🍃Lo de no citar a la RAE
Muchas veces suelto comentarios y doy por supuesto que tú estás en mi cabeza y entiendes, sin problema, por qué lo digo. Bueno, pues no. Así que te cuénto por qué no me gusta citar a la RAE (5 mins)
Hay muchos filólogos que no pueden ni ver a la RAE. Incluidos bastantes de mis profesores de carrera y máster. Y ellos son doctores, saben más que yo sobre todo lo que te pueda contar de la lengua.
Pero yo sé más que nadie de ver el mundo con mis ojos, así que de eso te voy a hablar, con 0% de rigor científico.
Si alguien te ha reenviado esto, tu alguien me quiere mucho. Quiéreme tú también suscribiéndote:
He dicho varias veces que no cito a la RAE
Es más, son literalmente las primeras palabras del primer correo de Miradero:
Siempre ha habido una estructura que consigue hacerme desconfiar y es que el autor empiece citando una entrada de la RAE.
Ctrl+C, Ctrl+V
Me da como que se transmutaran en un niño pequeñito que necesitase la mano de su padre para cruzar el paso de peatones.
Si eso no es una declaración de intenciones, tú me dirás. Luego, esta posición revolucionario-bananera aparece en otros momentos:
Según la RAE, «marca»…
Es bromita, nunca me verás empezando un primer párrafo con la cita fácil de la RAE para embragar.
Tú ya sabes lo que es una marca sin necesitar que un heraldo te lea el real diccionario.
Estoy seguro de que habrá alguien que se piense que hago esto porque me creo un titán de la lingüística que piensa que la RAE son unos mongolos incompetentes con trastorno de oligarca.
Muchas gracias por el favor del odio, pero la verdad es que soy un tío bastante del montón en todo lo que hago y, especialmente en academicismo, soy muy consciente de que sigo siendo sólo un soldado de la infantería hablada.
Y, al contrario que algunos filólogos, yo sí respeto mucho a los académicos de la RAE, son una especie de santos patronos de la lengua para mí; tanto ellos como todos los miembros de la ASALE, las academias de lengua de esos países hispanohablantes que no son el mío.
Toda esa gente está cuidando de un tesoro, pero muchos siguen sin darse cuenta y se empeñan en pelearles batallas que nunca existieron.
Entonces, si me metería bajo sus sábanas con los ojos cerrados y la boca abierta, ¿por qué no cito a la RAE?
Es posible que no sepas qué significa la palabra pugilato. Yo no lo sabía cuándo me la encontré y la tuve que buscar en la RAE.
Significa pelearse a piñas.
(y «piñas» significa «puñetazos» en español aburrido)
Contra ese uso de citación de la RAE no tengo nada en contra. Aunque, si te fijas, no he citado, porque no hay necesidad maldita de incrustar eso, tan ajeno a mi voz textual, aquí y pegar un derrape estilístico sin sentido.
Ese es el uso que me pone los pelos de punta; ese, y citar una palabra que tú ya sabes más que de sobra lo que significa. Por poner el ejemplo de la última vez que hablé de esto: tú ya sabes el significado de valiente.
Te estás restando valor al buscar una palabra que conoces tan bien.
Tienes bastante edad como para haberte encontrado esa palabra en contextos suficientes como para crearte una idea muy fiel de qué significa esa palabra. ¿A qué vas al libro de instrucciones?
La RAE es un mapa muy valioso, pero, cuando estoy en mi ciudad, no necesito ir contrastando las manzanas con su plano. Yo ya sé, como hablante no como filólogo, lo que significan las palabras, las tengo dentro, me palpitan con vida y me dicen su significado sin que tenga que ponerles una regla en la frente.
Si sabes el camino de vuelta a casa, ¿para qué vas a utilizar el mapa? ¿A quién quieres convencer de que, efectivamente, sabes volver a casa? Confía en tu instinto lingüístico, es más auténtico que un plano a escala, porque tu instinto crea conexiones que el plano no contempla; tú sabes que, si cruzas el patio de tu vecina, el camino es más corto, que esa cuesta está bloqueada siempre de gente y que aquel semáforo te hace esperar demasiado.
Nuestra experiencia como hablantes crea ramificaciones que la RAE no puede contemplar, porque tiene que limitarse a un registro, científico y necesario, de las palabras. Tú no eres un académico, deja de contrastar lo que te dice tu intuición con lo que te dice un papel: confía en las palabras que conoces, atrévete a transcribir lo que te dicen que son por haberte acompañado toda una vida.
Es como si alguien me preguntara:
—Oye, mira, ¿quién es tu hermano?
Y yo sacara su DNI y dijera:
—El nombre de mi hermano es David Domínguez Martín, su número de identificación es el tal y cual, nació en Las Palmas de Gran Canaria el 24 de abril de...
—¿Eres imbécil o qué?
Tú sabes más de las palabras de lo que pone en un diccionario, deja de insultarte. Tú no necesitas mirar en el diccionario qué significa valiente.
LECTOR: No, pero es que la palabra valiente en sus orígenes tenía el significado de fuerte porque...
Genial.
Y tú vives ahora, mucho después de que ese proceso de resemantización se diera, y, desde luego, muchísimo después de su uso original en el latín vulgar. Este argumento es como ensartar con una espada a un tipo que te cae mal y decir:
—Vamos a ver, es que en el siglo XVII los duelos estaban más que contemplados en...
Seriedad.
Hablante, a tus palabras.
No andemos jodiendo con que en el español medieval luego significaba ahora y zigzags que no van a ningún lado.
Soy el primero que es FAN absoluto y declarado de la etimología, es una de mis disciplinas de la lengua favoritas, porque es como hacer arqueología del español y de verdad te deja ver el camino evolutivo de una voz,
¡PERO!
Una cosa es que te gusten los yacimientos romanos y otra que quemes tu ropa para comprarte togas viriles.
Consulta la RAE para las palabras que verdaderamente no conoces y pasa de ella para las que tú y tu interlocutor entienden de sobra. Hay algo extremadamente valioso en tu experiencia como hablante, algo irrepetible, no lo llanees para darle un tinte académico a un texto o una conversación que, muy probablemente, no lo necesita.
Hay una poesía, quizá la más interesante, que vive en el habla cotidiana creando conexiones inesperadas entre palabras.
Si lo piensas, hay palabras que huelen, que tienen color, que tendrían una mirada o postura específica de tener cuerpo, toda esa información no es una fumada tuya, eso es tu intuición lingüística expresándote, como puede, esas conexiones internas que ha creado otras palabras, que de ningún modo serán recogidas en un diccionario.
Úsalas así, en crudo, hazte ese favor.
Para todo lo demás, la santa RAE te guarde y la etimología te dé un conocimiento más radical de lo que dices y por qué lo dices, que hay veces que uno se olvida de que el vocabulario no sólo se aprende en clases de inglés o alemán, se sigue aprendiendo léxico de tu propia lengua toda la vida.
Corre, que es tarde,
¡besitos volados!
Te dejo aquí el enlace a los textos que cité arriba:
⮤ «Siempre ha habido una estructura que consigue hacerme desconfiar y es que el autor empiece citando una entrada de la RAE.»
⮤ «Según la RAE, “marca”… Es bromita, nunca me verás empezando un primer párrafo con la cita fácil de la RAE para embragar»
⮤ «Por poner el ejemplo de la última vez que hablé de esto: tú ya sabes el significado de valiente»
Algún día la RAE. enunciara:
Resiliencia: palabra que se tatúan las matadas de tu barrio, muchas veces acompañado de un signo de infinito ♾️.
Me ha encantado saber de primera mano porque no te gusta citar la RAE. ¿Sabes? Me siento en cierto modo (humildemente, por supuesto, no voy a decir que un solo comentario te inspire) responsable de esta retomada explicación.
“Yo ya sé, como hablante no como filólogo, lo que significan las palabras, las tengo dentro, me palpitan con vida y me dicen su significado sin que tenga que ponerles una regla en la frente.”
¿Crees que los abogados con nuestras citas de la RAE somos en parte responsables de citar tanto la RAE?
Me ha quedado resonando aquello de que como hablante no necesitas acudir a la RAE para saber lo que significa una palabra. Y es, enteramente, verdad. De hecho, cuando aprendes en el propio sitio otro idioma aprendes palabras con matices que en una clase jamás detectarías.
Y también es cierto: nosotros como hablantes nativos de nuestra propia lengua detectamos matices y ramificaciones que jamás se aprenderían a través de una fría definición. Por eso me pregunto ¿somos los abogados a través de las discusiones puramente semánticas los que hemos forzado este tipo de citas e interpretaciones?
Será por demandas, recursos y escritos que he empezado o en los que he empleado definiciones de la RAE (y que he ganado), solo como herramienta adicional de interpretación, porque lo que puede interpretarse literalmente, no necesita de un interpretación histórica, sistemática o teleológica.
Curioso @Samuel Domínguez. Me ha encantado conocer tu visión sobre el tema. Y, además, estoy muy de acuerdo con la perspectiva que le das desde el punto de vista del hablante “perfecto” usuario del español. Pero me plantea muchas preguntas sobre por qué nosotros citamos tanto la RAE (supongo buscando esa autoridad como otro apoyo más para ganar en una contienda) y descubrir el por qué de su cita en otros ámbitos no técnicos, ni académicos, sino de mero transeúnte de la lengua.
Siempre me haces reflexionar!!!