Anteriormente en Antes de rendir el alma…
(Resumen de la historia para nuevos lectores)
Tienes el anterior movimiento de Benito aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes un resumen en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la partida y leer desde donde te quedaste.
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Segundo Acto, VIII
«Tras el doble fondo»
Te acercas la mano contraria a la nariz. El olor, como de una estatua de roble con vetas de bronce húmedo, ya no sólo viene del anillo, sino de ti mismo, de tu piel.
—Si sólo con tocarlo… —dices.
Notas la mirada de Luna en silencio, también la de algún estudiante, al pasar, entre conversaciones de camino a otro edificio o a la cafetería.
Tomas el anillo de tu palma, lo pinzas con índice y pulgar.
Nunca habrías creído que esos dibujos de tu infancia podían ser tan reales. Y es que, si tuvieras que describir la atracción que ahora mismo sientes, sólo podrías dibujarla como esa nube que toma forma de dedo vaporoso y te hace un gesto atrayente: ven, ven… Como al coyote a su propia trampa, una tarta humeante, en la repisa de una ventana.
El anillo. Casi puedes ver el olor de bellota bronce, tostada o fraguada, enmarcándolo; enmarcando a su vez el camino terroso hacia la cafetería, los árboles al fondo, ordenados, parte del pequeño parque de Filología.
—¿Por qué lo aplazo tanto? —dices.
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Te pones el anillo
(67% de votos)
Te pones el anillo, en un arrebato, como el que se lanza de la cama al mundo tras la alarma, y ese olor obsesivo, a monte que no existe, desaparece.
Arrastras la bota contra el camino y hueles el polvo que conoces; hueles a Luna, por primera vez, un olor cálido, humano, suyo, que no se embotella en ninguna perfumería. Huele a sábanas enrolladas entre las piernas y a amanecer de invierno, pesado y lento.
La miras para encontrar su mirada.
Ves su cara, pálida, con algo de esperanza aturdida o cansada aun en esa poca edad. Una cara. Una cara con ojos. Una cara con ojos azules que, mirando el borde de su iris izquierdo, ahí donde el color se pierde en negro y se astilla, te asoma a la corteza de un mundo con más mares que este, o más puros, o que brillan con más deseo. Un vuelo de pájaro te desmenuza nubes a tu paso y te olvidas de haber mirado unos ojos, te olvidas de que tú alguna vez pudiste ver de otra manera que en este descender rápido a esta tierra vibrante de verdes, púrpuras y azules… con ese olor.
Toda con ese olor imposible.
Un escalofrío te recorre con tanta intensidad que sientes que te separa de algo, que te rasga de algún lugar donde hubieras estado pegado para dejarte en el aire a la espera de ser en algún otro sitio que no llega, sólo un vacío que se suma al descenso acelerado desde las estrellas al corazón prieto de un bosque.
Miras a tu alrededor, aunque sientes el cuello rígido, firme, como el pilar que sostuviera un mundo. Ves un claro, las copas de un púrpura grisáceo, decadente, y un olor que se extingue, más de ceniza que de hierba. Miras al suelo. Un entramado de raíces cubre todo el claro hasta unirse en su centro, en un altar remoto de piedra labrada. Un altar vacío de donde brota el olor a abandono y extinción.
—¿Quién eres? —la voz de un náufrago, temblorosa, incapaz de creer.
—¿Beni? —una voz femenina, distante, extrañamente cautelosa.
Se te atropella la respiración en el pecho. Es imposible que sepas si necesitas respirar más o dejar de hacerlo, sólo una ausencia que se te hace borrasca en algún lugar bajo la garganta.
«¿Qué?», quizá dices.
—¿Puedes en verdad oírme? —la voz náufraga, indeterminada, viene de detrás de alguna hoja del bosque muerto.
La buscas con la angustia de la necesidad.
Miras a tu alrededor y en la corteza desmenuzada de una raíz, una que se curva extraña sobre el altar, hay una grieta de persiana, un fino hilo de luz por el que, al acercarte, ves la cafetería del campus, alumnos que corren a algún lugar…
—¡Beni! ¡Beni! —la voz femenina te alarma con su urgencia.
—Dime, Faer, si eres tú… —una desesperanza aguda—. Dímelo, para creer o…
Las piernas en aspas, a la carrera, de ese adolescente se convierten en el vuelo de un insecto raro que aletea en una bruma pastosa y brillante, y te devuelve al claro. Por primera vez sientes frío, un manto delgado que te hace tiritar en el bosque.
«Qué es esto»
—Tranquilo, tranquilo —la mujer te susurra cerca, la escuchas más en su vaho que en su voz.
—Faer seas, o un ber'zarani errante, ten piedad de un perdido —la otra voz te tiembla cerca, casi en llanto.
Ante ti, al otro lado del altar, como un segundo comensal a la mesa, una luz tibia se te aparece.
—Ayúdame a salir, Faer. Sé tú la última misericordia de Eshayia, o… Sólo háblame, tiéndete a mi lado y háblame y… Ya no aguanto más silencio y noche, por favor...
En la periferia de tu visión, la luz del día se abre paso. Vagamente ves las copas de otros árboles, vivos, lozanos, más altos y recortados contra un cielo limpio, pero sobre todas las cosas el mundo se puebla de caras, se amontonan como tumores grotescos para mirarte con intensidad, y tantos ojos fijos, y tan sedientos de ver, te atenazan de miedo, te hacen desear huir al bosque imposible y moribundo.
—¡Apartaos de una vez! —dice la voz de mujer.
«Gracias», lloras.
—¡Faer!
—¡Beni!
El halo de luz, al otro lado del altar, se abalanza hacia ti, desesperado, y casi notas su tacto tembloroso de tanta cercanía.
—Ya viene una ambulancia, tranquilo, ¿sí?
—Eres mi última esperanza, no me abandones —gime—. No me abandones...
La luz, anaranjada, vibra hasta licuarse. Extiendes una mano y notas su humedad agradecida. La luz aún con más consistencia, casi dibuja ya una silueta humana, a tu lado, hasta que al fin brota de su centro una mano, la palma hacia arriba, menesterosa.
No es humana. Y es imposible que eso te espante. Notas en el pecho el amor de un hermano arderte al ver esa palma rugosa, oscura, con un vello fino y garras negras que se curvan en solicitud.
—Hermano. ¡Faer…! —la voz se colorea de alborozo.
Una mano pálida se posa en la raíz del altar, como si saliera de detrás de ella en una perspectiva imposible, como si la otra cara de la raíz ocultara un mundo del que sólo emergieran esos dedos de uñas mordidas.
—¿Tiene pulso? ¿Tiene pulso? —la voz femenina se acelera y sientes el galope hermanarse en tu pecho.
La mano crece algo más acá de la raíz y se te tiende, rígida, como quien alarga el brazo al borde de un acantilado; un acantilado sobre el que amaneciera, lento y pesadamente, con sábanas enroscadas en las piernas.
—Faer…
—Beni…
A tu derecha, de una luz esperanzada, naranja, brota la mano imposible de un hermano bestial; a tu izquierda, la mano temblorosa y pálida del tropiezo en un acantilado.
🧭 Rasgos de personaje: Luna 🧭
Se llama Luna.
Es pelirroja natural, pecosa y bastante pálida.
Es hermana de Cándido.
Cándido le mandaba un mensaje cada mañana con una buena noticia de algún periódico.
Sufre o ha sufrido una depresión grave. Ha intentado suicidarse en al menos dos ocasiones.
Tiene mucha paciencia.
Lo más parecido a una figura paterna para ella es su hermano Cándido.
Nunca ha tenido una relación sentimental sería. Desconfía de todo el mundo, hombres y mujeres, cuando intentan acercarse a ella de una manera más especial, aunque… Empieza a sentirse segura al lado de Beni. («¿Ese cabrón me fallará, también?»)
Su curiosidad hace que se quede mirando fijamente a otras personas, observándolas como si no pudieran verla. A veces, incluso, de forma casi intimidante.
Mide 1.58m.
Le molesta que la llamen «Lunita».
Siempre ha querido tatuarse un papalote (barrilete, cometa, volantín).
Es voluntaria en un centro de inmigrantes.
Nunca ha salido de Madrid.
Puedes sumar un rasgo simple y uno complejo o dos rasgos simples para la construcción del personaje.
Ejemplo de rasgo simple de Benito: Tiene aspecto vikingo a pesar de ser de Carabanchel; le cuesta mucho decir que no; tiene muy, muy buen olfato (literal y metafóricamente)…
Ejemplo de rasgo complejo de Benito: El padre de Beni lleva cerca de 20 años preso. Ha sido residente de varias prisiones en Madrid, y de alguna de fuera. Según parece, le queda poco tiempo de condena. Beni está tratando de aceptar esta idea.
La única limitación es que no pueden ser rasgos fantásticos del tipo: «tiene una cria de titán que adoptó la última vez que fue a combatir el mal a Kigallu», «tiene superfuerza»...
Es un humano cotidiano que, de momento, no ha tenido contacto con lo fantástico.
📜Diario: ¿Qué soy yo?
🎒Inventario de Beni: Anillo raro.
🗣️Charla de entretiempo (pendiente): Indagar en el porqué del tatuaje de Luna: «Unchosen».
Hoy hay muuucho que decidir y muy importante para el futuro de la historia.
La votación se cerrará el miércoles 1 de enero, podrás sumar tus rasgos para Luna hasta el jueves 2 de enero, escribiéndolos aquí, como un comentario, o mandándomelos por escrito por DM o a samuel@sdominguez.com
En cualquier caso, los rasgos serán públicos y los iré añadiendo a la lista de arriba en cuanto vayan llegando.
¡Besitos volados!
Marchando dos simples:
- Mide 1.58m
- Le molesta que la llamen "Lunita"
Me ha encantado cómo has narrado esta dislocación espaciotemporal de Beni, Samuel. Increíble la capacidad que tienes para describir cosas indescriptibles!
De Luna, se me ocurre que podría tener estos dos rasgos: tiene mucha paciencia (rasgo simple), y lo más parecido a una figura paterna para ella es su hermano Cándido (rasgo complejo). ¿Qué te parecen?