🍂Ya casi vuelvo
Hoy voy a Jerusalén, pero sin traje ni maletín. Probablemente sea el primer día que no voy para trabajar (4 mins)
Creo que escribí por aquí, a las pocas semanas de llegar, que Jerusalén no podía ser para mí más que otra ciudad. Y es que, en esta parte del mundo, Jerusalén es a veces demasiado inmaterial como para que yo pueda verla.
Me falta esa bengala de pasión que la ilumine como de verdad parece que es para todo el que llega buscándola, o vive soñando un reencuentro.
Pero me ha pasado algo con el tiempo y el trato. Si a otros le enamora la mística, a mi me ha terminado por enamorar ese laberinto de calles y casas apiñadas, como los dientes de leche de un niño, que se retuercen primero en cruces, luego en lunas y allá en estrellas.
Si a otros le enamora la mística, a mí me enamora ver que la ciudad más santa del mundo es, también, el patio de alguien; que la ropa en el tendedero tiene la misma potestad que las banderas en sus astas.
Y es que aquí hay muchas banderas.
Vengo de España, donde poner una bandera en el balcón es otra forma de insultar al vecino. Y que se joda ese puto: rojo/facha/maricón/cuñao/moro/separatista/españolito… Depende del color que cuelgues.
No sé si aquí es diferente.
Quizá lo que pasa es que Israel tiene frío y se tapa con banderas, o que la calle esté permanentemente preparada para una visita institucional del presidente. No es muy diferente en Palestina, pero aquí hay como un desgaste profundo: si en Israel las banderas inflan el pecho, en Palestina parece que arañan algo.
Ya ves, ya casi vuelvo a hablar de esta tierra en primera persona, como hacía antes.
«Ya, pero no todavía», como dijo aquel sobre cierto reino y cierta venida, porque hoy no seré yo el que te lleve de paseo por Jerusalén, sino dos poetas que ya conoces, porque ya te los he presentado antes.
Yehuda Amijai, poeta israelí, y Fadwa Tuqan, poeta palestina. Ambos escribiéndole a esta ciudad que yo todavía entiendo y veo a medias; mejor que te la pinten ellos en mi lugar, de momento.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
JERUSALÉN
Yehuda Amijai
En una azotea de la Ciudad Vieja, ropa tendida bajo la luz del sol de la tarde: la sábana blanca de una mujer que es mi enemiga, la toalla de un hombre que es mi enemigo, para secarse el sudor de la frente. En el cielo de la Ciudad Vieja, una cometa. Al otro extremo del hilo, un niño que no puedo ver por culpa del muro. Hemos puesto muchas banderas, han puesto muchas banderas. Para hacernos creer que son felices. Para hacerles creer que somos felices.
A CRISTO EN SU CUMPLEAÑOS
Fadwa Tuqan
Señor, gloria de los universos, en tu cumpleaños de este año todas las alegrías de Jerusalén están crucificadas. ¡Todas las campanas, oh Señor, están en silencio! Durante dos mil años no han guardado silencio en tus cumpleaños, excepto este año. Las cúpulas están de luto, el negro se envuelve en negro. En la Vía Dolorosa, Jerusalén es azotada bajo la cruz, sangrando en las manos del verdugo. El mundo es indiferente a la tragedia. La luz se ha apartado de ese amo perdido e implacable, que no encendió una sola vela, que no derramó una sola lágrima para lavar las penas de Jerusalén. Los viñadores han matado al heredero, oh Señor, y se han apoderado de la viña. Los viñadores mataron al heredero, mi Señor. El ave del pecado ha emplumado entre los pecadores del mundo y voló a profanar la castidad de Jerusalén. ¡Qué demonio maldito es, odiado incluso por el mismo Diablo! Oh Señor, gloria de Jerusalén, desde el pozo de la agonía, desde el abismo, desde lo más hondo de la noche, desde el horror, el gemido de Jerusalén se eleva hasta ti. ¡Misericordia, Señor! ¡Líbrala de este cáliz!
Si quieres leer más de mis batallitas por Palestina, están todas aquí
Te dejo aquí el enlace al texto que cité arriba:
⮤ «Hoy no seré yo el que te lleve de paseo por Jerusalén, sino dos poetas que ya conoces, porque ya te los he presentado antes.»
Samuel,
Te leí como quien escucha a un amigo hablar de una ex que no termina de olvidar… pero que ahora le empieza a caer bien.
Esa Jerusalén que al principio no te tocaba, te ha ido entrando por las rendijas: no por la mística, sino por la ropa tendida, por las calles que se enroscan como pensamientos a deshoras. Y eso tiene mucho más mérito.
Lo de las banderas, qué decir… Aquí abrimos el balcón y colgar una ya es una declaración de guerra. Tú, en cambio, estás viendo que allí son abrigo, escudo, o un grito. Y eso, joder, es entender más que muchos que llevan años hablando de Jerusalén como si fuera un souvenir.
Sigue dejándote atravesar, incluso a medias. A veces, ver solo la mitad es tener la mejor parte.
Hola, Samuel. 😊 Aunque me gustan mucho los poemas "nativos" que nos compartes últimamente, yo te confieso que echo en falta tu mirada sobre la tierra que te acoge.
Y sé que sólo es una mirada más, pequeña, sesgada, limitada, como todas las miradas individuales; sé que no contiene la Verdad Última. (Creo que esto lo sabemos todos los/as que te leemos... digo yo...).
Pero a mí me gusta MUCHO tu forma de mirar el mundo. 😊 Ojalá quieras compartirla de nuevo pronto!