🍃Leer más no es suficiente
Si eres de los que le han dicho que para escribir hay que leer o si siempre te ha costado mantener la lectura como hábito, tienes que ver este correo para tener en 9 minutos ese momento «¡ahh, coño!».
Hace unas semanas hablamos por aquí de que uno de los motivos por los que te puedes bloquear (escribiendo, creando o en cualquier cosa de la vida, realmente) es por confundir en qué momento del proceso creativo estás, o porque directamente no conoces las fases del proceso creativo.
Si no sabes dónde estás, lo raro sería no perderte.
Pero, en la escritura, hay dos fases satelitales a aquellas tres que comentábamos y son la lectura y la corrección. Así que, por petición popular (qué va, nadie me lo ha pedido), vamos a hablar hoy de leer como un escritor.
«Para escribir mejor…
tienes que leer mucho».
Este probablemente sea el consejo más dicho en la historia de los consejos literarios.
Pero, en estos poquitos años que he estado intentando ver cómo se engranan los mecanismos chiquititos de la escritura, unos con otros, como relojillos demenciales y preciosos, me he empezado a dar cuenta de algo:
Que hay un error de traducción de lo que dicen.
Donde en la lengua consejil traducen como «mucho», en el idioma escrituril realmente quieren decir «mejor»; o sea que:
Para escribir mejor, tienes que leer… mejor, cojones, no más
Te comenté un día, uno de esos en los que hablo de mí cuando no tengo nada interesante que contar, que durante toda la educación obligatoria fui un estudiante terrible.
Y eso incluía la lectura.
Ya sé, ya sé.
Todos los escritores con los que hablas devoraban libros de pequeño y los pedían como regalos desde que tenían oportunidad. Para mí un libro en Navidades era el equivalente del carbón; algo habría hecho mal, lo veía como un castigo.
Si mi madre me obligaba a leer por las tardes, yo me hacía el dormido con el libro en las manos y, como de pequeño era muy lindo, con el pelo muy rizado y rubito, mi madre se sonreía y me dejaba tranquilo.
Si tenía la oportunidad de leer un resumen en El Rincón del Vago para ese libro obligatorio de clase de Lengua, lo leía y pasaba del libro.
Y así fui esquivando la literatura hasta que me di cuenta de que era verdad, que para escribir hay que leer.
Y yo quería escribir, así que tocaba leer.
El rincón del lector efectivo
Para mí leer fue desde muy pronto un medio, no un fin en sí mismo, como debería ser para un lector.
Empecé a leer como un escritor antes de ser escritor, y luego me di cuenta de que, a los escritores que habían disfrutado de la lectura de modo recreativo toda su vida, les costaba leer así.
O ni se les había ocurrido leer así.
Evidentemente, ya no soy ese niño que se hacía el dormido para no leer, ahora disfruto más de un libro que probablemente cualquier otro entretenimiento, pero hay que entender una cosa:
Leer como entretenimiento no sirve para escribir mejor
Leer como entretenimiento, generalmente, te lleva a poner la inmensa mayoría de tu atención en el argumento, y
El argumento en literatura es donde nadan los peces bobos, los fáciles de pescar, los que engañas con un hilo y una mosca muerta.
Cuando empiezas a fijarte en lo que hay detrás, es cuando empiezas a leer literatura, y a darte cuenta de por qué los académicos no se interesan en los bestsellers, aunque ese es tema para otro día.
Entonces fue cuando, para mi niño huidor de libros, tuvo sentido la literatura:
¿por qué voy a emplear todo este esfuerzo de concentración en que me cuenten una historia cuando puedo ver una peli o jugar a un juego que me cuentan una igual o mejor?
Porque las herramientas con las que se cuenta la historia en literatura son una follada mental
Y eso es lo que hay que buscar al leer para escribir mejor.
La literatura tiene un poco de búsqueda de huevos de pascua y, cada vez que ves uno, aprecias más leer y te da una clave nueva para poner huevos en tu escritura.
Por ejemplo, ayer cité un parlamento de la Novia de Bodas de sangre que decía:
«Es justo que yo aquí muera / con los pies dentro del agua».
El agua en literatura está vinculada al deseo sexual (y, en Lorca, mucho más). La Novia, igual que cuando se entra al mar, sólo ha tanteado el deseo del adulterio, no ha llegado a bañarse, pero sigue siendo suficiente para merecer la muerte.
Esto un lector o espectador puede no verlo, pero está ahí y, cuando un receptor lo ve, la obra se eleva, porque se crea una comunicación secreta entre autor y lector que, desde luego, es lo que te gustaría conseguir como escritor.
Eso con respecto a símbolos y correlatos, pero estas herramientas sirven también para conseguir efectos.
Seguro que alguna vez has leído algo y, físicamente, no has podido parar: necesitas avanzar, saber más, liberar la tensión.
En vez de seguir desbocado tu instinto, párate y pregúntate cómo carajo unas palabras te han llevado a sentir eso.
Detrás del «ay, ay, que el malo la va a matar» seguro que encuentras un montón de técnicas más para conseguir meterte en la escena, como que te de información muy seleccionada, que controle el ritmo con un uso concreto de las descripciones, la sintaxis probablemente ha cambiado para esa escena, la puntuación…
Lo que sea.
Eso es lo que hay que llevar a tu escritura, no que un malo sigua a una chica indefensa (ese es el pez bobo).
Así que esto no es una práctica descriptiva como hacías en clase de Lengua de dividir cosas en tiempo, espacio, introducción, nudo, desenlace… Es preguntarse qué está haciendo el humano detrás del texto para transmitirte una idea determinada, por ejemplo, la percepción del tiempo.
Que la obra transcura en treinta y dos días y medio a ti te da igual.
El bueno, el feo y el malo
Pero no sólo se aprende de cómo trabajan los buenos escritores.
A medida que empiezas a utilizar el superpoder de leerle la trastienda a los libros, verás que, como siempre ha habido, encontrarás libros que no te gusten (el feo).
Ahora, en vez de decir «no sé, no es para mí», podrás darte cuenta de por qué ese libro, que objetivamente le gusta a la gente, no está consiguiendo llegarte: qué tipo de estrategias utiliza que te repelen.
O vas a leer un texto que simplemente no funciona (el malo) y podrás darte cuenta de qué es precisamente lo que no está funcionando en el texto como debería, y cómo evitarlo en tu texto.
Es como ese típico amigo comidillas, ese que prueba algo en un restaurante y te dice que la salsa, aparte de mostaza, lleva perejil, cilantro, nuez moscada y un toque de miel, pues a eso es a lo que se tiene que parecer leer cuando lees para escribir mejor.
Si quieres relajarte y leer por entretenimiento, también se puede.
Hay gente que se estresa y piensa que, una vez empieza a leer analíticamente, ya no se puede desactivar y uno está condenado a ver con rayos x los textos para siempre.
No es así, no te flipes, no eres un arma de destrucción literaria.
Lo que vas a conseguir es ver más huevos de pascua sin querer, te van a saltar a la cara mientras estás leyendo tranquilito, y te preguntarás la cantidad de huevos de pascua que te has perdido todos estos años por no leer así.
Y eso, si te gusta que siga hablando de cómo veo la tramoya de la literatura, haz esas cosas de darle a me gusta o reaccionar de alguna manera para saber que esto te parece interesante.
¡Besitos volados!
P. D.: Hoy (4 de agosto) es el último día para que puedas participar en la siguiente serie que va a empezar en Miradero.
A partir de mañana no podrás colaborar en la construcción.