🌾XXIX: Antes de rendir el alma
Continuación de la historia de Alma (Vigesimonoveno movimiento)
Anteriormente en Antes de rendir el alma…
(Resumen de la historia para nuevos lectores)
Tienes el anterior movimiento de Cándido aquí:
Si no sabes de qué va esto, tienes un resumen en el link de arriba. También puedes buscar en el índice de la partida y leer desde donde te quedaste.
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💥
Dejas ir al kabaan y rebuscas en el carbón
(100% de votos, crítico)
Ya ha habido suficiente sangre.
Unos cuantos pasitos rápidos más y la espalda del kabaan desaparece entre los árboles. No has sentido ira, dirías que tampoco Guardián; sólo una pena culpable, una pérdida. Te sientes el fuego de Alejandría: tú has destruido para siempre el conocimiento imposible de esas páginas y, aunque arrancaras cien vidas de kabaanes como venganza, nada de eso cambiaría.
Te acercas a la pila de madera hecha carbón y quedas mirándola desde lo alto con un gesto amargo en los labios.
—Qué imbécil… —dices.
—Está bien, Cándido. Soy yo el que debería haber estado más despierto. Esto es más culpa mía que tuya. Al final, yo soy el guardián de Eshayia, no tú. No te correspondía a ti proteger ese códice, sino a mí.
Te sorprende que Guardián te consuele y, de algún modo, sentir esa caricia amiga te hace querer llorar. De pronto, la culpabilidad se transforma en el duelo de un hijo muerto, en impotencia vital y desgarro. Te es desolador simplemente respirar.
Tardas sólo un poco más en reconocer que esos sentimientos no son tuyos y, sin palabras, te llevas una mano al pecho de la coraza.
Aunque esa enredadera de sentir silencioso apenas se calma con tu tacto, sí consigues separarlos de los tuyos y te agachas para rebuscar en el carbón.
Nada, no se ha salvado ni una página. Al rato de remover, ya casi sin buscar, como quien revuelve un estanque, sientes una alarma en el pecho.
—Detente —dice Guardián.
Por primera vez te das cuenta de que tal vez lo estés ofendiendo de algún modo, como si estuvieras jugando con las cenizas de un muerto, pero esa alarma se convierte en alegría contenida, una esperanza tan dolorosa y quebradiza que Guardián no se quiere permitir.
—Aparta ese pedazo de purio —Y el corazón te late con su expectativa.
Entiendes que se refiere a un trozo de carbón mayor, deforme, que tú no habías diferenciado de madera hasta ahora, y, al rodarlo, descubres un brillo pequeño.
—¡Dichoso brote del Carmesí! —La celada salta alegre al hablar—. ¡Viejo astuto, viejo astuto! Que sepa perdonar mi lengua ahora que es uno con Eshayia.
Apartas la ceniza y desentierras un anillo deforme, tosco como si lo hubieran forjado a mordidas, pero con un brillo tremendamente limpio que ha debido darle el fuego kabaan.
—¿Un anillo? —dices.
—¡Un anillo! —se mofa—. Ese «un anillo» es el anillo de «un druida eshayia» —aunque repite el tono de burla, lo sientes explotar de alegría dentro de ti—. Y ese «un druida eshayia» era nada menos que Faer el Inquieto.
Lo dejas reposar en tu palma. Es de un dorado mestizo, como un bronce ascendido a oro sin pasar por plata.
—A este metal le llamamos «fruto de las sombras»: Ger’hal. Un fruto que, en lugar de sus copas, producen las profundas raíces de estos árboles. Quien conseguía persuadir a un árbol para que se lo diera, quedaba señalado por el bosque y pasaba a formar parte de su comunidad. El anillo que forjara con él, pasaría a ser su única posesión al convertirse en druida: símbolo de su hermandad natural y contenedor de sus poderes.
No sabes si por influencia de lo que te cuenta, pero empiezas a tener la sensación de que sostienes algo vivo en la mano, como si tuvieras un pequeño pájaro, ahí, que debieras tratar con cuidado y proteger.
—El viejo Faer debió enmascararlo de libro con algún conjuro, protegerlo así de los hęrtigos sabiendo de su poco interés en la lectura. Ahora me explico por qué fue lo único que se llevó al sótano cuando rompieron las puertas, por qué trató de defenderlo de ellos hasta el final, más que a su propia vida.
De pronto te das cuenta:
—Ezta armadura también eztá hecha de ger’hal —dices convencido.
—Buena vista —dice—. Sí, algunas partes. Cuando la guerra se tornó en nuestra contra, los druidas convencieron al bosque para poder forjar las armaduras de la Guardia de Eshayia —sube el tono, divertido—; unidad de ¡élite! a la que yo pertenecía, querido Cándido.
Sonríes, todavía mirando el anillo, ya convencido de que hay algo vivo en él, algo orgánico.
—¡Eh! —escuchas a tu espalda.
Todavía acuclillado, miras sobre el hombro. Se te corta el alma. Es ese tipo de negro, ese que Lila llamó suturador. Cierras el puño para ocultar el anillo.
—Nos volvemos —dice.
Aunque no quieres levantarte, la armadura te fuerza a darle frente, el pecho orgulloso.
El hombre tiene la ropa rota, húmeda de sangre, pero su mirada no ha perdido ni un poco de vigor; antes al contrario, parece encendida, inflamable.
—¿Dónde eztá Lila?
—La he hecho volver. Tú todavía tienes una oportunidad para seguirme por tu propio pie.
📜Diario de misiones: Encuentra al Heredero. Consíguele un cuerpo a Guardián.
🎒Inventario de Cándido: Armadura encantada. Anillo de Faer el Inquieto.
🗣️Charla de entretiempo (pendiente): Saber más de los hęrtigos y del fin de Eshayia.
¡Bicho malo nunca muere!
El suturador está de vuelta y te toca decidir qué hacer con él, tienes hasta el miércoles 20 de noviembre. Esta vez además tienes la opción de «Diálogo abierto 💬», te cito nuestro Libro de reglas para refrescarte la memoria:
La mecánica de diálogo abierto implica que, en vez de darte yo opciones de diálogo y tú elegir una, puedes crear tu propia opción en comentarios y el resto de jugadores va a votar la que más le guste. La opción más votada será la respuesta de Cándido.
Si resulta ser la opción más votada de la encuesta, se tendrán en cuenta los comentarios propuestos, si no, no.
¡Besitos volados!
Propuesta de diálogo abierto:
"¿Qué quierez decir con que la haz mandado de vuelta?"
Tal vez interesaría saber, antes de decidir si enfrentarle o no, si Lila anda campando ahora por el mundo humano, o es Alma resucitada la que ha sido mandada de vuelta, o WTF? 😄