🌾XXIII: Antes de rendir el alma
Continuación de la historia de Alma (Vigesimotercer movimiento)
Anteriormente en Antes de rendir el alma…
(Resumen de la historia para nuevos lectores)
Tienes el anterior movimiento de Cándido aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes un resumen en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la partida y leer desde donde te quedaste.
Hay nuevo movimiento todos los lunes y viernes. ¡Acuérdate de suscribirte para que no se te pase ningún turno!
✔️
Corres a la aldea
(63% de votos)
Lila te aprieta el libro contra la coraza y, con la boca abierta, lo sostienes, ahí, en el pecho, como una colegiala con su carpeta forrada.
Consigues dar un paso atrás, y otro, pero hay algo primitivo dentro que te dice que no hagas movimientos bruscos y, sobre todo, que no le des la espalda a ese tipo.
El viento te despeina, la brisa se ha convertido en ráfagas fuertes que arrastran hojas del bosque. El que Lila ha llamado suturador retrasa un paso, en guardia, aunque con las manos pesadas aún a los lados.
—Vuelve y diles a tus amos que no has encontrado lo que buscas.
Su voz vuelve a sonar diferente; no etérea, sino proyectada, con una presencia total, como si cada brizna de pasto hablara con gravedad en su nombre. Por fin, al escuchar «amos», la furia le atenaza el entrecejo y, más que oír, sientes pesado sobre ti un rechinar de dientes, una presión airada que te compacta, que quiere aplastarte contra el suelo.
Te cuesta dar el siguiente paso hacia atrás, y el tiempo se te suspende en las entrañas cuando lo ves saltar contra Lila: una sombra negra, apenas trazo difuso en el viento.
Un temblor rápido te desequilibra y, entre ella y el suturador, el suelo estalla. Emerge un tallo, grueso y flexible, que falla en su golpe contra la sombra. Con un pasmo que te hiela, lo ves plantar los pies en el tallo para impulsarse contra ti. Es tan grande el terror que ni tienes fuerzas para cerrar los ojos.
La muerte en forma de garra retorcida se alarga hacia ti con una velocidad de sentencia.
Y estalla el chasquido de un látigo.
A unos metros de ti, en el aire, el suturador se frena en seco y rebota de nuevo hacia atrás para estamparse contra el suelo. Con un gesto, como en un tirón de bridas, Lila lo libera de las dos raíces y vuelve a agitarlos para chasquear de nuevo.
No puedes verle las piernas. La vegetación ha crecido a su alrededor hasta fusionarla con el terreno, es ahora un montículo de lilas, tierra y raíces trenzadas. Lo dorado de la armadura resplandece hasta darle un movimiento etéreo a los cabellos.
Te mira.
Aun desde la distancia, puedes ver más que nunca lo violeta de sus ojos, es tan intenso que parecen dos pequeñas nubes de tempestad en la cara.
—¡Corre de una vez!
Joder, y tanto que corres.
Cuando ya vas por media ladera, terminas de ser consciente de que estás corriendo, quizá justo cuando has dejado de sentir esa presión aplastante. Miras un segundo hacia atrás y ves los dos látigos de raíces agitarse, hojas que vuelan en torbellinos, la sombra rápida del suturador al esquivar…
Eras capaz de dar unas zancadas más antes de tener que reducir el paso. Vale que la armadura es más ligera de lo que pensabas, pero es una armadura y tú llevas pagando el gimnasio meses, sin ir, como un tributo al Olimpo.
Resoplando, pasas cerca de la cabaña, pero, como en el cuento de los cerditos, imaginas que unas garras como aquellas atravesarían esa madera mohosa de dos cachetadas. Así que, trotando a una velocidad un tanto vergonzosa, te diriges hacia la aldea. Su empalizada, aunque también de madera, te genera algo más de confianza.
Además, parece que hay centinelas en lo alto.
Has renunciado al trote y vuelves a caminar, aplastando la hierba alta a cada paso, y avanzas en ese sonido de lechuga desojada cuando te parece escuchar algo más que lo enturbia. ¿Un ronquido?
Jorre en hu aeza…
Miras a tu alrededor, pero no hay nadie, y el bosque queda muy atrás como para que venga de allí.
Jooorre en tu aeza
Buscas entre el pasto; ahora ha sonado más como un sapo que balbuceara.
Pooorreee eeeen tuuu caeeezaaa
Suena muy cerca. Algo te tiene que haber seguido. Vuelves a trotar, a punto de masticarte el corazón, pensando que el suturador tiene algún lacayo que te persigue, cuando escuchas un gemido metálico y la celada del casco te pilla los dedos tan fuerte que lo tiras al suelo.
Queda ante ti y la celada se mueve bruscamente al hablar:
—¡Ponme en tu cabeza! ¡Por la savia del antiguo! ¿Cómo te lo tengo que decir?
—¿¡Qué!? —Das un salto atrás.
—¡Estás yendo directo a una pocilga llena de hęrtigos con esa cara de blanucho alienígena al descubierto! Ponme en tu cabeza, rápido, antes de que te vean los vigías. Va, va.
Levantas la vista hacia la empalizada. Las dos siluetas que habías visto se han unido en un punto de la defensa y parece que miran hacia ti, como si discutieran algo, confusos. Das dos pasos rápidos hacia el casco y, aún con bastante aprensión, te lo pones. El mundo se convierte en una fina grieta ante ti.
La celada ya no se mueve al hablar:
—Eso es, eso es —dice, como calmando a una yegua.
—¿Qué eztá pazando? Erez… ¿un fantazma?
—Zí, zoy un fantazma. ¿No se supone que eres una especie de curandero en tu patria? ¿Por qué no te has curado ese silbido ridículo?
Te detienes:
—Porque no me importa hablar azí. Tengo zufuciente autoeztima.
—¡Bravo, bravo! Así que pensabas ir a la aldea y matarlos a todos con tu suficiente autoestima. Ese era el plan desde el principio, entiendo.
—¿Por qué tendría que matarloz?
—¡Para que no te maten ellos primero! —La celada castañetea de nuevo con fuerza—. ¡Por el primer fruto! Nunca te has topado con un hęrtigo, ¿verdad?
—Uno cazi mata a mi amiga…
—¿Y esa no fue pista suficiente? No puedes fiarte de un hęrtigo, te matarían sin preguntar; créeme, extinguieron a nuestro pueblo.
Recueras la cámara, los esqueletos de las madres y los niños, el sacrificio para salvaguardar la huida de alguien…
—¿Quién erez?
—¿Te has fijado en lo mucho que preguntas eso? Pero bueno, supongo que es justo: soy el último guardián de Eshayia.
Recuerdas esa palabra, Lila la mencionó:
—Penzaba que Eshayia zignificaba Dioz.
—Eh… Puede ser, en algún contexto, sí. Es largo de explicar. Pero, ¡escucha!
El casco te gira en el cuello, festivo, y te deja sin visión durante la vuelta hasta que regresa a su posición natural:
—Tú me necesitas a mí y yo te necesito a ti, hagamos un trato.
—¿Ah, zí? ¿Y para qué te necezito yo?
—Porque eres una criatura rara, que habla en una lengua rara, que hay que estar muerto para entender. ¡Yo estoy muerto! —Vuelve a poner voz de calmar yeguas—. Y adivino que tú no hablas ninguna lengua hęrtiga…
—Vale, tienez razón. ¿Y qué quierez a cambio de zer mi traductor?
—Un cuerpo. ¡Tranquilo, no el tuyo! Pero, en algún momento de la búsqueda del Heredero, encomiable misión, por otro lado, enhorabuena, tendrás que conseguirme un cuerpo vivo. ¡Inteligente, eh! No vale el cuerpo de un gorso o un fareno peludo. ¿Qué dices?
🗣️ Charla de entretiempo🗣️
🎒Inventario de Cándido: Armadura parlante. Libro indescifrable.
Cositas, cositas.
Primero: tenemos el indicativo de «🗣️Charla de entretiempo🗣️», eso significa que le puedes preguntar o decir lo que quieras a nuestra armadura parlante y te responderá en el siguiente turno como parte de una conversación casual.
¡PERO!
Aparte tenemos «💬Diálogo abierto» en la encuesta. Esto significa que sólo si esa es la opción más votada, y propones una negociación al trato, la más votada aparecerá en el próximo movimiento.
Si no es la opción más votada, se ejecutará la acción que lo haya sido y la charla de entretiempo (y se obviarán las negociaciones de los lectores).
Todo listo entonces, tienes hasta el domingo 27 de octubre para votar y proponer tu charla y/o negociación.
¡Besitos volados!
P. D.: Si vas a proponer charla y negociación, quizá busca una forma de diferenciarlas en el comentario, tipo poner 💬 y 🗣️ o algo así, para que no sea confuso.
🗣️ Yo le preguntaría a la armadura fantasma qué le pasó a su pueblo...
Me reí demasiado hoy con Candido y su fantasma. 🤣🤣🤣