Anteriormente en Antes de rendir el alma…
(Resumen de la historia para nuevos lectores)
Tienes el anterior movimiento de Benito aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes un resumen en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la partida y leer desde donde te quedaste.
Hay nuevo movimiento todos los lunes y jueves. ¡Acuérdate de suscribirte para que no se te pase ningún turno!
Segundo Acto, XIII
«Lo último de ti»
—Esto es el anillo, no has perdido nada. Lo que tenemos que hacer es buscar una forma de perdernos nosotros de él —Asiente—. Eso tenemos que hacer.
Dejas correr la vista, en círculo, por el límite del claro. Los árboles se te empiezan a parecer demasiado a los barrotes de una celda.
—Yo estaba… Yo estaba en el hospital, en una camilla. Rodrigo…
Aug’naar espera un final de tu frase que nunca llega:
—Te lo he dicho, era un enclave de consciencia. Desde que entraste en el anillo no has salido, a eso me refiero. Lo que has vivido es sólo una proyección de tu consciencia, algo que tu alma necesita resolver antes de emprender su tránsito hacia… Bueno, Ella, o como sea que la llame tu pueblo.
—¿Ella? ¿Quién? Yo no estoy muerto.
—Nosotros la llamamos Eshayia, es el mismo nombre que tomamos como especie; somos, cada uno de nosotros, un fragmento de Ella que, al morir, vamos a su encuentro para volver a reunirnos en Ella.
—Te digo que yo no estoy muerto —la voz se te endurece.
—Compañero Benito, es bastante probable que sí lo estés. Ningún ser físico podría entrar aquí y quedar atrapado. Siento decirte que has de ser un alma en tránsito o un ber'zarani, un alma errante.
Vuelves a mirar a tu alrededor, como si quisieras encontrar a alguien a quien reclamarle el malentendido. Te frotas los dedos con los pulgares, el tacto es tan real que te parece imposible que esto sea siquiera un sueño, mucho menos la muerte. Respiras y el pecho se te hincha, el suelo te es firme bajo los pies… Esta muerte es demasiado física para que nadie pueda llamarte alma en tránsito.
✔️
Exploras el entorno
(67% de votos)
—Que le follen a esto —dices y avanzas hacia la línea de árboles.
Sin embargo, a medida que te acercas, la determinación se te merma tanto como para que vayas reduciendo el paso hasta detenerte. Inclinas la cabeza hacia un lado y tratas de ver entre los troncos… Una cosa es estar atrapado en un bosque oscuro y otra atrapado y perdido.
Sobre ti, otro de esos crujidos de ramas. Al mirar, descubres ya en vuelo un murciélago verdoso, o un diablillo, por cómo le cuelgan los brazos separados de las alas. Cruza el claro y se pierde de nuevo en las copas.
Una hoja cae en espiral ante ti. La miras desde tu altura; más negra que gris, con un vago brillo púrpura, como una luz remota a punto de apagarse. Al recogerla, la notas algo tibia en la mano. El suelo está lleno de ellas, completamente negras, entre los huecos que crean las raíces en su camino hacia el altar.
—Va, que no se diga.
Asientes y caminas hacia los árboles de nuevo. Al menos las botas son un buen calzado para ir salvando el terreno, cada vez más irregular entre los troncos. Te apoyas en uno, das una zancada, avanzas, te apoyas en el siguiente… Entonces, empiezas a ver cómo los árboles, poco más allá, se vuelven a abrir para crear otro claro, pero al llegar a la línea de árboles, sólo ves la espalda de Aug’naar que, al escucharte, se gira y te espera de brazos cruzados.
Ya habías visto este bucle antes de ese enclave de consciencia, cuando le ordenaste, sin pretenderlo, al Eshayia que escalase hasta la copa de un árbol, y no dejaba de volver a aparecer de nuevo en el claro.
Sólo queda una cosa por investigar: el altar.
Y te das cuenta.
Desde que estás ahí, aunque es sin duda el punto más característico del lugar, interiormente lo has estado evitando, ni siquiera has querido reposar demasiado en él la vista. Incluso ahora, que te diriges hacia él, te crea una incomodidad dentro, sutil, pero que te encantaría acallar dirigiéndote hacia cualquier otro lado o, mejor, sentándote de espaldas a él, quizá contemplar las lunas…
—No —dices.
Te fuerzas a mirar al altar. Algunas raíces, las más delgadas, escalan por la piedra labrada hasta llegar a su centro. Una de ellas crece todavía más y forma una curva, una especie de interrogación, suspendida, que apunta a la superficie de la piedra.
Avanzas y, como contagiado por tu voluntad, Aug’naar sigue la fijación de tu mirada hasta ver también el altar. Hay una sorpresa que lo hace cambiar de postura, como si fuera la primera vez que lo viera, pero no se acerca más, aun estando a apenas dos pasos de él.
Te detienes ante la piedra.
Hay algo de regocijo en verte reflejado: la barba, el rostro, incluso celebras volver a encontrarte con esos ojos de distinto color. En el altar hay una pequeña superficie de agua que refleja el cielo nocturno y, al inclinarte, también a ti. Descubrir que sigues siendo tú te da algo de aplomo, de alguna manera.
En el margen circular de piedra, algo más alzado, que contiene el agua en su centro, hay unas palabras talladas. Se te extraña el entrecejo y te apoyas en la piedra para acercarte más. Sigues con el dedo el desnivel de la talla, se te hunde la yema en esos huecos extraños y conocidos. Son símbolos complejos, jeroglíficos intrincados de formas más rectas que curvas y, sin embargo, los entiendes.
Como si leyeras en tu lengua materna, ves, rodeando el espejo de agua:
Entrega lo último de ti
Tan pequeño que cabría en una mano, tan poderoso que vale una vida
Levantas la mano del altar al darte cuenta.
Esa mancha en la piedra, que creías de humedad o fino musgo, parece en verdad sangre seca. Te frotas las manos y, lo poco que queda de ella, se cuartea y se desprende como una lluvia de polvo.
👣
Acción libre
📜Diario: Ayudar a Aug’naar Drahary.
🎒Inventario de Beni: Nada.
🗣️Charla de entretiempo (pendiente): Indagar en el porqué del tatuaje de Luna: «Unchosen».
Pensé en darte opciones para votar y resolver el acertijo, pero eso sería ponertelo demasiaaado fácil.
Mejor priensa un poquito y dime qué crees que hay que hacer para salvar este puzle, tienes hasta el domingo 19 de enero (6:15 AM, GMT) para comentar abajo qué quieres hacer.
Recuerda que «👣 Acción libre» también incluye la posibilidad de hablar, aparte de actuar. La única limitación es que tienes que decir qué hace y/o dice Benito, no puedes mover al resto de personajes ni su entorno.
Pues eso:
Y recuerda volver a pasarte por aquí para ver y votar los comentarios de otros jugadores ✨
¡Besitos volados!
En un impulso que ni tú mismo entiendes, buscas una piedra afilada, o un palo y te abres un corte en la palma de la mano, dejas que tu sangre caiga como un pequeño racimo de gotas sobre la superficie del altar, en el que otros antes que tú, dejaron la suya.
Te alejas, lejos del altar, limpiando el polvo de sangre de tus dedos y sobre la pierna del pantalón, un pequeño escalofrío convulsionando de la parte baja de tu espalda.
Das la vuelta al otro lado del altar, mirando hacia atrás donde Aug'naar se había detenido, negándose a unirse a ti, pero ya no está allí. Un crujido bajo tus pies. Miras hacia abajo entre las raíces y el suelo musguso donde ha aterrizado tu bota. ¿Eso es... un ala?