tres días de la publicación, vamos a probar a, en vez de un movimiento, tener dos movimientos a la semana: los lunes y los viernes.
Así que esta vez tendrás tres días para votar, hasta el jueves (5 de septiembre).
¡Besitos volados!
Maravilloso estoy riéndome solo mientras como, gracias al zezéo del vecino 👏🏼👏🏼. Me está encantando la historia.