🌾Cándido - Primer Acto de «Antes de rendir el alma»
Este es el resumen de Cándido del Primer Acto de Antes de rendir el alma. Si quieres leer los capítulos completos, arriba tienes el índice; si no, puedes elegir también:
Leer el resumen de Alma del Primer Acto (10 mins): lee el resumen del otro personaje del Primer Acto.
Como esta es una historia colaborativa, donde los lectores crean y dirigen a los personajes, lo que verás entre paréntesis es el resultado de las votaciones de los lectores, así te vas haciendo una idea de cómo funciona el rollo.
Si le das al número al principio del párrafo, puedes ir a ese capítulo completo.
🧭 Personaje: Cándido🧭
Los rasgos de personaje de Cándido (creados por los lectores cuando apareció en el capítulo 3) todavía se están revelando en la historia. De él sabemos que es un joven pelirrojo que estudió medicina, pero, cuando le superó el trabajo de hospital, cambió (o huyó) a un laboratorio de ensayos clínicos.
Antes estuvo, brevemente, en la academia para ser policía científica, pero lo expulsarion por amenazar a un instructor con un arma cargada.
Al llegar a casa del trabajo, te la encuentras revuelta, piensas que te han entrado a robar, pero salta a por ti un murciélago verde muy extraño y sales corriendo a buscar ayuda.
-6- Llamas a tu vecina y, justo cuando el murciélago vuelve a darte alcance, sale y lo espicha de un muletazo. De tu espalda, sale en vuelo una luciérnaga grande, como un gorrión y se dirige de nuevo a tu apartamento. (7) Tu vecina y tú la seguís hasta el salón, donde, al acercarse a una bruma vibrante, desaparece.
Tu vecina se acerca, la roza con la muleta y también desaparece por la ruptura (8), ahora mucho más violenta y visible que la bruma de antes. Piensas en qué hacer cuando, de pronto, alguien empieza a aporrear la puerta con intensión de tirarla abajo.
-13- Te acercas a la distorsión (✔️, 67%) y, al tocarla, el tiempo se detiene un poco como para que veas, a tu espalda, un hombre primero, luego una mujer, entrar con fusiles a tu casa. Las armas y el chaleco es lo único militar que tienen, por lo demás van vestidos de calle.
Pero eso queda atrás y el túnel dimensional en el que te encuentras te devuelve a la primera vez que tomaste psicodélicos con tus amigos de la uni. De algún modo, consigues dejarte llevar y terminas en un bosque oscuro.
Hay un charco de vómito, tu vecina tuvo que pasar por aquí. Sigues el camino hasta ver a un jinete sobre una montura extraña que desenvaina y, a sangre fría, le corta el cuello a tu vecina.
Aun en shock, te acercas para tratar de estabilizarla, pero han pasado muchos años alejado de ese tipo de medicina. Te quitas la camisa para detener la hemorragia, pero no cesa: tienes que intervenirla de algún modo.
-14- Tras luchar contra el miedo a cagarla, decides intentar una hemostasia térmica (✔️, 83%) con el calor de una de esas hojas incandescentes.
Y parece que funciona.
Le haces un vendaje de circunstancia con la parte más limpia de tu camisa y, en un arranque de brío, te levantas para investigar los golpes que escuchas, allá por donde se fue el jinete.
Llegas a un claro con un altar de piedra en el medio y ves al jinete, con un hacha corta, golpeando el medio. Ha dejado, algo retrasada, su espada clavada en el suelo, a su espalda.
-15- Pero no te la juegas, huyes, buscas escondite (✔️, 43%) para ti y para tu vecina. Vuelves y la adentras en los arbustos. Está tiritando y resoplando por la pérdida de sangre, aunque, que esté sólo en bata, tampoco ayuda. Le rellenas como puedes la bata con las hojas menos candentes del suelo.
Escuchas de nuevo golpes y ves que el jinete se va sin notar vuestra presencia.
Entonces, cuando vuelves a mirar a tu vecina, las hojas que ya deberían estar apagadas, como el resto de donde las tomaste, siguen candentes, como si quisieran mantener a tu vecina en aquel calor.
Y tu vecina habla con la voz fantasmal del bosque:
—Ahora sé que no sois Hęrtigos, los Hęrtigos son incapaz de una cobardía como la que ambos habéis demostrado. Sois otra cosa, insignificante y quebradiza, pálida y blanda.
—A ver… —dices, pero te detienes. Te das cuenta de que el temblor de voz no haría sino corroborar lo que dice.
—El embrión, el legado del bosque, el Heredero… Bajo la luz de Tenati y sus hermanas, el bosque ha sido abandonado, expoliado… Desde luego, tampoco habéis de ser Feyias. ¿Qué gran potencia os envía, entonces, a gastar tamaña burla al bosque?
—El bosque se rinde… El bosque morirá en nuestra savia…
El cuerpo de tu vecina, que hasta ahora te había hablado con los ojos cerrados, los abre para mirarte. Son grises, glaucos como los de un ciego, aunque con una profundidad extremada que te hace pensar en cuencas vacías.
Y acepta tu propuesta de salvar al Heredero.
—Las raíces del bosque, aunque comunidad viva y corrediza bajo tierra, se presenta inútil cuando de largos desplazamientos se trata. En ello radica su fuerza prodigiosa y su gran debilidad. No obstante, la Providencia y sus azarosos designios nos han vinculado a este ser… El bosque te puede acompañar en él, si lo deseas.
-17- —Claro. No me vendría mal una ayuda. Al fin y al… (💥, crítico)2
No terminas la frase. Aquellas hojas que le colocaste como abrigo abandonan su brillo calmo y destellan tanto que necesitas interponer una mano. La luz violeta no cesa y es tan intensa que terminas por cerrar los ojos. A tu alrededor, los troncos crujen, como si todos los árboles se estuvieran desperezando a la vez.
Al abrir volver a mirar, el Bosque, en el cuerpo de tu vecina, está en pie y te mira con unos ojos del violeta de las hojas, brillantes como amatistas. Con alguna dificultad, se acostumbra a moverse y os encamináis para salir del bosque.
En el trayecto a los lindes, te percatas de que murciélagos, como el que viste en tu piso, os siguen, pero el Bosque te dice que son aliados, que sólo les apena que ella se vaya.
Con ilusión infantil, también te dice que le gustaría tener un nombre humano.
Por fin sales del bosque. Está amaneciendo. Ante ti hay una pradera, una aldea algo medieval en el valle, una cabaña cerca del límite del bosque y unas ruinas negras en una colina próxima.
-18- Vais a las ruinas (✔️, 43%). Parecen los restos de un muro y una pequeña fortaleza, pero te das cuenta de que, el bosque en el cuerpo de tu vecina, cuando camina hace germinar flores a cada paso, unas pequeñas flores de lilas.
—Este podría ser tu nombre —Alzas la vista y sus ojos centellean—: Lila (💬, nombre propuesto).
Un gran bloque negro, derruido, obstaculiza el portón. Entráis con algún esfuerzo a la fortaleza, pero apenas queda nada en pie dentro, sólo la planta de los edificios que hubo allí, adosados a los muros.
Investigas algo más, entre los arbustos que han crecido libres, y ves unas escaleras que parecen apuntar a un sótano o una cripta.
Sin embargo, es poco probable que el jinete haya pasado por ahí.
-19- Bajas las escaleras (✔️, 83%) y encuentras una sala llena de esqueletos. Parece que es la cámara donde se escondían mujeres y niños durante el asedio, porque muchos de esos cuerpos son de niños y bebés.
Te fijas en los huesos y ves algunas diferencias con uno humano: colmillos, tabique más chato, una cola, pies como zarpas… Hasta que ves a Lila observando algo en el medio de la sala.
Hay tres cuerpos muy juntos dos con armadura, conservadas impolutas a pesar del paso del tiempo, evidente en la capa de polvo que cubre todo.
—Este mineral le es familiar a nuestras raíces —dice ella, al tocar el metal cobrizo de las armaduras.
Sin embargo, algo llama tu atención: el tercer cuerpo, ese que está en medio de los soldados, oculta un libro bajo el pecho. Lo abres, pero no entendéis nada de lo que dice.
-20- Mientras Lila lo hojea, no te puedes resistir y te empiezas a vestir con la armadura (🎒, 56%)3. Claro, ella te pregunta qué haces.
—Parece que ezte mundo ez peligrozo, quizá lo mejor cea protegerce como podamoz.
Suenas convincente, porque Lila te imita, pero, en cuanto terminas de ayudarla a ponérsela, como imbuida por alguna extraña conexión con al armadura, inspira profundamente y espira copos blanquísimos que iluminan el lugar.
Aprovechas la nueva luz para investigar más la cámara (✔︎, 67%) mientras Lila sigue intentando leer el libro (🎒, 100%).
Muchos de los esqueletos, adultos y niños, yacen en sus lechos; se quitaron la vida antes de que los invasores llegaran. Al fondo de la sala ves, en una pared, el mismo emblema de la armadura: árbol de tronco chato y ramas retorcidas.
Pruebas a moverlo y tiene algo de juego, parece que es la cerradura de una salida, pero, quien sea que escapara por allí, se llevó la llave consigo.
-21- —Creo que deberíamoz ponernoz en camino ya.
Asiente y volvéis al exterior charlando. Le preguntas por el libro, pero te dice que, aunque puede entender la voz de todos los seres, no comprende la escritura:
—La escritura parece un desafío a la muerte de los que sois mortales, el rapto de la eternidad que no merecéis todavía.
—¿Por qué no la merecemoz?
Se detiene en medio del patio para mirarte, como si te buscara algo en los ojos:
—Por lo mismo que se le niega la luz a un pimpollo con la sombra de los más antiguos árboles: para forzarle a crecer por encima de las copas que ya están, para ganarse su luz a través de engrandecer el bosque. Cada especie mortal es una promesa de superar lo divino, creo que entenderás mejor si uso esa palabra concreta. Cuando vuestro tronco demuestre ser capaz de aguantar vuestro peso hasta llegar a las copas de los que llevamos aquí tanto, tal vez entonces.
—¿Erez… un dioz?
—Claro, Cándido —Te sonríe—. Aunque esa palabra no significa nada para nosotros, sólo puede tener algún valor para los que todavía pueden imaginarla, para los todavía mortales.
Le preguntas entonces por el Heredero y te dice de él que no es su reproducción, sino su renovación: es el mismo bosque renovado, ella es sólo la piel muerta que dejó a su paso, por eso es importante rescatarlo de aquellos ignorantes que no aprecian la vida. Entonces, se detiene:
—Hay algo detrás de esa roca.
Detrás de un desprendimiento del muro, aparece un humano vestido de negro y avanza hacia vosotros, sereno:
—¿Os habéis divertido? —dice una voz cruda mirando vuestras armaduras.
—¿Quién erez?
—Quien os va a llevar de vuelta (❌, pifia)4.
-22- Esa mirada de desprecio contenido te recuerda a la suya, a la de aquel instructor; ese que amenazaste con un arma cargada en la academia de policía científica.
Ese que consiguió que te expulsaran y terminaras en la clínica de ensayos.
—¿Quién erez? —dices confundido. (💬, díalogo abierto).
El hombre, agotada la paciencia trata de agarrarte por la fuerza, pero Lila le detiene el brazo:
—No —dice Lila—. Este no es tu mundo, suturador.
—Si sabes que soy un suturador —dice—, deberías saber que todos los mundos son mi mundo.
Oyes un crujido y las uñas del suturador crecen; tanto, que hasta la punta de los dedos se le deforma para crear unas garras bestiales. Ese sonido de huesos rotos cesa y, antes de que puedas dar un paso atrás, el hombre se libera con un gesto limpio.
Un hilo de sangre le corre por la mejilla a Lila:
—Es mejor que corras.
-23- Lila hace despertar plantas agresivas a su alrededor, utiliza raíces como látigos y se enzarza en una pelea demencial contra el suturador.
Y, por fin, la sangre te llega a los pies para correr hacia la aldea (✔️, 63%).
A medio camino, sin aliento, tienes que detenerte; entonces, escuchas algo. Crees que alguien te sigue, un lacayo del suturador, tal vez. Sin embargo, es el casco de tu mano, tu propia armadura te habla:
—¡Ponme en tu cabeza! ¡Por la savia del antiguo! ¿Cómo te lo tengo que decir?
Le haces caso, porque los vigías de la aldea parece que han empezado a extrañarse con tu apariencia. Te dice que es el último guardián de Eshayia, un pueblo de aquella zona, que, aparentemente, comparte nombre con el de un Dios.
Te dice de hacer un trato: él te servirá de traductor con los hęrtigos a cambio de que tú le encuentres un cuerpo vivo donde transferirse.
-24- —Vale, hecho —dices. (💥, crítico)
Y camináis hacia la empalizada de la aldea. El Guardían se niega a decirte su nombre porque, tal y como experimentó el otro espectro en la otra armadura, hay personas capaces de utilizar sus nombres contra ellos, contra los ber’zarani, que en tu lengua es quizá «los oscuros hambrientos».
—¿Hambrientoz de qué? —dices, planteándote si de verdad ha sido buena idea ponerte esa armadura.
—De vida, claro. Pero ya te he dicho que no de la tuya.
En vida, la armadura fue hecha por herreros y druidas. Parece que, el propio poder defensivo, atrapó su alma en ella al morir. Pero llegáis a la empalizada y el vigía os habla:
—Dice que quién eres y qué asuntos te traen a Louo Baseris. Entiendo que es el nombre de la aldea, aunque significa «Piel del monte» en su lengua de anormales pestilentes.
-25- —Vale —dices—, dile que zoy un caballero errante, que me he perdido por aquí.
Sin embargo, Guardián grita algo, verdaderamente airado y el vigía te dispara una flecha que se rompe al impactar con la armadura.
—Puede que haya añadido algo de prenderle fuego a sus madrigueras de traidores de mierda y pintar el horizonte con ríos de su sangre por la caída de Eshayia… (❌, pifia)
La puerta se abre y, mientras las flechas se parten contra tu armadura, salen cuatro soldados; dos con lanzas y dos con picos y escudo. Dejándote llevar por los movimientos de la armadura, vences a los cuatro soldados dando un espectáculo de sangre y muerte.
—¡Ja! Puerta abierta —dice—. Vamos, vamos, recoge los picos.
-26- Te agachas, recoges los picos (⭐, 57%)5 y al entrar, lo que empieza como la obligación a una matanza termina sabiéndote irresistiblemente dulce. Sientes una cólera en el pecho que sólo se calma matando a esos hęrtigos, escuchando sus lamentos y crujir de huesos.
Entonces, más adentrados en el poblado, ves a dos ciudadanos que clavan ante ti dos muñecos de madera y huyen. Los muñecos tienen gabado algo en el pecho que te recuerdan a…
—¡El libro! —dices al recordar que lo dejaste atrás, tirado.
Fin del Primer Acto
Esta fue una acción significativa. Cuando Cándido tuvo que decidir entre ir a la distorsión o abrir la puerta, decidió la distorsión, y ahora decide la misión de recuperar al Heredero, lo que supone una acción significativa que modifica sus rasgos de personaje (más información en el Libro de reglas).
Al contrario que en la pifia, cuando todos los lectores votan lo mismo, es un crítico con consecuencias muy positivas para la trama.
El personaje ha decidido conservar consigo un objeto.
Cuando una encuesta empata, se considera una pifia; o sea, que la acción tendrá consecuencias negativas para el personaje.
Esta fue una acción significativa, en el futuro, Cándido tendrá menos reparos para quitar una vida.