🍃Te lo pongo fácil
Este correo es URGENTE, porque hay una serie —no voy a decir mi favorita, porque las demás se pondrían celosas— que me gusta mucho y necesitas saber algo importante sobre ella.
La serie está bastada en el universo de Caminos de vuelta, mi primera (y única, e inédita, no te flipes, Samu) novela, pero eso es lo de menos, porque no hace falta haberla leído para poder jugar.
Porque sí, en esta serie no sólo se lee, sino que los lectores crean a los personajes y deciden qué hacen, yo paso a ser un humilde transcriptor de las consecuencias.
Si todo esto te suena a nuevo y tengo que decirte que la serie de llama Antes de rendir el alma, entonces, este correo es para ti.
La serie tiene un problema: que funciona
A la gente que la lee le gusta y eso lleva a que salgan más y más capítulos así que, cuando un lector nuevo llega y ve que vamos diecinueve capítulos, con todo el sentido del mundo, dice:
¡Venga, chau!
Y ya pasa de abrir el correo si viene con «🌾» en el asunto.
Sin embargo, una idea me ha caído del Sol (o de un ser casi igual de viejo) y me ha dado la solución: hacer un resumen de la serie para que, este viernes, puedas sumarte como jugador de pleno derecho al capítulo veinte, tranquilamente, sin maratón, facilito.
Así que aquí te lo dejo.
Lo que verás entre paréntesis es el resultado de las votaciones de los lectores, para que te vayas haciendo una idea de cómo funciona el rollo.
Y si le das al número al principio del párrafo, vas al capítulo completo.
🧭 Personaje: Alma🧭
Alma es una mujer de cuarenta y dos años, catedrática de la universidad, aunque ahora esté de baja psicológica. ¿Por qué? Por qué no, será: Alma vio suicidarse a su padre de niña, perdió una pierna cuando tenía veintitantos y, lo que ha terminado por colmar el vaso, su marido le acaba de pedir el divorcio.
-1- Todo ello, aparte de a una baja laboral, te ha conducido a un considerable problema con el alcohol. De hecho, despiertas con una resaca monumental después de una noche de pesadillas terribles como hace años que no tienes.
De camino a la cocina te llega un mensaje de «Ser horrible», tu exmarido, pero pasas de él, sólo quieres hacerte un café y que se disipen los monstruos. Sin embargo, aunque la cocina está hecha un desastre, la Alma del pasado dejó, muy convenientemente, la última botella de vino junto a la cafetera.
-2- Pero decides apartarla y hacerte un café (✔️ 70%) y, más allá de la cafeína, esa voluntad te da la energía suficiente como para adecentar la cocina y que no parezca una leonera. Entonces, escuchas una llave que abre la puerta.
—Esta ya no es tu casa. No puedes hacer esto —dices, con una fachada de acero y el corazón de flan—. Y cierra la puerta de una vez.
El Ser horrible te mira con ese azul intenso, pillado con las manos en la masa. Intenta desviarte el tema diciéndote que el vecino, don Ernesto, le llamó por el ruido de anoche, que si estás bebiendo mucho, que…
—Para —dices y notas el labio temblar violentamente—. Para esto de una vez. ¿Quieres tus espaditas de mierda? Cógelas y vete de aquí.
El Ser horrible tiene una colección de armas íberas en casa y las necesita para una conferencia o metérselas por el culo, te da igual. Vas al balcón simplemente para no estar y te quedas mirando un avión negro que cruza sobre el Parque del Oeste. De pequeña querías ser piloto.
Escuchas que el Ser horrible termina y notas que dilata la marcha, como queriendo tener una última palabra contigo.
-3- Claro que no tienes nada más que decirle (✔️ 56%) así que te quedas ahí, en el balcón, y lo terminas viendo salir del portal, esas canas bien peinadas, de camino a un coche donde le espera una chica: Claudia Castellano Correa.
La conoces bien, tú misma la recomendaste para hacer el doctorado con el propio Dr. Horrible. Se dan un beso fugaz y se van. Hasta le ves la gracia. Hace veinte años ese mismo Dr. Horrible dirigió tu tesis doctoral.
De camino a la ducha te ves en el espejo: tus rizos alborotados y esas mil pecas en la cara. Recuerdas un juego de niña, cuando le preguntabas qué debías hacer a tus pecas. Debes de oler, porque, al abrir los ojos tras preguntarles, ves un grupito de pecas con forma circular a lo dispensador de ducha.
Entras y, a mitad del baño, llaman a la puerta. Piensas en no hacer caso, pero llaman tan desesperadamente que tomas una bata y vas a la entrada.
—¡Por favor! ¡Hay algo en mi casa! —escuchas al otro lado.
-4- Te quedas congelada ante la puerta (❌, pifia)1. La puerta, los gritos, te recuerdan a aquel baño de tu casa de pequeña donde, un día, viste a tu padre ahorcado.
—¡Fuera! ¡Fuera! —grita al otro lado, desesperado.
Te arranca de tus pensamientos para mirar por la mirilla: un chico está enzarzado en una pelea con lo que parece un murciélago muy grande.
-5- Abres la puerta (⭐, 73%)2 y tomas lo primero que tienes a mano como arma: una muleta. Entonces, ves al murciélago.
La piel, de un color rosa encarnado, cambia por momentos como sacudida por un oleaje que la vuelve celeste y verdosa. Al contrario que un murciélago, tiene brazos independientes y hasta dedos huesudos. Abre la boca y parece que va a atacar a tu vecino.
-6- Golpeas a la criatura con la muleta (✔️, 89%) y escuchas el cráneo partirse. Su piel centellea en verde por última vez antes de desplomarse en el suelo.
Entonces, de la espalda de tu vecino, sale una especie de luciérnaga, aunque mucho más grande, del tamaño de un gorrión, y se dirige en un vuelo errático hacia la puerta abierta: 3º C.
Nunca habías hablado con tu vecino, un chico pelirrojo, más bien bajo, que parece tener un problema en la pronunciación de las eses.
-7- Sigues a la luciérnaga extraña (✔️, 56%) hasta ver el interior de la casa: está totalmente revuelta, como si hubieran entrado a robar.
Te acercas más, lo suficiente como para darte cuenta de que no es una luciérnaga, más bien parece una araña alada que sujeta una especie de perla brillante. Vuela en dirección a un reloj de pared.
Entonces, a mitad de camino, desaparece. No deja ni rastro. Estaba ante ti hace un segundo y ya, nada.
Te das cuenta de que las manillas del reloj de pared corren por la esfera como locas y ves, entre tú y la pared, una distorsión, como un borrón o como si se le hubieran empañado las gafas a la realidad.
-8- Acercas la muleta a la distorsión para tantearla (✔️, 63%) y toda esa mitad desaparece. En cuanto das un tirón hacia atrás para liberarla, un vértigo te atenaza las entrañas. Te sientes del revés, como si te hubieran vaciado los órganos sobre la alfombra, y la distorsión te succiona.
Tras un viaje imposible por paisajes y realidades revueltas, sientes por fin suelo bajo los pies. Y vomitas.
Estás en una selva oscura o bosque muy tupido. Las ramas de los árboles se retuercen sobre ti hasta apenas dejar ver el cielo, pero lo ves, con dificultad: un manto negro plagado de estrellas, allá, sobre las copas violáceas, muy brillantes, de los árboles más altos.
Más adelante, ves de nuevo a la falsa luciérnaga en su vuelo errático.
-9- Ni siquiera piensas en tratar de volver, te lanzas hacia ella (💥, crítico)3 y, pese a lo accidentado del terreno, plagado de raíces y rocas, pese a tu pierna prostética, vuelas sobre el camino a su encuentro.
Llegas a su altura, la observas de cerca y, desde las copas, una de esas hojas brillantes cae en círculos y, cuando está a punto de darle al insecto, deja caer la perla para poder salir disparado en vuelo a una velocidad asombrosa.
Tomas la perla y ves que la hoja, al tocar tierra, sisea, como si estuviera al rojo vivo, y quema el terreno a su alrededor creando ese musgo negro que ves por todo el suelo.
Al tenerla en la mano, notas que la perla tracciona de ti levemente hacia algún lugar. Caminas en aquella dirección hasta llegar a un claro con algunos de esos murciélagos muertos entre las raíces y, en medio, un altar de piedra tallado. En medio, hay una especie de nido de raíces.
-10- Dejas la perla en medio del altar (✔️, 88%) y te pinchas con una espina. Una gota de sangre cae contra la perla y cambia de color por un segundo, de un amarillo verdoso a un rojo bronce. Aunque vuelve a su color original, ese cambio de colores se expande a las hojas de los árboles, donde el violeta se vuelve dorado, luego verde, luego bronce, para retornar al violeta original, aunque más vivo, celebrante.
Entonces, una brisa misteriosa llega hasta ti y escuchas unas voces espectrales en las que resuena a la vez lo dicho, lo que dice y lo que dirá:
«Si existiera el mérito del azar, el viento tintinearía medallas con su paso; la lluvia llamaría padre querido al mar, madre amada a una luna; el astro sol sería potencia alabada a la que sacrificar la sangre joven con sometida vergüenza».
«¿Quien es capaz de un bien accidental tan sublime no podrá ser también artífice del mal más blasfemo? ¿Tengo ante mí la bondad o el calvario?»
-11- —Yo... no... Yo creo que mala persona no soy... —Miras a tu alrededor, pero allí no hay nadie—. No entiendo nada, ¿quién me está hablando? (💬, diálogo abierto)4
«‘Quién’ es palabra atrevida, ceñidora de identidades»
«Ya… Por la forma, tamaño y verbo has de ser un Hęrtigo… Sea, pues el Hęrtigo encarna por igual el fuego y el hacha como la gracia del rocío lunar, el bosque observará tu devenir y juzgará tu primera acción por la última. Entonces, sabremos»
Sales del claro y vuelves al camino experimentando una nueva y extraña conexión con el bosque. Sin embargo, algo te impide seguir profundizando en ello: una montura se acerca al trote.
Es una especie de reptil bípedo, emplumado, casi completamente gris excepto un penacho encarnado en la cabeza. Sobre él monta un jinete con la piel de un azul verdoso, similar a la que viste en el murciélago de tu rellano, igual de tornadiza. Tiene las orejas apuntadas, verticales, hasta llegar por encima de la cabeza afeitada. Los ojos, oscuros donde tú tienes blanco, dorado donde tú tienes marrón, te miran belicosos, profundamente enojados.
—Basęris Nambus do iendelaro huament-gia?
No entiendes nada, sin embargo, aquella misma brisa de antes te da encuentro y, a puro grito, entiendes que está buscando la perla y cree que tú la tienes.
Desenvaina una espada fina de montar y te apunta con ella, muy cerca de la nariz.
-12- Palideces (❌, pifia) y sólo alcanzas a decir: «¡No, por favor!» antes de que, con un solo movimiento, el jinete te corte el cuello.
Caes de rodillas ante él.
🧭 Personaje: Cándido🧭
Los rasgos de personaje de Cándido (creados por los lectores cuando apareció en el capítulo 3) todavía se están revelando en la historia. De él sabemos que es un joven que estudió medicina, pero, cuando le superó el trabajo de hospital, cambió (o huyó) a un laboratorio de ensayos clínicos.
Has visto a tu vecina desaparecer por la distorsión, ahora mucho más violenta y visible que la bruma de antes. Piensas en qué hacer cuando, de pronto, alguien empieza a aporrear la puerta con intensión de tirarla abajo.
-13- Te acercas a la distorsión (✔️, 67%) y, al tocarla, el tiempo se detiene un poco como para que veas, a tu espalda, un hombre primero, luego una mujer, entrar con fusiles a tu casa. Las armas y el chaleco es lo único militar que tienen, por lo demás van vestidos de calle.
Pero eso queda atrás y el túnel dimensional en el que te encuentras te devuelve a la primera vez que tomaste psicodélicos con tus amigos de la uni. De algún modo, consigues dejarte llevar y terminas en un bosque oscuro.
Hay un charco de vómito, tu vecina tuvo que pasar por aquí. Sigues el camino hasta ver a un jinete sobre una montura extraña que desenvaina y, a sangre fría, le corta el cuello a tu vecina.
Aun en shock, te acercas para tratar de estabilizarla, pero han pasado muchos años alejado de ese tipo de medicina. Te quitas la camisa para detener la hemorragia, pero no cesa: tienes que intervenirla de algún modo.
-14- Tras luchar contra el miedo a cagarla, decides intentar una hemostasia térmica (✔️, 83%) con el calor de una de esas hojas incandescentes.
Y parece que funciona.
Le haces un vendaje de circunstancia con la parte más limpia de tu camisa y, en un arranque de brío, te levantas para investigar los golpes que escuchas, allá por donde se fue el jinete.
Llegas a un claro con un altar de piedra en el medio y ves al jinete, con un hacha corta, golpeando el medio. Ha dejado, algo retrasada, su espada clavada en el suelo, a su espalda.
-15- Pero no te la juegas, huyes, buscas escondite (✔️, 43%) para ti y para tu vecina. Vuelves y la adentras en los arbustos. Está tiritando y resoplando por la pérdida de sangre, aunque, que esté sólo en bata, tampoco ayuda. Le rellenas como puedes la bata con las hojas menos candentes del suelo.
Escuchas de nuevo golpes y ves que el jinete se va sin notar vuestra presencia.
Entonces, cuando vuelves a mirar a tu vecina, las hojas que ya deberían estar apagadas, como el resto de donde las tomaste, siguen candentes, como si quisieran mantener a tu vecina en aquel calor.
Y tu vecina habla con la voz fantasmal del bosque:
—Ahora sé que no sois Hęrtigos, los Hęrtigos son incapaz de una cobardía como la que ambos habéis demostrado. Sois otra cosa, insignificante y quebradiza, pálida y blanda.
—A ver… —dices, pero te detienes. Te das cuenta de que el temblor de voz no haría sino corroborar lo que dice.
—El embrión, el legado del bosque, el Heredero… Bajo la luz de Tenati y sus hermanas, el bosque ha sido abandonado, expoliado… Desde luego, tampoco habéis de ser Feyias. ¿Qué gran potencia os envía, entonces, a gastar tamaña burla al bosque?
—El bosque se rinde… El bosque morirá en nuestra savia…
-16- —¡No! (⭐, 50%) —dices.
El cuerpo de tu vecina, que hasta ahora te había hablado con los ojos cerrados, los abre para mirarte. Son grises, glaucos como los de un ciego, aunque con una profundidad extremada que te hace pensar en cuencas vacías.
Y acepta tu propuesta de salvar al Heredero.
—Las raíces del bosque, aunque comunidad viva y corrediza bajo tierra, se presenta inútil cuando de largos desplazamientos se trata. En ello radica su fuerza prodigiosa y su gran debilidad. No obstante, la Providencia y sus azarosos designios nos han vinculado a este ser… El bosque te puede acompañar en él, si lo deseas.
-17- —Claro. No me vendría mal una ayuda. Al fin y al… (💥, crítico)
No terminas la frase. Aquellas hojas que le colocaste como abrigo abandonan su brillo calmo y destellan tanto que necesitas interponer una mano. La luz violeta no cesa y es tan intensa que terminas por cerrar los ojos. A tu alrededor, los troncos crujen, como si todos los árboles se estuvieran desperezando a la vez.
Al abrir volver a mirar, el Bosque, en el cuerpo de tu vecina, está en pie y te mira con unos ojos del violeta de las hojas, brillantes como amatistas. Con alguna dificultad, se acostumbra a moverse y os encamináis para salir del bosque.
En el trayecto a los lindes, te percatas de que murciélagos, como el que viste en tu piso, os siguen, pero el Bosque te dice que son aliados, que sólo les apena que ella se vaya.
Con ilusión infantil, también te dice que le gustaría tener un nombre humano.
Por fin sales del bosque. Está amaneciendo. Ante ti hay una pradera, una aldea algo medieval en el valle, una cabaña cerca del límite del bosque y unas ruinas negras en una colina próxima.
-18- Vais a las ruinas (✔️, 43%). Parecen los restos de un muro y una pequeña fortaleza, pero te das cuenta de que, el bosque en el cuerpo de tu vecina, cuando camina hace germinar flores a cada paso, unas pequeñas flores de lilas.
—Este podría ser tu nombre —Alzas la vista y sus ojos centellean—: Lila (💬, nombre propuesto).
Un gran bloque negro, derruido, obstaculiza el portón. Entráis con algún esfuerzo a la fortaleza, pero apenas queda nada en pie dentro, sólo la planta de los edificios que hubo allí, adosados a los muros.
Investigas algo más, entre los arbustos que han crecido libres, y ves unas escaleras que parecen apuntar a un sótano o una cripta.
Sin embargo, es poco probable que el jinete haya pasado por ahí.
-19- Bajas las escaleras (✔️, 83%) y encuentras una sala llena de esqueletos. Parece que es la cámara donde se escondían mujeres y niños durante el asedio, porque muchos de esos cuerpos son de niños y bebés.
Te fijas en los huesos y ves algunas diferencias con uno humano: colmillos, tabique más chato, una cola, pies como zarpas… Hasta que ves a Lila observando algo en el medio de la sala.
Hay tres cuerpos muy juntos dos con armadura, conservadas impolutas a pesar del paso del tiempo, evidente en la capa de polvo que cubre todo.
—Este mineral le es familiar a nuestras raíces —dice ella, al tocar el metal cobrizo de las armaduras.
Sin embargo, algo llama tu atención: el tercer cuerpo, ese que está en medio de los soldados, oculta un libro bajo el pecho. Lo abres, pero no entendéis nada de lo que dice.
Vale, esto ha sido bastaaaante más largo de lo que esperaba.
¡Pero sigue siendo menos que diecinueve capítulos!
Y, si estás leyendo esto, es que ya estás listo para el capítulo veinte del viernes.
Si no estás leyendo esto, que te peten.
¡Besitos volados!
Cuando una encuesta empata, se considera una pifia; o sea, que la acción tendrá consecuencias negativas para el personaje.
Esta fue una acción significativa, Alma actuó en contra de sus traumas, como consecuencia, en el futuro tendrá menos miedo a esas puertas abiertas.
Al contrario que en la pifia, cuando todos los lectores votan lo mismo, es un crítico con consecuencias muy positivas para la trama.
Los jugadores proponen líneas de diálogo y, la más votada, es la que dice Alma.
No encontré la araña
Gracias por el resumen Samuel, me parece una idea acertada ✨
Yo me sumé a tu newsletter cuando la historia iba bastante avanzada y decía: “Tengo que sacar un día para leerlo en orden, bien”. Sabía que quería leerte porque me encanta como escribes, pero también sabía que tenía que sacar un día para ir capítulo por capítulo.
Entonces, este resumen sí que me permite seguir la historia y disfrutarla en grupo durante los próximos capítulos.
¡Lindo día!
Paloma